Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo
Rosario meditado en reparación por el inaudito crimen cometido por el gobierno
francés, el de colocar al aborto, al asesinato de un ser humano indefenso, como
“derecho constitucional”. Para mayores datos acerca de este aberrante hecho,
consultar el siguiente enlace:
https://cigotoypersona.blogspot.com/2024/03/abominable-francia-sanciona-como.html
Canto de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.
Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio
(misterios a elección).
Meditación.
Dentro de las señales de predestinación de un alma al
Reino de los cielos, se encuentra el dar limosnas y ejercitar la caridad y la
misericordia, según las catorce obras de misericordia, corporales y
espirituales, que recomienda la Santa Iglesia Católica. Para quien esto
hiciere, en la Sagrada Escritura están prometidos el perdón de los pecados y el
alcanzar de Dios su Divina Misericordia: “Sean misericordiosos y obtendrán
misericordia”. Acerca de la limosna como señal de predestinación, dice así la
Sagrada Escritura: “La limosna libra de la muerte, ella es la que limpia los
pecados y hace hallar la vida eterna” (Tob 12). Y David dice:
“Bienaventurado el varón que entiende sobre el necesitado y pobre: el Señor le
librará en el día malo” (Sal 40), esto es, en el juicio riguroso de Dios
en la hora de la muerte[1]. Y
sobre la misericordia, dice así San Gregorio Nacianceno: “No tiene el hombre
cosa más divina que el hacer bien a otros”.
Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Segundo Misterio.
Meditación.
Otra señal de predestinación es la pobreza de
espíritu, lo cual significa el despegar el corazón de los bienes terrenos y es
así como la primera bienaventuranza, “ser pobre de espíritu”, promete el Reino
de los cielos. Además, Cristo eligió en este mundo a los pobres -sobre todo los
pobres de espíritu-, pronunciando severas advertencias para los ricos o para
quienes, siendo pobres, tienen alma avarienta y usurera: “¡Ay de vosotros,
ricos, que tenéis aquí vuestro consuelo!”.
Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Tercer Misterio.
Meditación.
Otra señal es la humildad y así es como dice San
Bernardo a sus monjes: “¿Quién sabe si los nombres de todos los que aquí veo
están escritos en el cielo y anotados en el libro de los predestinados? Porque
me parece que veo algunas señales de vuestra vocación y justificación en el
trato de tanta humildad, por lo cual, perseverad, carísimos, para que por la
humildad subáis a la alteza. Éste es el camino y fuera de él no hay otro”.
Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Cuarto Misterio.
Meditación.
Otra señal es la caridad de Dios y del prójimo, porque
el Salvador del mundo dijo: “En esto conocerán que sois mis discípulos, si os
amareis unos a otros”. Otra señal es frecuentar devotamente los Sacramentos de
la Confesión y la Comunión y así dijo Cristo: “El que come mi Carne y bebe mi
Sangre, en Mí se queda y Yo en él”. Otra señal de predestinación es gustar la
Palabra de Dios, meditando frecuentemente sus verdades y los misterios divinos.
“El que es de Dios, dice Cristo, oirá la Palabra de Dios”, como así también es
señal de réprobos no gustar de ella.
Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Quinto Misterio.
Meditación.
Una señal más de predestinación es el estar resignado
en las manos de Dios y pronto para hacer su Divina Voluntad, guardando con Dios
las leyes del verdadero amor, que es tener un mismo querer y no querer, con lo
cual seremos fieles siervos de su divina majestad. Una señal más es el haber
hecho algún acto heroico de virtud nacido de caridad y celo santo. Una última
señal de predestinación es la devoción amorosa y verdadera a la Madre de Dios.
San Anselmo dice: “A quien fuere concedido pensar muchas veces en la Virgen con
dulce cuidado, echo de ver que tiene grande inicio de alcanzar su salvación”.
Estas son las señales de dicha tan grande como es morir en gracia. Examine cada
uno si las tiene y en qué grado las tiene. Mírelas y considérelas. Si no se
halla en camino de predestinación, póngase en él y con buenas obras haga cierta
su gracia y elección (2 Pe 1) y con actos continuos de estas virtudes asegure
su salvación. Bendito sea Dios, que no nos puso la salvación en cosas
imposibles ni en cosas que dependan de voluntad ajena, sino de la nuestra, de
nuestro libre albedrío. Conserve la gracia quien la tiene, pues no tiene que
pedir a otro nada para tenerla. Si no tiene las señales de salud, hágalas él y
procure las virtudes dichas para que así, muriendo en gracia, goce el Reino de
la gloria, para el que fue creado, por eternidad de eternidades. Amén.
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo
por las intenciones del Santo Padre.
[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina
Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 592.
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