miércoles, 30 de octubre de 2019

Hora Santa en reparación por acto vandálico contra la Catedral de Valparaíso, Chile 281019

VALPARAISO

Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación y desagravio por el vandalismo sufrido por la Catedral de Valparaíso, Chile. Para mayor información, el siguiente enlace:


Canto inicial: “Cristianos venid, cristianos llegad, a adorar a Cristo que está en el altar”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

         El alma que está en gracia posee un señorío sobre las cosas creadas que es superior al señorío que otorga el dominio civil; entre otras cosas, debido a que el dominio civil es estrecho y limitado y no se puede comunicar a muchos enteramente, puesto que una cosa no puede tener muchos dueños, como así tampoco puede ser usada por muchos[1]. Por el contrario, el dominio de la gracia es dilatadísimo y comunicable a muchos, de modo que por muchos que estén en gracia, no se disminuye el dominio de cada uno, antes se dilata[2].

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

         El dominio que da la gracia es del orden espiritual y divino y puede comunicarse a muchos sin disminución, de modo que siendo de cada uno, es de todos, sin hacerse daño unos a otros, como por ejemplo la gloria, que por más bienaventurados que entren en el Cielo, no se disminuye nada en alguno[3]. De la misma manera, ni el dominio de la gracia ni el buen uso de él se disminuye por más que estén en gracia. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, haz que por la adoración eucarística aumente en nosotros la gracia y así aumentará nuestro dominio y señorío sobre todas las cosas en Cristo Jesús!

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         Por medio de la gracia, el alma posee dominio sobre lo creado y este dominio no se disminuye aun si aumentan los agraciados: todos serán reyes, todos monarcas, porque es de esta calidad el soberano dominio, que no se mengua con muchos señores[4]. Y además, su uso se extiende a muchos, porque no es limitado a solo un modo su usufructo, porque las cosas no sirven a los Santos sólo con su presencia, sino también con su ausencia; ni sólo con su posesión, sino con su carencia y privación. Es decir, de un solo pan pueden usar muchos justos, aun no comiendo de él todos. Si dos justos estuviesen muriendo de hambre y el uno sólo comiese del pan, salvándose éste y muriendo aquel, en este caso, aunque uno sólo comió y sobrevivió, el pan sirvió a los dos: a uno, para sobrevivir; al otro, para crecer en la paciencia[5].

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

         El dominio y uso de las cosas que tienen los que están en gracia no es para la vida temporal, sino para la vida eterna: y así, no impide su dominio al uso y derecho que tienen los señores particulares en sus dominios civiles; antes es tan noble el género de señorío de la gracia, que no sólo permite que otros justos tengan igual señorío, sino que deja a los pecadores en el dominio civil que tienen sin hacerles agravio en él. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que se incremente en nosotros el deseo de adorar a tu Hijo en la Eucaristía, para ser dueños y señores del mundo!

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Se debe entender que este señorío de la gracia es de origen celestial y por lo tanto de mayor nobleza y majestad que el dominio civil, el cual depende de la voluntad ajena y se puede perder contra la voluntad de su señor, porque puede un enemigo destruir las cosas que caen bajo él[6]. No sucede así con el dominio de la gracia, porque así como a la gracia nadie nos la puede quitar, tampoco el dominio que ella causa, un dominio que, aun perdiendo las cosas terrenas, sirven para la vida eterna, si su pérdida es aceptada con mansedumbre y humildad.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.




[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 260.
[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 260.
[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 260.
[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 260.
[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 260.
[6] Cfr. Nieremberg, ibidem, 261.

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