Inicio: Ofrecemos esta Hora Santa y el
rezo del Santo Rosario meditado para reparar una doble profanación cometida
contra la Eucaristía en Navarra, España: primero se la profanó al robarla del sagrario
de una iglesia, para escribir la palabra “Pederastia” y presentarla como “obra
de arte”; luego, se la volvió a profanar cuando el juez absolvió al sacrílego y
además calificó a la Sagrada Eucaristía como “objetos blancos y redondos de
pequeño tamaño”: “El juez entiende que en ningún caso el imputado incitó a los
visitantes a la exposición al odio o la violencia contra la Iglesia católica o
sus miembros, más allá de tomar conciencia o posicionarse respecto de “la lacra
de la pederastia”. En la sentencia se relata que lo expuesto en la sala de la
plaza de la Libertad fueron cuatro fotografías en las que se veía al
investigado conformando en el suelo la palabra pederastia con “unos objetos blancos y redondos de pequeñas
dimensiones”, tal como figura en el siguiente sitio: http://www.noticiasdenavarra.com/2016/11/12/ocio-y-cultura/cultura/el-juez-absuelve-a-abel-azcona-quien-celebra-el-triunfo-de-la-libertad-de-expresion Es decir, la segunda profanación
es continuación y agravación de la primera, porque para el juez no hay delito
alguno, puesto que lo que el “artista” utilizó como “material” para su “obra de
arte” –formar la palabra “pederastia” en el suelo-, eran sólo “unos objetos
blancos y redondos de pequeñas dimensiones”. Es necesario tener en cuenta esta
pequeña introducción que hacemos, ya que así se entiende porqué en cada
meditación del misterio del Santo Rosario, comenzamos negando la doble
insolencia, del “artista” y del juez, que Jesús Eucaristía es “un objeto blanco
y redondo de pequeñas dimensiones”. Pedimos también por la conversión de
quienes perpetraron este doble sacrilegio, así como la conversión de nuestros
seres queridos, la nuestra propia y la de todo el mundo.
Oración inicial: "Dios mío, yo
creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni
esperan, ni te adoran, ni te aman" (tres veces).
"Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro
profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de
Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en
reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él
mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo
Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los
pobres pecadores. Amén".
Canto
inicial: "Cristianos, venid, cristianos, llegad, a adorar a
Cristo, que está en el altar”.
Inicio del rezo del Santo Rosario meditado. Primer Misterio (misterios a
elección).
Meditación.
No,
Jesús Eucaristía, Tú no eres “un objeto blanco y redondo de pequeñas
dimensiones”; Tú eres el Dios de la Eucaristía, oculto en apariencia de pan; Tú
eres, en la Eucaristía, el Hijo Eterno del Padre, la Sabiduría del Padre, la impronta
de su gloria que, encarnado en el tiempo, por obra y poder del Espíritu Santo
en el seno de María, prolongas tu Encarnación en la Eucaristía, porque allí te
encuentras como en el cielo: con tu Ser divino trinitario, con tu Persona
divina, la Segunda de la Trinidad, con tu humanidad gloriosa y resucitada. No,
Jesús Eucaristía, Tú en la Eucaristía no eres “un objeto blanco y redondo de
pequeñas dimensiones”, Tú eres en la Eucaristía el Dios Tres veces Santo, que
por nuestro amor, te encarnaste en María Virgen, para adquirir un Cuerpo con el
cual poder subir a la Cruz y ofrecerte como Víctima Santa, Pura, Inmaculada,
que dé acción de gracias a Dios de parte nuestra y que nos obtenga el perdón
divino y su Divina Misericordia.
Silencio
para meditar.
Padrenuestro,
Diez Ave Marías, Gloria.
Segundo
Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
No,
Jesús Eucaristía, Tú no eres “un objeto blanco y redondo de pequeñas
dimensiones”, así apareces a los sentidos corporales, pero la realidad del
misterio eucarístico nos dice que la Eucaristía no es lo que parece ser, un
pequeño pan circular, bendecido en una ceremonia religiosa: la Eucaristía es el
Cordero de Dios, Jesús de Nazareth, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad
que, unida hipostáticamente, personalmente, a la naturaleza humana de Jesús, se
encuentra con su realidad divina y humana glorificada, en la Hostia consagrada,
en aquello que parece ser pan, pero ya no es más pan, porque es el Cuerpo, la
Sangre, el Alma y la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo. No, Jesús
Eucaristía, Tú no eres en la Eucaristía “un objeto blanco y redondo de pequeñas
dimensiones”, porque así apareces a la mente y razón humana sin fe, así
apareces a los que, sin la luz del Espíritu Santo, sólo ven en la Eucaristía un
trocito de pan circular, pero la fe de la Iglesia nos dice que Tú en la
Eucaristía eres el Dios Tres veces Santo, el Dios Creador del universo visible
e invisible, el Dios Redentor, que murió en la Cruz para salvarnos y que
perpetúa su sacrificio redentor, de modo incruento y sacramental, en la Santa
Misa; el Dios Santificador, que junto con el Padre, nos envías el Espíritu
Santo, para que con el Fuego del Divino Amor queme en nosotros toda impureza,
toda malicia, todo pecado, y nos conceda la santidad divina que procede de tu
Ser divino trinitario como de una fuente inagotable.
Silencio
para meditar.
Padrenuestro,
Diez Ave Marías, Gloria.
Tercer
Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
No,
Jesús Eucaristía, Tú no eres “un objeto blanco y redondo de pequeñas
dimensiones”; Tú eres en la Eucaristía el Verdadero Maná bajado del cielo, el
Maná que nos concede el Padre y que nos comunica tu vida divina; Tú eres en la
Eucaristía el alimento de los ángeles que nosotros, pobres y miserables
pecadores, recibimos para deleite y gozo de nuestras almas, en nuestro
peregrinar hacia la Jerusalén celestial. No, Jesús Eucaristía, Tú no “un objeto
blanco y redondo de pequeñas dimensiones”, Tú eres el Pan Vivo bajado del
cielo, y eres Pan Vivo, porque comunicas de tu vida divina a quien te comulga
con fe, con piedad y con amor; Tú eres el Pan que da la Vida eterna a quien te
recibe con un corazón puro, en gracia, con fe y con amor; Tú eres en la
Eucaristía el manjar de los ángeles, que te nos brindas en el Banquete
celestial, la Santa Misa, como alimento que nos concede la fuerza divina para
atravesar el desierto de esta vida terrena y así poder llegar a la Nueva
Jerusalén, la Jerusalén del cielo, la Ciudad celestial “cuya Lámpara es el
Cordero”, es decir, Tú mismo, oh Jesús, Hijo de Dios encarnado, que prolongas
tu Encarnación en la Eucaristía. No, Jesús Eucaristía, Tú no eres “un objeto
blanco y redondo de pequeñas dimensiones”, Tú eres la Lámpara de la Jerusalén
celestial, que alumbra a los bienaventurados del cielo, los ángeles y los
santos, con la luz resplandeciente de tu divinidad, que brota inagotable e
indeficiente de tu Ser divino trinitario, y que a nosotros, los miembros de la
Iglesia Militante, nos alumbras desde la Eucaristía con la luz de la fe, de la
gracia y de la verdad, luz que al mismo tiempo que ilumina, concede la vida
divina y el divino amor a todo aquel que recibe tus divinos rayos luminosos.
Silencio
para meditar.
Padrenuestro,
Diez Ave Marías, Gloria.
Cuarto
Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
No,
Jesús Eucaristía, Tú no eres “un objeto blanco y redondo de pequeñas
dimensiones”; Tú no eres, en la Eucaristía, un mero recuerdo de la Cena
Pascual, porque por el milagro de la Transubstanciación, operado por el
Espíritu Santo en la Misa, a través del sacerdote ministerial en las palabras
de la consagración, en la Eucaristía estás no de modo simbólico, o compartiendo
las substancias del pan y del vino, sino que estás con tu Acto de Ser divino
trinitario y es por eso que la Eucaristía es el Dios Tres veces Santo, el mismo
Dios al que adoran postrándose los ángeles y santos en la eternidad, entonando
cánticos de alabanza, de gloria y honor; Tú en la Eucaristía, no estás
compartiendo las substancias del pan y del vino, porque por el milagro de la
Transubstanciación, estas substancias creadas ya no está más, porque se han
convertido en las substancias de tu Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad; Tú en la
Eucaristía no estás de modo meramente moral o imaginario, dependiendo de la fe de
la asamblea, sino que estás Presente real, verdadera y substancialmente, con tu
divinidad y tu humanidad glorificada, para donarte todo sin reservas al alma
que te recibe en gracia, con fe y con amor.
Silencio
para meditar.
Padrenuestro,
Diez Ave Marías, Gloria.
Quinto
Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
No,
Jesús Eucaristía, Tú no eres “un objeto blanco y redondo de pequeñas
dimensiones”; Tú eres nuestro Dios, nuestro Creador, nuestro Redentor y nuestro
Salvador; Tú eres la Sabiduría de Dios Encarnada; Tú eres la Divina Misericordia
encarnada; en la Eucaristía está tu Sagrado Corazón Eucarístico, vivo,
resucitado, glorioso, que late con la fuerza del Divino Amor; Tú en la
Eucaristía eres el Dios que nos ama y nos ama con locura, con la locura de
quien verdaderamente está loco de amor, porque sólo quien está loco de amor,
puede donarse todo entero, sin reservarse nada, a los hombres, pobres creaturas
ciegas, ignorantes de tu amor, que ni siquiera somos capaces de imaginarnos la
magnitud del Amor Divino con el que nos amas; no, Jesús Eucaristía, Tú no eres “un
objeto blanco y redondo de pequeñas dimensiones”, eso lo dicen los paganos, los
que no tienen fe, los que están ciegos al misterio de un Dios que por amor y
sólo por amor, decide convertir, por el milagro de la Transubstanciación en la
Santa Misa, al pan material en su Cuerpo glorioso y resucitado, y al vino en su
Sangre, la Sangre del Cordero de Dios, que contiene al Espíritu Santo y da la
vida eterna a quien bebe del cáliz Eucarístico. No, Jesús Eucaristía, Tú no
eres “un objeto blanco y redondo de pequeñas dimensiones”, Tú eres el Dios de
la Eucaristía, el Dios del sagrario, el Dios Amor que has venido a traer a la
tierra el Fuego del Divino Amor que inhabita en tu Corazón, para incendiar
nuestros corazones en el Amor de Dios. A Ti, oh Cordero de Dios Tres veces
Santo; a Ti, oh Hijo Eterno del Padre encarnado en el seno virgen de María, que
prolongas tu encarnación en la Eucaristía; a Ti, oh Dios bendito y Tres veces
santo, que para mendigar la miseria de amor que hay en nuestros pobres
corazones, te quedas en la Eucaristía, para donarte como Pan Vivo bajado del
cielo, a Ti te decimos, desde nuestra nada y pequeñez, junto con el Ángel de
Portugal: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por
los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”.
Un Padrenuestro, tres Ave Marías, un gloria, para
ganar las indulgencias del Santo Rosario, pidiendo por la salud e intenciones
de los Santos Padres Benedicto y Francisco.
Oración
final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te
amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima
Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco
el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo,
Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes,
sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido.
Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado
Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.
Canto
final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.
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