martes, 24 de septiembre de 2019

Hora Santa en reparación por los cristianos prisioneros en campos de concentración en Corea del Norte 160919



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por los miles de cristianos que se encuentran prisioneros en campos de concentración de la dictadura comunista de Corea del Norte. Para mayor información acerca de la situación de esclavitud de nuestros hermanos, el siguiente enlace:


Canto inicial: “Tantum ergo, Sacramentum”.

Oración de entrada: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.
Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

         Un alma que está en gracia ha de ser muy leal a Dios; no ha de hacer obra que no proceda de su gracia, sin perder inspiración del cielo. Sólo al Espíritu de Dios ha de oír, sólo ha de concebir del Espíritu Santo, porque guiarse por los criterios y leyes del mundo y por el antojo de sus apetitos y sentimientos de la carne y la sangre, no conforme a la razón ni al Evangelio, no es otra cosa que adulterar con Satanás, quien le inspira tales cosas y la hace fecunda para todo pecado. Guarde a su Esposo con mucha fe en el corazón la esposa del Espíritu Santo; guárdese limpia y pura, como su esposo lo es, para que lo sean sus obras[1].

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         El que está en gracia debe procurar hacer su vínculo cada vez más estrecho con Dios y para esto debe obrar virtuosamente, haciendo obras de perfección, para así confirmarse en este divinísimo matrimonio[2]. Porque así como entre la reina y el rey hay mayor amor, unión y firmeza en su vínculo conyugal, cuando tienen hijos, así en el matrimonio espiritual del alma con Dios por la gracia, será tanto más agradable a Dios cuantos más frutos de buenas obras posea.

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         La fecundidad espiritual de las buenas obras es de mucho mejor condición que la carnal, porque cuanto más hijos ha parido una mujer, tanto más se marchita su hermosura, pero la fecundidad espiritual, afirma un autor[3], hermosea al alma de manera que cuantas más obras buenas hace, más graciosa es y más admirable y hermosa y más regalada de Dios, como así también más fecunda y poderosa para producir más obras heroicas de virtud y frutos de vida santa.

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Al alma que hace obras buenas, le promete Dios por Isaías: “Entonces brotará como la aurora tu luz, y tu salud nacerá más presto y delante de tu rostro irá la justicia y la gloria del Señor te recibirá”[4]. Luego añade: “Nacerá en las tinieblas tu luz y tus tinieblas serán como medio día y el Señor te dará descanso siempre y henchirá tu alma de resplandores y librarás tus huesos y serás como un huerto regado y como una fuente de aguas, cuya corriente nunca faltará”.

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, Diez Ave Marías, Gloria.   

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Cuanto más bien obra el alma, tantas más fuerzas tiene para mayores obras y como fuente perenne ella las continúa y es más visitada de Dios, como un huerto fructífero, siendo el paraíso de los deleites de Dios[5]. Con sus visitas, Dios la colma de luz y la levanta a un estado y unión semejante a la gloria, que parece como si se le hubiera anticipado. Añade poco después el Profeta: “Entonces te deleitarás en el Señor y yo te levantaré sobre las altezas de la tierra”. Todo esto es para el alma que, unida a Dios esponsalmente por la gracia, se hace fecunda en obras de misericordia.

         Un Padrenuestro, tres Ave Marías, un gloria, para ganar las indulgencias del Santo Rosario, pidiendo por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Cantad a María, la Reina del cielo”.




[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 242.
[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 242.
[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 242.
[4] Cap. 58.
[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 243.

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