viernes, 5 de agosto de 2016

Hora Santa en honor a los Sagrados Corazones de Jesús y María


         Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en honor de los Sagrados Corazones de Jesús y María.

         Canto inicial: “Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar”.

Oración de entrada: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación. 

Sagrado Corazón de Jesús, antes de entrar en agonía en el Huerto de Getsemaní, Tú pediste a tus amigos y discípulos que te acompañaran en la oración, en esa oración en la que pedías al Padre que no se hiciera tu voluntad, sino la suya, que era que Tú murieras en la Cruz por nuestra salvación. Y tus amigos y discípulos, a quienes habías privilegiado con tu amor de amistad y por quienes estabas entregando tu vida, en vez de permanecer vigilantes en la oración, llevados por el desamor hacia Ti, por la frialdad y la indiferencia, cayeron en un profundo sueño, dejándote solo y abandonado a tu merced. Y mientras tus amigos dormían y te dejaban solo, rechazando tu amor, tus enemigos, oh Sagrado Corazón de Jesús, movidos por el odio satánico hacia tu Persona divina, oh Hijo de Dios, que eres la Divina Misericordia encarnada, se mostraban despiertos y activos, buscando, por todos los medios posibles, encarcelarte para darte muerte. Al mismo tiempo que tus discípulos y amigos, rechazando el Amor de Dios, te dejaban solo y desprotegido, tus enemigos en cambio, movidos por el odio satánico hacia Ti, se dirigían veloces hacia el Huerto de los Olivos, para apresarte y dar así inicio a tu dolorosa Pasión. Oh Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, hoy también se repite la misma escena evangélica, porque mientras Tú estás en el sagrario, llamando y pidiendo a tus amigos, que somos nosotros, para que te hagamos compañía y elevemos oraciones de adoración y reparación, nosotros, como los discípulos en el Huerto, nos dejamos también llevar, muchas veces, por el desamor, la frialdad y la indiferencia hacia Ti, y de igual modo a como sucedió en el Huerto, tus enemigos se muestran activos y frenéticos en su tarea de quitar tu Nombre de las mentes y los corazones. ¡Oh Sagrado Corazón de Jesús, despierta nuestro letargo, concédenos el Amor de tu Corazón, que nos incendie en el Fuego del Divino Amor y así vengamos a hacerte compañía por la adoración eucarística!

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Inmaculado Corazón de María, en el que mora el Amor de Dios, el Espíritu Santo; Tú eres el modelo de adoración eucarística, porque tú alojaste en tu seno virginal al Verbo Eterno del Padre, encarnado para nuestra salvación. Desde el primer instante de la Encarnación, tú, oh María Santísima, Nuestra Señora de la Eucaristía, adoraste al Verbo de Dios hecho hombre sin dejar de ser Dios. Tú, Virgen de la Eucaristía, te convertiste en el Primer Sagrario y Sagrario Viviente, albergando el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo. Tu seno materno, oh María Santísima, fue el lugar que sirvió, en la tierra, de sustituto del seno de Dios Padre, en donde el Verbo de Dios inhabitaba desde la eternidad; en tu seno virginal, María Santísima, Dios Hijo, la Segunda Persona de la Trinidad, encontró el mismo Amor con el que era amado por el Padre desde siglos sin fin, el Espíritu Santo, y por este motivo el Hijo de Dios, al encarnarse y venir a este “valle de lágrimas”, no encontró diferencia alguna entre el Amor recibido en el seno del Eterno Padre y el Amor recibido en tu seno virginal, oh Santa Madre de Dios. Tú eres nuestro modelo perfectísimo de adoración eucarística, Nuestra Señora de la Eucaristía, porque tú adoraste al Verbo de Dios, desde el primer instante de la Encarnación, cuando era una célula unida a su Alma y su Alma unida a su Divinidad; tú lo adoraste mientras lo revestías, con tu misma substancia materna, y tejías un cuerpo con tu sangre y tu carne, para darle al Dios Invisible y Espíritu Puro, un Cuerpo mediante el cual fuera visible por nosotros y que pudiera ser ofrecido como Hostia Viva, Santa y Pura, sobre el Altar de la Cruz y sobre la Cruz del Altar; tú adoraste a tu Hijo, Dios encarnado, que habitaba en tu seno virginal con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, convirtiéndote en Custodia viviente y dándonos ejemplo de cómo debemos adorar el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía. ¡Oh Santa Madre de Dios, Nuestra Señora de la Eucaristía, danos la gracia de amar a tu Hijo Jesús, en el Santísimo Sacramento del Altar, con el mismo Amor con el que lo amabas en tu seno virginal!

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Sagrado Corazón de Jesús, cuyo único deseo es donarte todo, sin medida, a cada hombre, para que cada hombre conozca y se deleite en el gozo del Amor de Dios; Sagrado Corazón de Jesús, en Quien inhabita el Divino Amor, el Espíritu Santo, como Llamas de Fuego y como Fuego de Amor celestial, Tú quieres encender los corazones de los hombres con este Fuego y cuanto antes lo quieres ver ardiendo, como dijiste en el Evangelio: “He venido a traer Fuego sobre la tierra, ¡y cómo quisiera ya verlo ardiendo!” (Lc 12, 49). Este fuego que quieres ver ardiendo y que Tú has traído desde el cielo eterno en el que vives, es el Fuego que arde en tu Corazón, es el Fuego que es transportado en tu Sangre, es el Fuego que se derrama sobre las almas cuando sobre las almas cae tu Preciosísima Sangre, es el Fuego que se bebe en el Cáliz del altar, es el Fuego que se oculta en el Vino de la Alianza Nueva y Eterna, tu Sangre derramada en la Cruz, es el Fuego que incendia a las almas en el Amor de Dios, es el Fuego que se transmite por la Sagrada Comunión, es el Fuego que convierte los corazones humanos, secos como un leño, en brasas ardientes que resplandecen con la luz del Divino Amor. ¡Oh Sagrado Corazón de Jesús, que tu Sangre Preciosísima caiga sobre nuestras almas y que nuestros corazones sean como la hierba reseca, para que al contacto con tu Sangre, se enciendan en el Amor de Dios y, como teas ardientes, iluminen con tu divino resplandor al “mundo que yace en tinieblas y sombras de muerte” (cfr. Lc 1, 79)!

Silencio para meditar.

Padrenuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Inmaculado Corazón de María, que lates en el Amor de Dios, Dios te salve, eres la Morada predilecta del Dios Altísimo, la Flor celestial que embriaga con su perfume a la Trinidad; Dios te salve, Madre siempre Virgen, tu Corazón es un nido de luz y de amor, en donde mora la Palabra de Dios y en donde la Palabra de Dios eternamente pronunciada, Jesucristo, resplandece con su luz y su gracia en todo su divino esplendor; Inmaculado Corazón de María, tú eres el modelo perfecto para quien escucha la Palabra de Dios y desea cumplir la Divina Voluntad: con tu “Sí” al Anuncio del Ángel, nos diste ejemplo de cómo recibir al Verbo de Dios, Encarnado por nuestra salvación: lo recibiste en tu Mente Purísima, iluminada por la luz de la Divina Sabiduría, y así nos das ejemplo para recibir la Palabra de Dios encarnada, que prolonga su Encarnación en la Eucaristía, con una mente y una fe libres de toda mancha de error, de duda, ante la Verdad de su Presencia real en la Eucaristía; lo recibiste en tu Corazón Inmaculado, inhabitado por el Purísimo Amor de Dios, el Espíritu Santo, y así nos das ejemplo de cómo comulgar por Amor a Dios, con el Amor de Dios y en el Amor de Dios, rechazando todo amor profano y mundano; lo recibiste en tu seno virginal, adorando al Hijo de Dios encarnado también con tu cuerpo castísimo y purísimo, convertido en templo del Espíritu Santo, y así nos das ejemplo de cómo comulgar, con pureza de cuerpo, en castidad y en gracia. de esta manera, Nuestra Señora de la Eucaristía, con tu “Sí”, al Ángel, que te anunciaba la Encarnación del Hijo de Dios, recibiendo a Dios Hijo en tu Mente Sapientísima, en tu Corazón Inmaculado y en tu Cuerpo castísimo, nos das ejemplo de cómo comulgar, que significa recibir triplemente a Jesús Eucaristía: en la mente, con una fe firme en su Presencia real eucarística, sin contaminaciones con errores, dudas o herejías; en el corazón, con un amor puro hacia Dios e indiviso, sin amar nada profano, mundano o pecaminoso; en la boca, es decir, el cuerpo, recibiendo el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía en estado de gracia y en castidad. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, haz que en la Comunión Eucarística te imitemos para que, al igual que tú, que recibiste a tu Hijo en la mente, en el corazón y en el cuerpo, con un Amor Purísimo, también nosotros seamos capaces de comulgar, amando a Jesús y sólo a Jesús en la Eucaristía!

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Sagrados Corazones de Jesús y María, os suplicamos por nuestra conversión, la de nuestros seres queridos y la de todo el mundo, y especialmente os suplicamos por la conversión de los pecadores más empedernidos, aquellas almas que más alejadas están del Amor de Dios, aquellos hermanos nuestros que viven en las tinieblas del error y del pecado, en las sombras de la muerte espiritual, porque cierran sus almas y sus corazones a la gracia santificante; os imploramos, Sagrados Corazones de Jesús y María, que aceptéis el humilde obsequio del amor de nuestros pobres corazones y os pedimos la salvación de todas las almas. Sagrados Corazones de Jesús y María, haced que vuestros latidos sean la vida de nuestros corazones. ¡Jesús, María, os amo, salvad las almas!

Un Padrenuestro, tres Ave Marías, un gloria, para ganar las indulgencias del Santo Rosario, pidiendo por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.


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