sábado, 26 de octubre de 2019

Hora Santa en reparación por atentado contra imagen de la Virgen María en Buenos Aires, Argentina 241019



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación y desagravio por la destrucción vandálica de una imagen de la Virgen en la localidad de Chivilcoy, Buenos Aires, Argentina. Para mayores datos acerca de este lamentable hecho, consultar el siguiente enlace:

Canto inicial: “Cristianos venid, cristianos llegad, a adorar a Cristo que está en el altar”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

El alma que está en gracia –afirma un autor- posee un señorío sobre todas las cosas que, si bien no es igual al del Hijo de Dios, sí es superior al señorío y dignidad que se tiene por parte de la monarquía civil o natural. Los reyes y señores de la tierra, aunque tienen el señorío civil sobre las cosas, no pueden destruirlas a su antojo y, con todo, tienen la monarquía y principado sobre su reino; de la misma manera, el que está en gracia, aunque no pueda destruir ni consumir las cosas de otros, posee un señorío superior al aquel de los señores de la tierra[1].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

El señorío que tiene el alma en gracia posee mejores calidades que las que se derivan del dominio civil y político: éste último se introdujo por ocasión del pecado y la fundaron los hombres; el señorío que da la gracia lo introdujo Dios y se reparó por la Sangre de Cristo, siendo antes concedido de Dios a Adán cuando éste estaba en gracia. Si no hubiera habido pecado, los hombres vivirían como ángeles con su dominio universal y común, sin los dominios que empezaron después del pecado[2].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

En el dominio civil, la raíz –la naturaleza humana- está corrompida y así los frutos no salen sanos. La experiencia demuestra cuántos pecados se cometen en la adquisición del dominio civil, en su posesión, en su disposición, en su administración, con tantos cuidados, afanes, pesadumbres, pleitos, desasosiegos y peligros. Como se introdujo con el pecado, ni le faltan pecados ni las penas de los pecados. Por el contrario, el señorío de la gracia es puro, alegre, seguro, santo, suave, quieto, fundado y concebido por Dios para sus hijos queridos[3].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Otra condición negativa del dominio civil o natural, en contraposición con el dominio sobrenatural que da la gracia, es que el primero es estrecho y limitado y no se puede comunicar a muchos enteramente, de modo que una cosa no puede tener muchos dueños ni en su uso se puede igualmente servir a muchos. Por el contrario, el dominio de la gracia, es dilatado y comunicable a muchos, de modo que por muchos que estén en gracia, no se disminuye el dominio de cada uno, sino más bien se acrecienta[4].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

El dominio que da la gracia sabe a las cosas espirituales y divinas, que son comunicables a muchos sin disminución y, siendo de cada uno, son de todos, sin hacerse daño unos a otros, tal como sucede con la gloria, que por más bienaventurados que entren en el cielo, no se disminuye en modo alguno[5]. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que no perdamos, a causa del pecado, el dominio sobre las cosas que nos da la gracia!

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 259.
[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 259.
[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 259.
[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 260.
[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 260.

No hay comentarios:

Publicar un comentario