Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el
rezo del Santo Rosario en reparación por el asesinato de un sacerdote que
mediaba entre dos pueblos en conflicto en Nigeria. La información sobre este
lamentable hecho se encuentra en el siguiente enlace:
Canto
inicial: “Alabado sea el Santísimo Sacramento
del altar”.
Oración
inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te
adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran,
ni te aman” (tres veces).
“Santísima
Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco
el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo,
Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes,
sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido.
Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado
Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.
Inicio
del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).
Meditación
La unión conyugal que se da entre los esposos es figura de
la unión inefable de la unión que se da entre Dios y el alma en gracia. Afirma
un autor que “por la gracia se sublima el alma a ser esposa de Dios, con
vínculo más estrecho que todo matrimonio humano”[1].
Es decir, la unión esponsal, si bien es figura y representación de la unión del
alma en gracia con Dios, es, con todo, una figura que no alcanza a reflejar lo
inefable de esta unión del alma con Dios y todos los beneficios y dones espirituales
que recibe[2].
Silencio para meditar.
Un
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Segundo
Misterio.
Meditación
Algunos autores[3]
hacen la siguiente exégesis con el Cantar de los Cantares: afirman que en este
libro se llama “esposa” al alma santa, es decir, al alma en gracia, siendo esta
santidad significada por la unión del alma con Dios y el amor que de Dios
recibe –y que por tanto el alma debe a Dios- y esto sobre todo se lleva a cabo cuando
en este libro se dice: “Mi Amado para mí y yo para Él”[4]: según
esta exégesis, el “Amado” es Dios, y el “sujeto” –yo-, el alma que a Él se une
por la gracia.
Silencio para meditar.
Un
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Tercer
Misterio.
Meditación
Ahora bien, es verdad que el vínculo conyugal puede
representar la unión del alma con Dios por la gracia, pero no deja de ser, todo
vínculo conyugal y matrimonio humano, solo “sombra y figura” respecto de la
unión y vínculo que tiene el alma con Dios[5].
Dice Santo Tomás: “Cuantas ventajas hace lo que es significado a la señal que
lo significa, tanto se aventaja el amor y la unidad de Dios con el alma, al
amor del esposo a la esposa; y el amor y unión del alma con Dios, al amor de la
esposa para con el esposo”[6]. Es
decir, toda unión matrimonial es sombra y figura, comparada con esta unión
entre Dios y el alma.
Silencio para meditar.
Un
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Cuarto
Misterio.
Meditación
En la Escritura se afirma que por el amor de su esposa, “dejará
el hombre a su padre y madre y se llegará a su mujer” y también se afirma que “son
una misma carne”[7].
Si el esposo, por amor, debe dejar a sus padres para unirse a su mujer, siendo una
sola carne con ella, mucho más el alma que, por la gracia, se une a Dios, debe
dejar toda mundanidad y unirse a Dios por el Divino Amor del cual participa por
esa misma gracia. Si el esposo se vuelve una carne con su esposa por el amor,
el alma se vuelve “una sola cosa” con Dios, al unirse, por la gracia, a la
Carne de Cristo y a su Espíritu.
Silencio para meditar.
Un
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Quinto
Misterio.
Meditación
También en la Escritura se dice: “Grande sacramento es éste,
pero yo digo que es entre Cristo y la Iglesia”[8]. Es
decir, lo que quiere significar el Apóstol es que el sacramento del matrimonio
es grande, pero es más grande la unión esponsal mística entre Cristo Esposo y
la Iglesia Esposa –Iglesia Esposa en la que está comprendida y contenida el
alma santa, el alma en gracia-. Esto quiere decir que entre Dios y el alma
santa hay mayor unión y amor que en el más legítimo y amoroso matrimonio del
mundo[9]. Porque
lo que causa el matrimonio es que dos estén en una carne y lo que causa la
gracia es que estén dos en un espíritu: el espíritu del hombre que está en el
Espíritu de Dios.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria pidiendo
por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.
Oración
final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro
y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te
aman” (tres veces).
“Santísima
Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco
el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo,
Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes,
sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido.
Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado
Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.
Canción
de despedida: “Un día al cielo iré y la
contemplaré”.
[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio
y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 232.
[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 232.
[3] Cfr. Nieremberg, o. c., 232.
[4] 2, 16.
[5] Cfr. Nieremberg, o. c., 232.
[6] Opusc. De Dilect. Dei, cap 13.
[7] Cfr. Gn 2, 24.
[8] Ef 5.
[9] Cfr. Nieremberg, ibidem, 233.
No hay comentarios:
Publicar un comentario