viernes, 27 de septiembre de 2013

Hora Santa en reparación por los que cometen actos sacrílegos y vandálicos contra Jesús, la Virgen y la Iglesia


         Inicio: Ingresamos en el Oratorio, nos postramos ante la Presencia de Jesús Eucaristía, hacemos silencio interior y exteriormente, y nos encomendamos a nuestros ángeles custodios, para que lleven esta Hora Santa al Inmaculado Corazón de María para desde allí llegue al trono de Dios. Ofrecemos esta Hora Santa en reparación por la profanación sufrida por la Iglesia de San Ignacio, la más antigua de Buenos Aires, pidiendo perdón y reparando por los autores materiales e intelectuales del sacrílego ataque.
         Oración de entrada: “Dios mío, yo creo, espero, Te adoro y Te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni Te adoran, ni Te aman” (tres veces).
         “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.
         Canto de entrada: “Postrado a vuestros pies humildemente”.
         Meditación
         Jesús Eucaristía, Rey de cielos y tierra, que en la Cruz ofreciste al Padre, por nuestra salvación, tu Cuerpo, tu Sangre, tu Alma y tu Divinidad, te pedimos perdón y reparamos por aquellos hermanos nuestros que, inmersos en las más negras y densas tinieblas infernales, osan profanar el altar eucarístico, sin darse cuenta que el altar es una parte del cielo en la tierra, parte del cielo en el que se renueva el Santo Sacrificio del Calvario, parte del cielo que está rodeado y custodiado por miríadas y miríadas de ángeles de luz, que contemplan con pena e indignación la insolencia inaudita de quienes  se atreven, a riesgo de la salvación eterna de sus almas, profanar el altar en donde Tú renuevas el Sacrificio de la Cruz. Jesús, ten piedad de nuestros pobres hermanos y, por mediación de María Santísima, concédeles la gracia de poder entender qué es el altar eucarístico, para que postrándose ante Ti con arrepentimiento sincero, Te pidan perdón e inicien una vida de conversión y reparación. Amén.
         Silencio para meditar.
         Jesús Eucaristía, Nuevo Adán, que cuando estabas dormido en la Cruz nació la Iglesia de Tu costado abierto por la lanza; Jesús, Segundo y definitivo Adán, Cabeza Santa de la humanidad regenerada por la gracia, que diste origen a la Iglesia, la Nueva Eva, con la Sangre y el Agua que brotaron, como fuente inagotable de gracia divina, de tu Corazón traspasado; ten piedad, compadécete, apiádate, de nuestros hermanos que, envueltos en las tinieblas del ángel caído, osan profanar tu Iglesia provocando destrozos e incendiándola, y escribiendo sacrílegamente pintadas que dicen: “La única Iglesia que ilumina es la que arde”, sin darse cuenta de que sí, la Iglesia Sacrosanta ilumina porque arde, pero arde con el Fuego del Amor Divino, el Espíritu Santo, y con las llamas del Amor Divino la Iglesia ilumina a todas las naciones de la tierra, de todos los tiempos, señalando el Único Camino de salvación, Cristo Jesús. Jesús, perdona a nuestros hermanos, y por tu infinita Misericordia, enciende sus entenebrecidos corazones con el Fuego del Espíritu Santo. Amén.
         Silencio para meditar.
         Jesús Eucaristía, Nuestro Dios, Nuestro Amo, Nuestro Señor, Nuestro Creador, Nuestro Todo; sin Ti “nada podemos hacer”, pero tampoco “nada podemos ser”, y tan ni siquiera “podemos ser”, si Tú no nos sostienes en el ser, si Tú no nos mantienes en el ser y en la existencia. Por Tu Voluntad somos, vivimos y existimos; porque Tú lo quieres, respiramos; porque Tú lo dispones, estamos vivos y estaremos vivos con esta vida terrena hasta que Tú, en tu infinita Sabiduría, dispongamos llamarnos a tu Presencia, para comenzar a vivir la vida eterna; si Tú  lo quisieras, el universo entero, tanto el visible como el invisible, dejarían de existir en el instante en que lo desearas, tal es tu inmenso poder y omnipotencia. Jesús, Tú gobiernas el mundo con tus sangrientas manos paternales; Tú mantienes el equilibrio del universo desde la Eucaristía; Tú eres el Dios de toda majestad y omnipotencia; Tú eres Nuestro Creador, y somos y vivimos porque Tú nos conservas en el ser y en la existencia; Te pedimos perdón y reparamos por aquellos hermanos nuestros que, oscurecidas sus mentes, almas y corazones, por el negro y espeso humo del Príncipe de las tinieblas, profanaron tu Iglesia escribiendo: “Ni Dios ni amo”, desconociendo tu condición de Dios Creador, Redentor y Santificador, ultrajando tu Santísimo Nombre, pisoteando tu derecho a ser reconocido como el Único Dios verdadero por quien se vive; Jesús, no tengas en cuenta este horrible sacrilegio, y por tus dolorosísimas llagas, y por los dolores inenarrables del Inmaculado Corazón de María, concédeles a estos nuestros hermanos, la gracia de la conversión y contrición del corazón. Amén.
         Silencio para meditar.
         Jesús Eucaristía. Te pedimos perdón y reparamos por quienes profanaron la Iglesia de San Ignacio y el altar eucarístico, provocando con este ultraje, lancinantes dolores al Inmaculado Corazón de María, porque ultrajar al Hijo es ultrajar a la Madre, ofender al Hijo es ofender a la Madre, cometer sacrilegio contra el Hijo es cometer sacrilegio contra la Madre, porque donde está el Hijo, ahí está la Madre. Jesús, apiádate de los profanadores, de los sacrílegos, de los que ultrajan tu Nombre y el de tu Madre amantísima; ellos también son hijos de María, nacidos al pie de la Cruz; ellos son también aquellos a quienes encargaste a María que hiciera de Madre, adoptándolos al pie de la Cruz; ellos son también hijos de María y de la Iglesia, porque por ellos y por nosotros le dijiste a tu Madre, antes de morir: “Mujer, he ahí a tu hijo”. Ellos también son hijos de María Virgen, aunque de momento no la reconozcan y la ofendan, al no reconocerte y ofenderte a Ti, oh Buen Jesús; por el amor infinito del Corazón de esta Madre amantísima, amor que es infinito porque en el Corazón de María inhabita el mismo Dios Amor, el Espíritu Santo, y por las lágrimas de sangre que surcan el rostro de sus imágenes, lágrimas que expresan la tristeza y el llanto sin consuelo de la Virgen al ver que sus hijos se encaminan precipitadamente al más profundo de los infiernos, por esas lágrimas, y por el dolor de su Inmaculado Corazón, Te suplicamos, Jesús Misericordioso, que no les tengas en cuenta este horrible sacrilegio y toques con tu gracia sus negros y endurecidos corazones, para que cesen de ofenderte de una vez y comiencen a latir con la fuerza del Amor Divino. Amén.
          Silencio para meditar.
         Jesús Eucaristía, Tú que elegiste a Pedro como Vicario tuyo, para que sea tu Embajador y Representante, haciéndolo partícipe de tu poder sacerdotal, de modo que es para nosotros “el dulce Cristo en la tierra”, Te pedimos por los profanadores y sacrílegos, que al profanar la Iglesia, profanan también a tu Vicario, el Papa, por el solo hecho de ser tu representante. Te suplicamos que cambies el odio y la negrura de sus corazones, por el Amor y la dulzura que provienen de Ti, Dios de Amor, para que arrepentidos de sus blasfemias, insolencias y ultrajes, reconozcan en Ti a su Dios y Creador, y en el Papa
Te vean a Ti mismo, oculto en un hombre. Te pedimos perdón y reparamos por quienes atacan al Santo Padre de diversas formas; no les tengas en cuenta este delito y en cambio, por tu gran Misericordia y por la intercesión de María Santísima, concédeles la gracia del arrepentimiento, para que te conozcan y te amen, en el tiempo y en la eternidad. Amén.
         Silencio para meditar.
         Oración de salida: “Dios mío, yo creo, espero, Te adoro y Te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni Te adoran, ni Te aman” (tres veces).
         “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

         Canto final: “El trece de mayo”.

         

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