martes, 6 de agosto de 2019

Hora Santa en reparación por decapitación de estatua de Padre Pío en Italia 030819





Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la decapitación de una imagen del Padre Pío en Italia. La información pertinente sobre el lamentable hecho se encuentra en el siguiente enlace:


Canto inicial: “Cantemos al Amor de los amores”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación

Cuando un alma está en gracia, su hermosura es tal que enamora a los ángeles y al mismo Dios, pero cuando está en pecado, su fealdad la asemeja al más horrible de los demonios[1]. En la Biblia se narra que Naamán el sirio se bañó siete veces en las aguas del río Jordán[2], quedando libre de la lepra y sano; al cristiano le basta con acudir una vez al Sacramento de la Penitencia y lavar su alma no en aguas de un río, sino en la Sangre del Cordero. ¿Por qué muchos cristianos son renuentes a ser hermoseados por esta Sangre Preciosísima, prefiriendo quedarse en el lodo del pecado?

Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación

Un pagano, Naamán el sirio, es ejemplo para muchos cristianos, porque estando él enfermo, no dudó en realizar una gran travesía, dejar su reino, llegar a tierras enemigas y hacer lo que se le ordenase, para obtener la salud. Dios Nuestro Señor ha dispuesto que nada de esto deba hacer el cristiano para recuperar la salud del alma, sino solamente acudir con humildad y contrición a los pies del confesor, para que su alma quede sanada del pecado y embellecida con la gracia. ¿Por qué motivo tantos cristianos, sobre todo jóvenes, no lo hacen?

Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación

El alma que, confiando en Dios y en su infinita misericordia, piensa que está en gracia y que no tiene conciencia de pecado mortal, debe cuidarse de mantenerse en este estado y guardarse limpia y hermosa, como la deja la gracia, porque así quiere el Divino Esposo que esté siempre el alma[3]. Nuestro Señor Jesucristo, llamado también el Esposo de la Iglesia y de las almas, quiere que estas estén siempre en estado de gracia, “toda hermosa y sin mancha” de pecado que la afee.

Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación

Así como en una tela preciosa una mancha de aceite la afea y hasta puede llegar a arruinarla[4], así también sucede con el alma en gracia y con los pecados: si son veniales, comienzan por afearla un poco, mientras que si son mortales, la vuelven desagradable por completo a los ojos de Dios. Por esto, quien temor y amor de Dios, debe cuidarse muy bien de no arruinar la hermosura que da la gracia, ni siquiera con el más mínimo pecado venial o imperfección alguna.

Silencio para meditar. 

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación

La hermosura del cuerpo, aun cuando se empleen todos los medios posibles para mantenerla intacta, termina siempre por ajarse, poco a poco, hasta que se arruina por completo[5]. Es lo que le sucede a los cuerpos humanos por el paso del tiempo, ya que inexorablemente todos los hombres, unos antes y otros después, todos caminan hacia la el envejecimiento y la muerte. Sin embargo, la frescura y hermosura que da la gracia no envejece nunca, como así tampoco envejece el alma, que es substancia espiritual, y esto al punto que puede decirse que la verdadera juventud y hermosura no radican ni en el cuerpo ni en la edad, sino en el alma y en la gracia. Si la hermosura del cuerpo se pierde, no se pierde nunca la hermosura de la gracia; antes bien, se acrecienta cada vez más, cuando el alma hace el esfuerzo por no solo conservar, sino crecer en gracia cada día. Si le dedicamos tiempo al cuidado del cuerpo, que es necesario hacerlo, dedicamos al menos una o dos horas de oración, para mantener al alma saludable, fuerte, hermosa y en gracia.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria pidiendo por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canción de despedida: “Cantad a María, la Reina del Cielo”.




[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 212-213.
[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 214.
[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 214.
[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 215.
[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 215.

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