miércoles, 14 de agosto de 2019

Hora Santa en reparación por homenaje público a Satanás en Italia 130819



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa en reparación y desagravio por el homenaje público rendido a Satanás por un “poeta” en Italia. La reparación y el desagravio públicos son necesarios por cuanto toda alabanza al Demonio implica, necesariamente, una ofensa a Dios Uno y Trino y su Mesías, Cristo Jesús. La información relativa a tan lamentable hecho se encuentra en el siguiente enlace:


Canto inicial: “Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación

         Los bienes que la gracia concede al alma son inconmensurables y cuando se los considera uno por uno, pareciera que uno es superior al otro en majestad y grandeza, aunque en realidad todos lo son por igual[1]. Baste considerar el hecho de que por la gracia el alma deja de vivir una vida puramente natural, para vivir una vida sobrenatural, la vida misma de Dios Uno y Trino y que es de esta vida divina participada, de donde le vienen todos los demás dones y bienes al alma.

         Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación

         Es admirable lo que la gracia hace, y esto está declarado por el Apóstol, quien dice que: “quien se llega a Dios por la gracia se hace un espíritu con Él”[2]. En verdad, no hay grandeza ni majestuosidad más deseables para el corazón humano que llegar a ser uno con Dios y esto lo logra por la gracia. también para Dios parece no haber otro deseo mayor que el hombre sea uno con Él y esto lo declara Jesús en el Evangelio: “(…) Que sean una cosa, como nosotros somos una cosa. Yo estoy en ellos y Tú en Mí, para que sean consumados y perfectos en ser una misma cosa”[3]. Y también: “Como Tú, Padre, estás en Mí y Yo en Ti, para que ellos sean en nosotros una misma cosa”.

         Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación

         De las palabras de Nuestro Señor Jesucristo, de querer Él que los hombres sean con Dios Padre una sola cosa, así como Él con el Padre lo es, se deduce la inmensa dignación que ha tenido para con nosotros[4], sus indignos discípulos. No puede el hombre ni siquiera imaginar el valor que tiene el ser una cosa con Dios y estar con Dios y Dios estar con nosotros. Esto implica para el alma ser partícipe de la gloria de Dios, no de cualquier manera, sino como la gloria que el Padre eterno le dio en su seno, desde toda la eternidad. ¿Puede acaso un hombre desear algo más grande que esto?

         Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación

         El Hijo de Dios, para que el hombre pudiera ser partícipe de la gloria de Dios, padeció la muerte y la Pasión para así alcanzar a los hombres la gracia, con la cual y por medio de la cual nos da también su Espíritu, esto es, “su divinidad con la Persona del Espíritu Santo, para que habite, como realmente habita, en los justos, con lo cual somos una cosa con Dios y con todos los santos del cielo y de la tierra y con las jerarquías de todos los espíritus celestiales”[5].

         Silencio para meditar. 

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación

         Esta unión con Dios se causa por razón de la misma naturaleza de la gracia, que por ser de su esencia participación de la naturaleza divina y expresa y viva imagen de Dios, une al alma con el mismo Dios, haciéndola divina y endiosándola[6]. También se causa esta unión con Dios de manera que se hace el que está en gracia “un espíritu” con Dios por razón de la persona misma del Espíritu Santo, que se infunde en el alma[7]. Y no hay nada más grandioso e inefable para un alma, que poseer en sí, por la gracia, al Espíritu de Dios, el Amor de Dios, el Espíritu Santo.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria pidiendo por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canción de despedida: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 217.
[2] 1 Cor. 6.
[3] Jn 17.
[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 218.
[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 219.
[6] Cfr. Nieremberg, ibidem, 219.
[7] Cfr. Nieremberg, ibidem, 219.

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