martes, 21 de mayo de 2019

Hora Santa en reparación por los asesinatos de tres sacerdotes en El Salvador, Burkina Faso y en Mozambique Mayo 2019



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el asesinato de tres sacerdotes en distintas partes del mundo. La información respectiva a tan lamentables sucesos se encuentra en los siguientes enlaces:




Canto inicial: “Adorote devote, latens Deitas”.


Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).


“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación

          Con mucha frecuencia, los hombres se dirigen a los poderosos de la tierra en busca de favores y para conseguir sus favores, no trepidan en cometer a veces incluso hasta los más horrendos crímenes. A su vez, los poderosos de la tierra gobiernan de modo tiránico la mayoría de las veces y utilizan las necesidades de sus súbditos no para lograr su bien y su paz, sino para dominarlos más y someterlos, utilizándolos para sus intereses egoístas. Nada de esto sucede con Jesús, Rey de reyes y Señor de señores, el Creador, Dueño y amo del universo: para obtener de Él su favor, no es necesario más que acercarnos con humildad y contrición del corazón y postrarnos ante el sagrario y desde allí, Jesús nos comunica todo su Amor y toda la Misericordia de su Sagrado Corazón Eucarístico. Él mismo nos anima a que acudamos a Él en toda necesidad: “Venid a Mí, los que estáis agobiados y afligidos, que Yo os aliviaré”. Acudamos a Jesús, infinitamente más poderoso que el más poderoso de los hombres de la tierra y que se ha quedado en el sagrario sólo para darnos su Amor.

          Silencio.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación

          En nuestra sociedad contemporánea se da mucha importancia al cuerpo: a su cuidado, a su alimentación, a su bienestar. Con respecto a la alimentación, se busca de evitar de todas maneras lo que sea dañino y de incorporar hábitos alimentarios saludables. Sin embargo, nuestra sociedad contemporánea, tan preocupada por el cuerpo, no se ocupa del alma y por lo tanto, no la alimenta y deja que esta desfallezca de hambre y de sed. Toda alma tiene hambre y sed de Dios, porque toda alma tiene hambre y sed de Amor, de Verdad, de Paz, de Justicia, de Bien. Y sin embargo, son pocos, muy pocos, los que acuden al Pan Vivo bajado del cielo, Cristo en la Eucaristía, para alimentar el alma. Jesús Eucaristía es el Verdadero Maná bajado del cielo, que alimenta el alma con la substancia y la vida de Dios Trino. Si nos ocupamos del cuerpo, que es necesario hacerlo, nos ocupemos también del alma y la alimentemos con el Manjar de los manjares, el Pan de Vida eterna y el Vino de la Alianza Nueva y Eterna, la Sagrada Eucaristía.

          Silencio.    

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación

          Así como el cuerpo experimenta hambre y sed y es necesario darle alimento y bebida, porque de lo contrario perece, así también es necesario alimentar el alma, porque el alma también experimenta hambre y sed: el alma, toda alma, tiene hambre y sed de paz, de justicia, de verdad, de amor y muchas veces busca saciar esta hambre y esta sed con cosas que jamás la satisfarán; por el contrario, sólo le provocarán dolor e incluso hasta muerte del alma. La sed y el hambre que experimenta el alma, sed y hambre de todo lo bueno, es en el fondo hambre y sed de Dios, por esa razón es que debemos alimentar nuestra alma, pero con aquello que saciará su hambre y calmará su sed, que es el mismo Dios, Presente en la Persona del Hijo en la Eucaristía.

          Silencio.    

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación

          Los hebreos comieron el maná en el desierto, pero luego murieron, porque ese maná era solo un anticipo y figura del Verdadero Maná bajado del cielo, la Sagrada Eucaristía. La Eucaristía alimenta el alma con un alimento celestial, divino, sobrenatural, el Cuerpo y la Sangre del Cordero de Dios, Cristo Jesús. Sólo con la Eucaristía puede el alma nutrirse sobrenaturalmente, con un alimento sólido, un manjar exquisito, que sólo se conoce en la tierra y que, comparado con él, los manjares de la tierra son sólo ceniza y agua. La Eucaristía es el “Pan de Vida” (Jn 6, 35), porque da vida al alma, pero no como una prolongación de esta vida humana, sino que da la Vida eterna, la Vida misma de Dios Uno y Trino. Si alguien alimenta su cuerpo pero no alimenta el alma con el manjar eucarístico, aunque su cuerpo esté rozagante, su alma está en agonía o directamente muerta. No dejemos que nuestras almas mueran de hambre y sed y la alimentemos con el Pan de Vida eterna, la Hostia consagrada, el Cuerpo, la Sangre, el Alma, la Divinidad y el Amor de Jesús, el Hombre-Dios.

          Silencio. 

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación

          Los santos comprendieron, con toda la claridad que da la gracia, la importancia literalmente vital que tiene la Eucaristía para el alma. San Pedro Julián Eymard[1] dice así: “La Comunión es tan necesaria para nosotros para sostener nuestra vida cristiana como es necesaria a los Ángeles la visión de Dios para mantener su vida gloriosa (…) Jesús no ha preparado solamente una Hostia, sino una para cada día de nuestra vida. Nuestras Hostias están preparadas; no perdamos ni una sola”. Y San Agustín enseña: “La Eucaristía es un pan cotidiano que se toma como remedio de nuestra cotidiana debilidad”. San Carlos Borromeo comenta: “Hace falta comer este Pan como hace falta comer el pan de nuestro cuerpo”. Por último, Santa Gema dice: “Siento gran necesidad de ser revigorizada por aquel alimento tan dulce que me da Jesús. Este trato de amor que Jesús tiene cada mañana conmigo me enternece y atrae hacia Él todos los afectos de mi corazón”.

        Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria pidiendo por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canción de despedida: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.

         




[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Testimonios de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 81-82.

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