miércoles, 11 de septiembre de 2019

Hora Santa en reparación por profanación de la Santa Cruz de la Inquisición en Sevilla, España 100919



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación y desagravio por el atentado y profanación de la Santa Cruz de la Inquisición cometido por una mujer en Sevilla, España. La información relativa al lamentable hecho se encuentra en el siguiente enlace:


         Canto inicial: “Cantemos al Amor de los amores”.

Oración de entrada: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Afirma Santo Tomás que en la unión entre el alma en gracia y Dios, se encuentran los tres bienes del matrimonio y esto de parte de Dios[1]. Estos bienes son: fe, contra el adulterio; inseparabilidad, contra el divorcio y finalmente fecundidad, contra la esterilidad. Y esto porque en el matrimonio espiritual la fe es más inviolable, la inseparabilidad mayor y la fecundidad más grande, porque es Dios quien asegura estos bienes. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que siempre demos gracias a Dios por los dones esponsales que nos concede al unirnos con Él!

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Con respecto a la fe, no hay mayor fe de Dios al alma y aún guarda fe al alma, después que ella ha sido infiel[2]. Dice así Dios por Jeremías: “Con muchos enamorados has adulterado, pero, con todo esto, vuélvete a Mí”[3]. No hay mayor extremo ni muestra de amor, por parte de Dios, que éste, que después de haber sido traidores a Dios nos busque Él en persona y Él nos quiera perdonar nuestras infidelidades. De parte de Dios, nunca faltarán ni la lealtad ni la fe: nunca se ha podido quejar un alma de que Dios haya quebrantado su palabra o que haya dado menos muestras de amor.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Dice Santo Tomás que Dios ama al alma por ella misma, aún si ama también a otras almas y el amor con que ama al alma es con el Amor substancial de Dios, el Espíritu Santo: “Con tan maravilloso modo te ama Dios, ¡oh alma mía!, todo Dios a ti toda, que no por eso te ama menos, aunque ama contigo a otra, esto es a otra distinta de ti en substancia, pero una contigo en la caridad y amistad. Y no te amara más, si sola te amara, antes si no te diera compañeras, por ventura te pudiera amar menos que ahora”[4].

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         El amor más fiel es el dar la vida por las almas y esto lo demostró claramente Nuestro Señor Jesucristo, al ofrendar su vida en la Cruz por nuestra salvación. Y mayor muestra de amor es que, cuando Él dio su vida por nosotros en la Cruz, nosotros éramos sus enemigos, porque estábamos en el pecado. Es decir, si Dios nos amó hasta dar la vida en la Cruz siendo nosotros pecadores, ¿cuánto más habrá de amarnos si nuestras almas están, no ya en pecado, sino en gracia? ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que nunca dejemos de lado el Amor esponsal que Dios nos manifiesta en la gracia!

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, Diez Ave Marías, Gloria. 
  
Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

San Pablo propuso a los casados por idea del amor matrimonial, el amor de Cristo Esposo para con la Iglesia Esposa, esto es, con las almas santas, que son las que forman la Iglesia[5]. Y así, dice: “Maridos, amad a vuestras mujeres, como Cristo amó a la Iglesia, entregándose a Sí mismo a la muerte por ella para santificarla, limpiándola con un baño de agua en la palabra de vida, para hacerla gloriosa para Sí; sin que tuviese mancha o arruga o cosa semejante, sino que fuera santa e inmaculada”. Así debe ser el alma que está en gracia, porque ha sido lavada con la Sangre del Cordero: debe ser, para su Esposo Dios, un alma santa e inmaculada, en donde no exista ni la más pequeña traza, no ya de pecado, sino de imperfección. Sólo así el alma podrá corresponder, mínimamente, el Amor con el que Dios la amó desde lo más profundo del Sagrado Corazón de Jesús, suspendido en la Cruz.

Un Padrenuestro, tres Ave Marías, un gloria, para ganar las indulgencias del Santo Rosario, pidiendo por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.




[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 236.
[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 236.
[3] Cap. 3.
[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 237.
[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 237.

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