sábado, 29 de julio de 2017

Hora Santa en reparación por profanación Eucarística en Villareal, España 170717


Basílica de San Pascual en Segorbe.

         Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la profanación eucarística ocurrida en Villareal, España, en la Basílica de San Pascual. La información pertinente a tan lamentable hecho, en el que se profanó el sagrario y se robaron las Hostias consagradas, además de varios cálices, se encuentra en el siguiente enlace: https://www.actuall.com/persecucion/el-obispo-de-segorbe-castellon-denuncia-una-profanacion-de-la-eucaristia-y-anuncia-misa-de-desagravio/
Puesto que ha sido la Eucaristía, el más preciado tesoro de la Iglesia Católica, la que ha sido gravemente ultrajada por esta sacrílega profanación, le dedicaremos a la Eucaristía las meditaciones correspondientes a los misterios del Santo Rosario. Para tal fin, utilizaremos las oraciones eucarísticas de algunos de los más destacados santos de la Iglesia, ya que los santos son personas cuyas vidas giran alrededor de Jesús Eucaristía. Las tres oraciones que utilizaremos para nuestra adoración reparadora corresponden, respectivamente, a San Ignacio de Loyola –Anima Christi-; San Alfonso María de Ligorio –Señor mío Jesucristo-, y Santo Tomás de Aquino –Adorote devote-[1]. El texto original de las oraciones eucarísticas están en cursivas; las modificaciones son nuestras (N. del A.).

Canción inicial: “Cristianos venid; cristianos llegad”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto inicial: “Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

         Alma glorificada de Jesús Eucaristía[2], que resplandeces en el sagrario unida hipostáticamente, personalmente, a la Persona divina del Verbo de Dios y de Él recibes la gloria eterna del Hijo de Dios, la misma gloria con la que resplandeciste en la Epifanía y en el Tabor, la misma gloria que el Verbo, como Unigénito del Padre poseía desde la eternidad, la misma gloria con la que iluminaste el Santo Sepulcro el Domingo de Resurrección, ilumina las tinieblas de nuestras almas; resplandece sobre nosotros, que vivimos inmersos en “sombras de muerte”, las sombras del pecado, del error, de la ignorancia de tus misterios; ilumínanos a nosotros, que sin Ti, vivimos bajo el dominio de las sombras vivientes, los ángeles caídos./ Cuerpo glorificado de Cristo Eucaristía, sálvame; sálvame “del hombre traidor y perverso”, y ante todo, sálvame de mí mismo, porque mi cuerpo mortal, herido por la concupiscencia del pecado, tiende a lo que es malo; Cuerpo Eucarístico de Cristo, úneme a Ti, para que mi pobre cuerpo terreno sea, por tu gracia, convertido en Templo del Espíritu Santo, y mi corazón en altar en donde seas adorado, bendecido y glorificado, en el tiempo y en la eternidad./ Sangre de Cristo Eucaristía, embriágame, dame la Alegría única y verdadera, la Alegría que brota del Ser trinitario divino; la Alegría de Dios Uno y Trino, que es “Alegría infinita”, para que yo me alegre en Ti y sólo en Ti, oh Sangre del Sagrado Corazón de Jesús, y que las alegrías mundanas sean para mí sólo tristeza y amarguras, de modo que seas Tú, oh Sangre del Corazón de Jesús, mi única Alegría./Agua del costado de Cristo, lávame; oh Cristo Eucaristía, lávame con el agua purísima de tu gracia santificante, Agua que lava mis pecados; Agua que quita mis concupiscencias; Agua que deja mi pobre alma resplandeciente con la luz de tu Gracia; Agua que se derrama sobre nuestras almas por la Confesión sacramental y la Eucaristía./Pasión de Cristo Eucaristía, fortaléceme: Tú no puedes sufrir ya físicamente, oh Jesús Eucaristía, porque estás en la Hostia consagrada con tu Cuerpo glorificado, pero sufres moralmente, al ver cómo tus hijos, que somos nosotros, despreciamos la gracia santificante que embellece nuestra alma y nos hace hijos adoptivos de Dios, “por un plato de lentejas”, como Esaú, es decir, por bienes pasajeros que sólo son polvo y cenizas ante la más pequeña de tus gracias./¡Oh, buen Jesús Eucaristía, óyeme; Tú que estás en ese cielo en la tierra que es el sagrario; Tú que eres más grande que los cielos eternos, Tú, ante cuya majestad los cielos eternos palidecen en su majestad y hermosura, óyeme Jesús, apiádate de  mi miseria; desde el sagrario, oh Jesús Eucaristía, “inclina tu oído a mis plegarias”, y ten piedad de mí, que sólo soy “nada más pecado”./

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

!Dentro de tus llagas, escóndeme, oh Jesús Eucaristía; escóndeme en tus llagas de tu Cuerpo glorioso, pero escóndeme también en las llagas de tus manos y pies cubiertos de tu Sangre Preciosísima en la Cruz; escóndeme en la llaga gloriosa de tu Corazón traspasado, haz que ingrese, por esta llaga bendita, en tu Corazón, y haz que permanezca en él para siempre./No permitas que me aparte de ti, oh Jesús Eucaristía; no permitas que te abandone en el sagrario, no permitas que me aleje del Amor de tu Corazón Eucarístico./Del enemigo maligno, defiéndeme, Jesús Eucaristía, porque sin tu ayuda y sin tu gracia, la Serpiente Antigua nos seduce y nos domina con facilidad, tan débiles somos./En la hora de mi muerte, llámame, Jesús Eucaristía y mándame ir a ti, y Tú, oh Jesús Eucaristía, ven a mi pobre alma el día de mi muerte, para que, recibiendo tu Cuerpo sacramentado, me infundas tu Espíritu, me unas a Ti y así, unido a Ti y de la mano de María, sea llevado a tu Reino, para alabarte y adorarte, con tus santos y con tus ángeles, por los siglos de los siglos. Amén.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Señor mío Jesucristo, que por amor a los hombre estás noche y día en este sacramento, lleno de piedad y de amor, esperando, llamando y recibiendo a cuantos vienen a visitarte: creo que estás presente en el sacramento del altar[3]. Oh Jesús Eucaristía, que en cada Santa Misa desciendes del cielo con tu Cruz, para entregar tu Cuerpo y derramar tu Sangre en el altar eucarístico, sólo para darnos tu Amor; oh Jesús Eucaristía, que permaneces en el sagrario, día y noche, sólo para esperar mi visita y para colmarme de tu infinito y eterno Amor, te suplico que no permitas que las vanas atracciones del mundo me seduzcan y me aparten del Amor de tu Sagrado Corazón Eucarístico. Te adoro desde el abismo de mi nada y te doy gracias por todas las mercedes que me has hecho, y especialmente por haberte dado Tú mismo en este sacramento, por haberme concedido por mi abogada a tu amantísima Madre y haberme llamado a visitarte en esta iglesia. Oh Jesús Eucaristía, te bendigo, te alabo, te ensalzo y te adoro en tu Presencia sacramental; te doy gracias por los dones y gracias inmerecidas con los cuales continuamente me colmas, y te agradezco de modo especial por haberte quedado en tu Celda de Amor, el sagrario, sólo para esperar mi visita y poder así colmarme con las infinitas gracias de tu Sagrado Corazón Eucarístico; te doy gracias por haberme dado como Madre del cielo a tu Madre, Nuestra Señora de la Eucaristía, y por el amor que le tienes a su Inmaculado Corazón, haz que en mí aumente, día a día, segundo a segundo, el amor hacia tu Madre y a tu Presencia Eucarística. Adoro ahora a tu Santísimo corazón y deseo adorarlo por tres fines: el primero, en acción de gracias por este insigne beneficio; en segundo lugar, para resarcirte de todas las injurias que recibes de tus enemigos en este sacramento; y finalmente, deseando adorarte con esta visita en todos los lugares de la tierra donde estás sacramentado con menos culto y abandono. Te adoro, oh Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, y te doy gracias, postrándome en tu Presencia, por concedernos la gracia inapreciable de poder acudir ante Ti en el sagrario; te adoro, te bendigo, te ensalzo y te pido perdón por las innumerables injurias, ofensas, sacrilegios, que recibes día a día en tu Presencia sacramental, y concédeme la gracia de poder acompañarte y adorarte, llevado por Nuestra Señora de la Eucaristía, en todos los sagrarios del mundo, sobre todo en los que estás más abandonado.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Te adoro con devoción, Dios escondido, oculto verdaderamente bajo estas apariencias[4]. Oh Dios de la Eucaristía, Jesús de Nazareth, que estás en el Santísimo Sacramento del altar, oculto en lo que parece pan, pero ya no es pan, porque es tu Cuerpo, tu Sangre, tu Alma y tu Divinidad. A Ti se somete mi corazón por completo, y se rinde totalmente al contemplarte. Al juzgar de Ti, se equivocan la vista, el tacto, el gusto; pero basta el oído para creer con firmeza; creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios: nada es más verdadero que esta palabra de verdad. Aunque no puedo verte con mis ojos del cuerpo, y aunque mis sentidos corporales me digan que lo que veo, siento y gusto, es solo pan, yo lo mismo te amo y te adoro, desde lo más profundo de mi pobre corazón, porque creo en tus palabras y en la Fe que la Santa Madre Iglesia me enseña, que Tú estás presente en Persona en el Santísimo Sacramento del altar. En la Cruz se escondía sólo la Divinidad, pero aquí se esconde también la Humanidad; creo y confieso ambas cosas, y pido lo que pidió aquel ladrón arrepentido. En la Cruz no parecías Dios, aunque lo eras; en la Eucaristía, pareces pan, pero eres el Hombre-Dios; lo que pido es amarte y adorarte con todas las fuerzas de mi corazón en tu Presencia Eucarística, para continuar amándote y adorándote, por toda la eternidad, en el Reino de los cielos.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

No veo las llagas como las vio Tomás, pero confieso que eres mi Dios: haz que yo crea más y más en Ti, que en Ti espere y que te ame. No veo, con los ojos del cuerpo, tus llagas, pero con los ojos del alma, iluminados por la luz de la fe, te veo a Ti, en la Sagrada Eucaristía, con tus cinco llagas gloriosas. Oh Jesús, Dios de la Eucaristía, aumenta mi fe en tu Presencia sacramental y haz que no deje nunca de alabarte, glorificarte y bendecirte en la Eucaristía. ¡Oh memorial de la muerte del Señor! Pan vivo que das vida al hombre: concede a mi alma que de Ti viva y que siempre saboree tu dulzura. Señor Jesús, bondadoso Pelícano, límpiame a mí, inmundo, con tu Sangre, de la que una sola gota puede liberar de todos los crímenes al mundo entero. Jesús, a quien ahora veo oculto, te ruego que se cumpla lo que tanto ansío: que al mirar tu rostro cara a cara, sea yo feliz viendo tu gloria. Amén. Jesús Eucaristía, Tú eres el Pan de Vida eterna, que alimentas nuestras almas con la vida misma divina, que brota de tu Ser divino trinitario. Oh Jesús Eucaristía, que como el pelícano, nos das el exquisito alimento que es tu mismo Corazón, pleno del Divino Amor, que caiga sobre nuestros corazones el infinito océano de tu Sangre Preciosísima, para que tu Sangre nos purifique y nos santifique, y así purificados y santificados por tu divina gracia, te adoremos oculto en el Santísimo Sacramento en lo que resta de nuestra vida terrena, para continuar luego amándote y adorándote por toda la eternidad, por los siglos sin fin.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.




[1] Las oraciones están extraídas del sitio: http://es.churchpop.com/2017/06/19/secretos-los-santos-5-poderosas-oraciones-a-jesus-eucaristia/ . Las modificaciones son nuestras.
[2] Adaptación de Anima Christi, de San Ignacio de Loyola: Alma de Cristo, santifícame./Cuerpo de Cristo, sálvame./Sangre de Cristo, embriágame./Agua de costado de Cristo, lávame./Pasión de Cristo, fortaléceme./¡Oh, buen Jesús, óyeme./!Dentro de tus llagas, escóndeme./No permitas que me aparte de ti./Del enemigo maligno, defiéndeme./En la hora de mi muerte, llámame y mándame ir a ti, para que con tus santos te alabe, por los siglos de los siglos. Amén.
[3] San Alfonso María de Ligorio, Señor mío Jesucristo. En el texto, las cursivas corresponden a la oración de San Alfonso.
[4] Santo Tomás de Aquino, Adoro te devote.

No hay comentarios:

Publicar un comentario