Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la quema de una iglesia por parte de ultra-izquierdistas en Chile. Para mayores datos, consultar el siguiente enlace:
Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido
perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres
veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto inicial: “Postrado a vuestros pies, humildemente”.
Inicio del rezo del Santo Rosario meditado. Primer
Misterio (a elección).
Meditación.
¿Cómo debe ser un alma para ser agradable a los hijos de
Dios? ¿Debe estudiar mucha filosofía, mucha teología, o leer innumerables
tratados de sabiduría teológica? Nada de esto. Para saberlo, veamos qué es lo
que nos dice la Virgen: “Deben volver a ser sencillos, humildes, recogidos,
pobres, cándidos: deben volver a ser en verdad aquellos pequeños, a quienes
solamente serán revelados los designios de Dios, los misterios del Reino de
Dios”[1]. Pidamos esta gracia a la
Virgen, para ser gratos a los ojos de Dios y no ante el mundo.
Silencio
para meditar.
Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.
Segundo Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
Otra cosa que agrada a Dios en el alma es la pobreza
interior y exterior. En efecto, antes de nacer, la Virgen, encinta de su Hijo
Jesús -que se había encarnado en su seno virginal por obra del Espíritu Santo-,
junto con San José, recorren las ricas posadas de Belén y reciben un “no” por
respuesta, a su pedido de alojamiento. Ese “no” al Hijo de Dios que quiere
nacer en los corazones de las almas, se repite hoy, pues las almas están ensoberbecidas
en su ceguera y creen que no necesitan a Dios en sus vidas. Así, recurren a los
bienes espirituales y también a la soberbia interior, que los incapacita para
recibir al Salvador en sus corazones. Pidamos a la Virgen por estas almas, que
creen ser ricas, pero en realidad viven en la más profunda miseria espiritual.
Silencio
para meditar.
Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.
Tercer Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
Afirma la Virgen que la pobreza exterior de bienes y la
pobreza interior de afectos e ideas -las ideas propias, que surgen del propio orgullo-,
reducen al alma a la nada y es esta nada la que atrae la complacencia de Dios
sobre esa alma[2].
Solo así, despojados del propio yo y de bienes exteriores, el alma puede ser
conducida por la Virgen, como un niño es conducido por su madre; sólo así,
despojados del propio yo, puede el alma recibir lo que la Virgen quiere darle:
las ideas y los pensamientos de su Hijo Jesús. Pero para eso es necesario
despojarnos de nuestro propio yo interior.
Silencio
para meditar.
Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.
Cuarto Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
Los mártires son los que más se asemejan, de entre los santos,
a la pureza interior y exterior que Dios requiere para que sus hijos ingresen
en el Reino de los cielos[3]. El mártir, el que está
dispuesto, con la fuerza del Espíritu Santo, a entregar su vida y derramar su
sangre en testimonio de Jesucristo como Salvador, es el que, por la acción del
Espíritu, ha alcanzado tal grado de santidad, que ya no solo no lo atrae este mundo,
sino que desprecia esta vida terrena, con tal de alcanzar la vida eterna. Esto no
es algo que pueda ser adquirido por nuestras propias fuerzas, sino que es un
don del cielo y, como tal, debe ser pedido en la oración, si es voluntad de
Dios el concederlo.
Silencio
para meditar.
Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.
Quinto Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
El mejor modo de hacer oración es hacerlo en el Corazón de
María, con María y para María. Allí, el alma se une a la oración de acción de
gracias que permanentemente se eleva desde el Corazón de la Madre del cielo;
también la Virgen eleva oraciones de propiciación por tantas almas que, olvidándose
de Jesucristo y de la Virgen, se vuelcan a los placeres falsos que el mundo les
ofrece, disipando así sus almas y viviendo en un estado de libertinaje y de
pecado continuo. Es Satanás quien seduce a las almas para que éstas,
debilitadas por la acción del pecado, se aparten cada vez más y más de Dios
Trino. Sólo en el Corazón Inmaculado de la Madre, podremos hacer la debida
oración de acción de gracias, de propiciación y también de reparación por todos
aquellos que no creen, ni esperan, ni adoran, ni aman a Dios Uno y Trino y al
Cordero.
Oración
final: “Dios
mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen,
ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y
Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del
mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los
cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su
Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la
conversión de los pobres pecadores. Amén”.
Canto final: “Un día al Cielo iré y la contemplaré”.
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