Inicio: ingresamos en el Oratorio. Hacemos silencio
interior, para recoger nuestros sentidos internos y también hacemos silencio
exterior, para poder elevar nuestra oración y escuchar la voz de Dios, que habla
en el silencio. Pedimos la asistencia de nuestros santos ángeles custodios y la
intercesión de nuestra Madre del cielo, María Santísima, para que la oración
llegue hasta el trono del Cordero en los cielos. Ofrecemos esta Hora Santa de
modo particular, en reparación por los ultrajes cometidos contra la Eucaristía,
sobre todo las profanaciones hechas con intenciones de realizar misas negras.
Oración
inicial: “Dios mío, yo
creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni
esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo,
Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los
sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e
indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los
infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de
María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.
Canto
inicial: “Hacia Ti, Morada Santa”.
Meditación
Jesús,
Tu Presencia en la Eucaristía es un regalo del Amor del Padre para toda la
humanidad; por la Eucaristía, los hombres tenemos ya en la tierra, en el altar
eucarístico y en el sagrario, algo más grande que los cielos eternos, porque la
Eucaristía eres Tú, el Hijo de sus entrañas, y sin embargo los hombres ultrajan
tu Presencia eucarística posponiéndote por eventos banales. Te pedimos perdón y
reparamos, por ellos y por nosotros, y te pedimos para todos la gracia de la
contrición perfecta del corazón.
Silencio para meditar.
Jesús, la Santa Misa es el acontecimiento más trascendente que
pueda suceder a la humanidad, porque se trata de la renovación incruenta del
Santo Sacrificio de la Cruz, sacrificio por el cual quitas el pecado del mundo,
derrotas al infierno, destruyes a la muerte y salvas a la humanidad de las
garras del demonio, y sin embargo los hombres no cesan de cometer todo tipo de injurias,
sacrilegios y profanaciones, ya sea menospreciándola, o asistiendo con tibieza,
o bien cometiendo el horrible pecado de profanarla por medio de misas negras. Te
pedimos perdón y te ofrecemos esta Hora Santa en reparación, pidiéndote para
ellos y para nosotros la gracia de la conversión y de la perseverancia final.
Amén.
Silencio para meditar.
Jesús, la Eucaristía es el Sol que ilumina las tinieblas de
este mundo que “yace en tinieblas y en sombras de muerte”, porque la Eucaristía
eres Tú, Cordero de Dios, Lámpara de la Jerusalén celestial, Sol de justicia,
Luz de Luz eterna, Luz indefectible, Luz Viva que das vida y amor a quien
iluminas, y sin embargo, por un hórrido misterio de iniquidad, los hombres
prefieren habitar en las sombras, y es así que en vez de acudir al sagrario, a
postrarse ante tu Presencia eucarística para adorarte, corren a adorar a los
modernos ídolos neo-paganos del mundo moderno, y por ellos te pedimos perdón y
reparamos y te ofrecemos a ti mismo en reparación, para que no les tengas en
cuenta este pecado.
Silencio para meditar.
Jesús, la Comunión eucarística alimenta nuestras almas con
un manjar exquisito, un manjar celestial, un manjar de ángeles, porque es tu
Cuerpo, tu Sangre, tu Alma, tu Divinidad y tu Amor, de manera que el alma queda
saciada y colmada con tanta paz, alegría, felicidad y amor, que nada más puede
desear en este mundo, aunque de momento no pueda experimentarlo sensiblemente,
pues estos bienes los recibirá en su plenitud en la vida eterna. Y sin embargo,
muchos hombres, reciben la comunión eucarística de modo distraído, de manera
tal que desperdician la gran mayoría de los dones, mientras que otros llegan al
colmo de recibir la Eucaristía con el único objetivo de preservarla para luego
utilizarla en misas negras. Te pedimos perdón y reparamos, oh Buen Jesús, por
las comuniones sacrílegas, realizadas únicamente con el propósito
explícito de profanar luego la Eucaristía en ritos satánicos; te suplicamos que no les tengas en
cuenta este abominable delito y que, por los méritos de tu Pasión y por los méritos
y la intercesión del Inmaculado Corazón de María, les concedas la gracia de la
conversión. Amén.
Silencio para meditar.
Jesús, la Eucaristía es el signo celestial que nos indica el
camino a la eternidad; las apariencias del pan constituyen la esperanza de vida
eterna, porque más allá de lo que aparece a nuestros ojos y sentidos, estás Tú,
que eres Dios eterno y por eso la Eucaristía es la razón de nuestra alegría y
es lo que da sentido a nuestra vida y a nuestro paso por esta vida, porque nos
dirigimos hacia la Eucaristía, es decir, hacia Ti, Morada Santa; todos nuestros
pasos, toda nuestra vida, todos los segundos y minutos y días de nuestra vida
terrena, se encaminan y se dirigen hacia Ti, Morada Santa, Eucaristía, Pan de
Vida eterna, Dios de Amor y de Paz, en quien reposaremos y viviremos para
siempre, por tu misericordia, por la eternidad. Y sin embargo, muchísimos
hombres, encaminan sus pasos en la dirección opuesta; muchísimos hombres,
dirigen sus vidas en otra dirección; muchísimos hombres gastan su tiempo en cosas
vanas, en cosas que no son Eucaristía, y así pierden de vista la Eucaristía,
pierden de vista la eternidad, te pierden de vista a Ti, Dios de la Eucaristía,
Morada Santa. Te pedimos perdón y reparamos, y te suplicamos que les concedas,
a ellos y a nosotros, la gracia del arrepentimiento perfecto y la gracia de la
perseverancia final, de modo que todos vivamos en Ti, en tu Morada Santa, por
la eternidad. Amén.
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te
amo. Te pido perdón,
por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te
aman” (tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo,
Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los
sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e
indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los
infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de
María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.
Canción final: “El trece de Mayo”.
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