viernes, 6 de septiembre de 2019

Hora Santa en reparación por profanación de santuario en Jaén, España 210819



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la profanación del santuario de Jaén y de la imagen de Cristo por parte de un joven. La información relativa al lamentable episodio se encuentra en el siguiente enlace:


Canto inicial: “Cantemos al Amor de los amores”.

Oración de entrada: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

         Para graficar la grandeza de la unión del alma con Dios por medio de la gracia, un autor hace la siguiente comparación: “Si viéramos que un monarca soberano tomara por esposa una labradora del campo y la ensalzara al trono y corona real y la amara más que a su propia vida, ¿qué género de felicidad fuera esta? ¿Sería razón para que aquella labradora no le amase ni le fuese leal, sino que cometiese adulterio y quisiera divorciarse con su esposo y rey que tanto la amaba, volviendo a la bajeza de lo que antes era?”[1]. Pues bien, el rey es Dios; la labradora es el alma; su elevación al trono es la gracia; el adulterio de la labradora y su divorcio, es el pecado en el alma.

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Si una labradora –siguiendo con el ejemplo del autor- decidiera divorciarse de su rey, que tanto la ama hasta el punto de enaltecerla al grado de reina, no podría concebirse mayor bajeza, villanía y traición[2]. Desgraciadamente, hay hombres que se atreven a hacer esto con Dios, porque después que Dios los levantó a una unión tan estrecha consigo por la gracia, quieren divorciarse de su Creador, eligiendo el pecado en vez de la gracia.

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         El alma que está en gracia, para apreciar tal estado, debe considerar el estado de suprema majestad a la que ha sido elevada, esto es, el ser esposa de Dios y aun más que esposa, ya que esta figura es, a la realidad, lo que la sombra al cuerpo y lo que lo pintado a lo vivo, ya que el matrimonio humano es sombra respecto de la unión divina con el alma que está en gracia, por el motivo de que las obras de Dios exceden incomparablemente a las de los hombres.

          Silencio para meditar.

Padrenuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Del mismo modo a como la filiación adoptiva de Dios por la gracia excede a la filiación natural de los hombres, así la unión y desposorios de Dios exceden, con incomparables ventajas, al matrimonio humano. Si en un matrimonio humano la esposa se eleva a la dignidad de reina al casarse con el rey, mucha más dignidad da Dios al alma cuando la eleva, por desposorios místicos, a la unión con Él por medio de la gracia. Por esta razón es que el alma es llamada “reina” en el Salmo cuarenta y cuatro. En otras palabras, aunque no tiene la gracia por esencia, el solo hecho de adquirirla la convierte en esposa del Espíritu Santo, siendo ensalzada el alma sobre todo ser natural, colocándose en un estado soberano en relación a la Creación.

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, Diez Ave Marías, Gloria.   

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         El alma en gracia debe, por lo tanto, estimar con gran aprecio esta honra de la unión por la gracia con Dios y no hacerle traición a su Esposo por el pecado, que si eso hace, lo pierde todo en un solo instante. No debe el alma darle disgusto a su Dios, pues si esto hace, merece ser depuesta del Reino de Dios. Así sucedió con la reina Vasti, que de emperatriz y señora fue desechada del mayor rey de la tierra, por haber quebrantado un solo precepto suyo. Mucho más miserable es la caída del alma cuando quebranta un precepto divino, porque es desechada de Dios, repudiada por su Esposo, rey omnipotente y degradada a su vileza anterior, además de ser hecha cautiva del demonio. Sólo considerar esto hace temblar: ¿qué miseria no tendrá en quien pasa todo esto real y verdaderamente? ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que nunca traicionemos el Amor de Dios, para vivir siempre en su gracia!

         Un Padrenuestro, tres Ave Marías, un gloria, para ganar las indulgencias del Santo Rosario, pidiendo por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.

        



[1] 233.
[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 233.

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