viernes, 25 de septiembre de 2015

Hora Santa pidiendo por la paz y la unión en las familias


         Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado pidiendo por la paz y la unión en las familias.

Canto inicial: “Cristianos, venid, Cristianos llegad, a adorar a Cristo que está en el altar”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amor. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario meditado (misterios a elección).

Primer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Jesús, siendo Tú Dios Hijo, inhabitabas en el seno del eterno Padre desde toda la eternidad, unido a Él por el Amor del Espíritu Santo. Así, las Tres Divinas Personas formaban, en la eternidad, la Familia de la Santísima Trinidad, en donde las Personas Divinas vivían unidas en el Divino Amor. Te pedimos, oh Buen Jesús, por las familias de la tierra, para que teniendo a la Familia Trinitaria como Fuente de santidad, sean capaces de vivir en el amor, la paz y la concordia, siendo todos y cada uno de sus integrantes, inhabitados por la gracia, una luz celestial en la tierra, que indiquen a todas las familias humanas que el destino final al que estamos llamados es a la comunión de vida y amor con las Tres Divinas Personas de la Trinidad, con la Familia Divina de Dios Uno y Trino.

Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Jesús, al encarnarte en el seno de María Virgen, sin dejar de ser Dios, convertiste al matrimonio legal de María y José en una familia, la Sagrada Familia de Nazarteh. En esta familia, debido a tu Presencia, todo era santo y todo respiraba santidad: la Madre, María, era santa, porque concebida como la Llena de gracia e inhabitada por el Espíritu Santo, estaba destinada a ser la Madre de Dios, Tu Madre, la que habría de alojarte, desde la Encarnación, con todo Amor, para darte a luz en Belén, Casa de Pan, como Pan de Vida eterna; el Padre de la Sagrada Familia, San José, era también santo, porque era casto y puro, al estar destinado a ser el esposo meramente legal de la Madre de Dios y el padre adoptivo del Hijo de Dios Encarnado; el Hijo de esta Sagrada Familia también era santo, porque eras Tú, oh Dios Hijo, Tres veces Santo, ante quien los ángeles del cielo se postran en adoración exclamando, llenos de admiración y de gozo: “Santo, Santo, Santo es el Señor Dios de los ejércitos”. Jesús, te pedimos por todas las familias del mundo, para que, a imitación de la Sagrada Familia de Nazareth, todos sus integrantes sean santos, vivan en la santidad y la acrecienten cada día más, convirtiéndose así en focos de luz, de paz, de amor y de unidad para todos los hombres.

Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Jesús, al nacer, el rey Herodes, celoso de Ti e instigado por oscuras fuerzas y oponiéndose al plan de Dios, que quería salvar a la humanidad a través tuyo, quiso matarte y por eso la Sagrada Familia debió huir a Egipto, para ponerte a salvo. Tú eras llevado en los amorosos brazos de María Santísima, mientras que San José cuidaba de ambos en todo momento. La Sagrada Familia debió emprender un largo y peligroso viaje, para huir de sus perseguidores, para encontrar en Egipto un refugio en donde pudiera vivir en paz, regresando sólo con la muerte del perseguidor Herodes. Jesús, te pedimos por las familias que, a lo largo del mundo, se ven obligadas a emigrar por la fuerza, escapando de sus perseguidores; te pedimos especialmente por las familias cristianas, perseguidas sólo por el hecho de creer en Ti, oh Cristo Rey; te pedimos que hagas que estas familias, al igual que la Sagrada Familia de Nazareth, encuentren paz y que sus perseguidores se conviertan, de modo que puedan regresar a su tierra natal. Jesús, apiádate de todas las familias cristianas perseguidas por su fe, para que encuentren en Ti su consuelo, su fortaleza, su paz, su luz y su esperanza.

         Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Jesús, hoy las familias cristianas y las familias de todo el mundo, se ven amenazadas por toda clase de males: el divorcio de los padres, la violencia intra-familiar, las drogas en sus miembros más jóvenes, el abandono de la verdadera religión, el ateísmo y el agnosticismo de muchos de sus integrantes, el abandono del seno familiar para integrar sectas, cada vez más peligrosas, el uso del alcohol y de toda clase de substancias tóxicas, la dispersión de la mente y la atracción del corazón hacia cosas malas a causa de la televisión e internet, y muchos otros males más. Jesús, te pedimos que te apiades de las familias de todo el mundo, para que por intercesión de María Santísima, Medianera de todas las gracias, les concedas la conversión de los corazones, de manera que las familias, abandonando todo lo malo, tengan a Ti, Hombre-Dios, como su Rey, como su Único Dios y Señor.

Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Jesús, Tú, que eres Dios, te encarnaste en el seno virgen de María Santísima, asumiendo un cuerpo y una naturaleza humana, haciéndote hombre, sin dejar de ser Dios. Cuando te encarnaste, Jesús, luego de que la Virgen diera su “Sí” a la Voluntad del Padre, que quería hacer de Ella la Madre de Dios, comenzaste a vivir en su seno purísimo. Asumiste en tu Persona divina un alma y un cuerpo humanos, sólo que el Cuerpo tuyo, en el instante de la Encarnación, tenía la forma y el tamaño de una célula, porque al ser engendrado, fuiste implantado, por obra y gracia del Espíritu Santo, en el útero de María Virgen, como un cigoto, que es el primer estadio de todo ser humano recién concebido. Puesto que San José era sólo Esposo legal de maría Virgen, toda la información genética correspondiente al progenitor masculino, fue creado en ese instante de la concepción, de manera que pudiera completarse la cantidad de cromosomas que todo niño recién concebido posee. Así, desde el primer instante de la concepción, asumiste nuestra naturaleza humana, incluido el estadio de embrión uni-celular, el cigoto, y a partir de ahí, comenzaste el período de gestación que habría de culminar a los nueve meses, cuando la Virgen y Madre te diera a luz milagrosamente en un humilde Portal de Belén. Jesús, te suplicamos, te imploramos, por todos los niños por nacer, por todos los niños concebidos en los vientres de sus madres, para que todos, sin excepción, puedan llegar a ver la luz del día, lo cual lamentablemente no sucede en cientos de miles de casos al día, a causa del abominable crimen del aborto; te suplicamos, Jesús, por todos los niños por nacer, pero especialmente por aquellos que serán abortados, para que los lleves contigo, para que estén ante Tu Presencia por la eternidad, amándote y adorándote; te suplicamos también por las madres que abortan, por los padres que cooperan en el aborto, y por los médicos y enfermeras que también cooperan en este horrible crimen, para que una rayo de tu luz, bajando desde tu Sagrado Corazón, ilumine sus mentes y sus corazones, se conviertan y sean capaces de arrepentirse y no volver a cometer más el crimen del aborto.

|Un Padre Nuestro, Tres Ave Marías y Gloria para ganar las indulgencias del Santo Rosario, pidiendo también por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco y por las benditas almas del Purgatorio.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amor. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El trece de mayo en Cova de Iría”.


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