Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario
meditado en reparación por la quema de Biblias programada por un grupo de
estudiantes universitarios adeptos al satanismo, en una universidad de EE. UU. Nos
basaremos para la meditación en el libro del P. Gobbi titulado “A los
Sacerdotes, hijos predilectos de la Santísima Virgen”[1].
Para mayor información acerca de este lamentable hecho, se puede consultar el
siguiente enlace:
Canto inicial: “Cantemos al Amor de los amores”.
Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te
pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres
veces).
“Santísima
Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco
el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo,
en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él
mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo
Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los
pobres pecadores. Amén”.
Inicio del rezo del Santo Rosario (misterios a
elección).
Primer Misterio.
Meditación.
El Inmaculado Corazón de María es el refugio de los
pecadores: quien allí ingresa, se encuentra a salvo de la ira de Dios, ira
desencadenada por los pecados de los hombres, que se elevan día a día de forma
blasfema en contra del cielo. Quien allí se refugia es como el que está en medio
de una espantosa tormenta e ingresa en un refugio en donde encuentra luz y paz,
poniéndose a salvo de la furia de los rayos y truenos.
Un Padrenuestro, Diez Ave Marías y un Gloria.
Segundo Misterio.
Meditación.
Pero el Inmaculado Corazón de María no
sólo es refugio de los pecadores: es también el lugar preferido en donde van a
hacer morada las Tres Divinas Personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Si el hombre pecador encuentra refugio para sus pesares, Dios Uno y Trino
encuentra el lugar más agradable aun que el mismo cielo, porque el Corazón
Inmaculado de María está inhabitado por el Amor de Dios, el Espíritu Santo.
Un Padrenuestro, Diez Ave Marías y un Gloria.
Tercer Misterio.
Meditación.
Dios Padre encuentra, en el Inmaculado Corazón de
María, realizado de modo perfecto su designio. En el Corazón de María se reúne
toda la Creación para cantar, junto a la Virgen, cánticos e himnos de alabanza
al Creador y Señor del universo visible e invisible. El Inmaculado Corazón de
María es lugar en donde el Padre celestial recibe, de sus creaturas y a través
de María, la alabanza, el amor y la adoración que Él merece.
Un Padrenuestro, Diez Ave Marías y un Gloria.
Cuarto Misterio.
Meditación.
Dios Hijo encuentra en el Inmaculado
Corazón de María su morada habitual, porque su Corazón es el hogar en donde el
Verbo se ha formado en su vida humana, desde su Concepción y Encarnación.
Además, durante su niñez y juventud, es en donde Jesús encontraba ayuda,
consuelo y amor maternal. Incluso en la Pasión, cuando era conducido al
patíbulo para ser ejecutado por la salvación de los hombres, el Inmaculado
Corazón de María era el único lugar en donde Jesús podía encontrar descanso,
paz y el amor negado por los hombres.
Un Padrenuestro, Diez Ave Marías y un Gloria.
Quinto Misterio.
Meditación.
En el Inmaculado Corazón de María, Dios
Espíritu Santo es el único celestial jardinero que ingresa en este hermoso
Huerto cerrado. El Espíritu Santo, que la envolvió con su luz de amor y la
colmó con sus dones, la embelleció también a la
Virgen como a su Esposa amada, realizando en el Inmaculado Corazón su
más grande prodigio. Nadie puede entrar en este Jardín Cerrado si no es el
Espíritu Santo quien lo conduce y la consagración al Inmaculado corazón es la
puerta de ingreso a este celestial Huerto.
Un Padrenuestro, tres Ave Marías y un
Gloria, pidiendo por la salud e intenciones de los santos Padres Benedicto y
Francisco.
Canto final: “Cantemos al Amor de los amores”.
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido
perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres
veces).
“Santísima
Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco
el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo,
en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él
mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo
Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los
pobres pecadores. Amén”.
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