martes, 30 de marzo de 2021

Hora Santa en reparación por atentado islámico contra Iglesia en Indonesia en Misa de Ramos 280321


 

Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por un nuevo atentado islámico, esta vez contra una iglesia en Indonesia, en el transcurso de la celebración de la Santa Misa. Para mayor información, consultar el siguiente enlace:

https://www.france24.com/es/asia-pac%C3%ADfico/20210328-indonesia-atentado-iglesia-catolica-makassar-islam

Canto inicial: “Cantemos al Amor de los amores”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

La fe sobrenatural en Cristo Dios es necesaria para que el alma se disponga para recibir la gracia, porque así como el sol con sus rayos no solo esclarece el aire, sino que lo purifica, así la gracia no solo disipa las tinieblas de la razón natural, sino que la ilumina de tal manera que le concede al entendimiento la infalibilidad de la sabiduría divina[1].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Es por esta razón que se dice que “la fe alumbra”, en el sentido de iluminar, porque hace ver al alma verdades que el cuerpo no puede contemplar con los ojos materiales y esto de tal manera, que es más cierto lo que dice la fe católica en Cristo Dios, que lo que se ve por los ojos corporales a la luz del día. La fe funda su firmeza y certidumbre en Dios mismo y por eso es infalible, porque Dios es infalible y es por esto que, los mismos ojos con los que Dios ve las cosas y con el mismo juicio con el que las califica y con el mismo peso con que las mide, con ese mismo las conoce, juzga y mide la verdad de la fe, que de ninguna manera se puede engañar[2].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Al tener la fe consigo, el hombre tiene dentro de sí, por el Espíritu Santo, algo que es más grande que lo humano y es por esta fe que comienza a introducirse en una región celestial diferente de la del mundo, donde no se guía ni por los sentidos, ni por la razón humana, juzgando las cosas como las juzga Dios y moviendo la voluntad hacia el Bien Sumo y Eterno, Cristo Dios en la Eucaristía.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

La fe católica imprime en el alma verdades que son imposibles de alcanzar con los solos sentidos humanos y la razón natural; su fuerza no nace del discurso vehemente, sino que nace de la verdad que proviene del Espíritu Santo. La luz de la fe, que es una luz que viene de Dios Trino, posee una eficacia sobrenatural y un poder divino tales que son capaces de mover nuestra voluntad hacia el Ser divino trinitario, para esperar de Él su bendición, su gracia y su infinita misericordia[3]. De esta manera, la fe viene a ser el canal principal por donde la Santísima Trinidad nos comunica sus auxilios y los tesoros inimaginables de su gracia.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Es esta fe católica la que nos ayuda a estimar, con debido aprecio, el don inapreciable de la gracia, de la Sangre de Nuestro Redentor Jesucristo, como así también de la gravedad penosa del pecado y de las penas que merece; también nos prepara para el Juicio Final y nos hace apreciar la gloria que se da a los que mueren en gracia; es la fe la que nos hace convertirnos a Dios Trino de todo corazón, temiendo su Divina Justicia, pues así como Dios aborrece al pecado y lo castiga con eternos tormentos, pero también nos hace esperar en su Divina Misericordia, que por usarla con nosotros, no la usó con su Hijo[4]. Por último, la fe nos hace amar la infinita bondad de la Trinidad, pues es fuente de todo bien y justicia, en quien están con suma perfección todos sus atributos. ¡Nuestra Señor de la Eucaristía, que tu Hijo aumente nuestra fe en su Presencia Sacramental!

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 473.

[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 473.

[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 473.

[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 474.

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