miércoles, 8 de mayo de 2019

Hora Santa en reparación por profanación de imagen de la Virgen con bandera homosexual en Polonia 070519


Virgen de Czestochowa. Foto: Miguel de Palafox / Wikipedia, dominio público.

         Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la ofensa cometida contra la imagen de Nuestra Señora de Schezstokowa por parte de una mujer militante del movimiento LGTBQ en Polonia. El informe sobre el lamentable hecho se encuentra en el siguiente sitio:


         Canto inicial: “Adoro Te devote, latens Deitas”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación

         En el Apocalipsis, Nuestro Señor dice: “Yo hago nuevas todas las cosas”[1]; pues bien, una de las cosas que hace nuevas es el hombre, puesto que lo convierte, por la gracia, de simple creatura, en hijo adoptivo de Dios y en Dios por participación. Y esto a tal punto que el mismo Señor exclama: “Yo dije: “Dioses sois y todos hijos del Altísimo”. Un autor, el P. Baltasar Álvarez[2], exclamaba: “No queramos degenerar de los altos pensamientos de hijos de Dios”. Es decir, quien es hijo de Dios por la gracia, debe tener excelsos y altos pensamientos y sus obras deben demostrar que es hijo de tan grande Señor, Dios Uno y Trino.

         Silencio.    

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación

         Por la gracia, dice un autor[3], somos hijos de Dios y por eso hemos de considerarnos unos a otros no como meras creaturas –lo cual ya en sí es bueno, por ser creación de Dios-, sino como algo más grande, como dioses, porque por la gracia participamos de la naturaleza divina y somos nueva hechura y creaturas de Dios, que en los justos –en los que están en gracia- inhabita de un modo muy particular, pues inhabitan las Tres Divinas Personas. Un filósofo, Epicteto[4], dice: “Tú eres una cosa principalísima, derivada de la naturaleza divina, que en ti mismo participas, ¿por qué ignoras tu casa y tu linaje? ¿No sabes de dónde has venido? ¿Por qué no quieres acordarte cuando comes quién eres tú que estás comiendo y a quién sustentas? Y cuando vives entre otros y conversas con hombres, cuando te ejercitas, cuando razonas, ¿no sabes que sustentas a un Dios, que llevas contigo a un Dios? Esto dice un filósofo y se aplica a todo cristiano que vive en gracia, porque en el justo inhabitan las Tres Divinas Personas. ¡Qué tesoro llevamos en vasijas de barro!

         Silencio.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación

         Continúa el mismo filósofo: “Si ignoras que llevas a un Dios, o si te olvidas de esto, ¡eres miserable! ¿Piensas que hablo de una imagen de oro o de plata, que exteriormente traes contigo? No digo eso, sino que dentro de ti traes a Dios, el cual no siente que le profanas, lo cual haces con los pensamientos poco limpios y acciones bajas y torpes. Si una imagen de Dios estuviera presente, no tuvieras atrevimiento para hacer cosa semejante; pues estando Dios presente en tus entrañas, ¿cómo no te avergüenzas de pensar y hacer tales cosas, olvidado de tu naturaleza?”. Hasta aquí el filósofo, por lo que pensemos: no llevamos imágenes de oro y plata, sino algo infinitamente e indeciblemente más valioso: llevamos, por la gracia, al mismo Dios Trino; procuremos, por lo tanto, comportarnos y obrar de modo acorde a tanto honor inmerecido.

         Silencio.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación

         El que está en gracia debe conocer su dignidad[5], que supera infinitamente a la dignidad de los más altos nobles y reyes de la tierra e incluso supera en dignidad infinita a los más poderosos ángeles del cielo y esto por el hecho de participar, por la gracia divina, de la divina naturaleza y no participando de cualquier modo, sino en calidad de hijo adoptivo de Dios. El que está en gracia debe considerar que él está en Dios y que él es hijo de Dios, por lo que no debe cometer afrenta alguna, a nada ni a nadie, sino que mirando lo que es, debe comportarse como lo que es: como hijo no ya de un rey poderosísimo y virtuosísimo, sino de Dios Uno y Trino, hijo de Dios y heredero del cielo.

         Silencio.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación

         San Sixto[6], Papa, decía así: “Estas cosas, hermanos míos muy queridos, revolvamos siempre en nuestro corazón; estas cosas meditemos día y noche. Grandiosa cosa es ser hijos de Dios; rica y abundante es la posesión de la vida eterna; resplandecer con los rayos del sol, cosa es más esclarecida que la misma claridad; reinar con Dios, cosas es más noble que la misma nobleza; cosa inenarrable es lo que creemos; inmenso es lo que esperamos”. ¡Oh, Nuestra Señora de la Eucaristía, que siempre tengamos, en la mente estos pensamientos de ser hijos de Dios y en el corazón el amor y el deseo de comportarnos como tales y que nunca hagamos nada indigno de este sublime don concedido por la Trinidad!

         Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria pidiendo por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canción de despedida: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.



[1] Ap 21, 5.
[2] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 153.
[3] Cfr. Nieremberg, ibídem, 153.
[4] Arrian., lib. 11, cap. 8.
[5] Cfr. Nieremberg, ibídem, 154.
[6] Epist. De Malis Doct.

No hay comentarios:

Publicar un comentario