Inicio: ofrecemos
esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario pidiendo por nuestra Patria
Argentina.
Canto
inicial: “Cristo Jesús, en ti la Patria
espera”.
Oración
inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te
adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran,
ni te aman” (tres veces).
“Santísima
Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco
el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo,
presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes,
sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido.
Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado
Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.
Inicio
del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio del Santo Rosario (misterios a
elección).
Primer
Misterio.
Meditación.
Por
un divino designio nuestra Patria nació bajo el signo de la Santa Cruz y fue
arropada, desde sus primerísimos inicios, con el manto de María Santísima.
Numerosos hechos sobrenaturales indican que, desde sus inicios, la Patria
Argentina estuvo consagrada a la Inmaculada Concepción de María y protegida por
la Sangre Preciosísima del Cordero: fue deseo del cielo que la Inmaculada Concepción
de la Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de Luján, se quedara entre
nosotros, para adoptar como hijos de Dios a los nacidos en estas tierras y para
constituirse en Patrona y Dueña de la Argentina; fue por un designio divino, y
no por obra de nuestras manos, como lo sostienen los patriotas de la época[1], que
se alcanzó la independencia el 25 de Mayo; fue por un designio divino que el
Acta de los Congresales se firmó a los pies del Cristo de los Congresales; fue
por un designio divino que nuestro emblema nacional ostenta los colores celeste
y blanco de la Inmaculada de Luján. Es por esto que, en estos tiempos de tanta
oscuridad espiritual, imploramos a Nuestro Señor Jesucristo, Dador de la paz de
Dios, que por intermedio de su Madre, María Santísima, infunda su divina paz en
los corazones de todos los argentinos –indios, criollos, hispanos, y de toda
raza y condición-, para que en nuestra Patria Argentina resplandezcan la
concordia, la armonía y la caridad fraterna, y además imploramos a Nuestro
Señor que por María de Luján ilumine las mentes y corazones de los gobernantes,
para que en todo sean guiados según la Ley de Dios.
Silencio
para meditar.
Padre
Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Segundo
Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
Con
su Sangre derramada en la cruz, Jesús, el Cordero de Dios, adquirió para Dios
Padre las almas de los habitantes de este suelo bendito, sin distinción alguna de
razas ni de condiciones sociales; para nuestros compatriotas es que imploramos,
oh Jesús, Dueño y Señor de Nuestra Patria Argentina, que intervengas en
nuestros tiempos, tiempos oscuros y sembrados de confusión; tiempos en los que
la gran mayoría de los argentinos parece haber olvidado que Tú eres Nuestro
Dueño y Señor y que Nuestra Señora de Luján es la Dueña y Protectora de la
Nación Argentina y que por lo tanto ambos deben ser honrados y venerados como
tales. Hoy, en nuestra Patria, reinan por doquier –y sobre todo en sus leyes- la
ausencia de valores, el olvido de los Mandamientos de Dios, la enemistad entre
los argentinos, la falsedad, la hipocresía, el cinismo; el robo generalizado y
el enfrentamiento entre hermanos. Sólo Tú, oh Jesucristo, puedes dar a los
argentinos la verdadera paz, la paz del corazón, la paz de Dios, la paz que,
viniendo de lo alto, inunda al corazón del hombre y luego se extiende a toda la
sociedad. ¡Ven, Señor Jesús, Dueño y Señor de la Patria Argentina; infunde tu
Santo Espíritu e inunda con tu amor, tu luz y tu paz, las mentes y corazones de
los argentinos, para que todos, unidos en un mismo espíritu, reconociéndote
como nuestro Dios y Señor, ensalcemos tu Santa Cruz y en tu Santo Nombre construyamos
una Patria de hermanos, anticipo de la Patria celestial!
Silencio
para meditar.
Padre
Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Tercer
Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
Desde
el trono real de la Cruz, el Cristo de los Congresales, Jesús, el Hombre-Dios, dio
a nuestra Patria la gracia de ser un verdadero y auténtico crisol de razas,
porque con su Cuerpo crucificado derriba “el muro de odio que separa a los
hombres” (cfr. Ef 2, 14), al tiempo
que concede a las almas la paz de Dios. El deseo de Nuestro Señor Jesucristo, al
presidir la Jura de la Independencia desde la Cruz, fue el unir en su Cuerpo,
por la efusión de su Sangre Preciosísima, en un mismo Espíritu, a todo hombre
nacido en estas tierras. Unidos en el Cuerpo de Cristo, por el Espíritu, los
argentinos estamos llamados a dejar atrás los enfrentamientos, las diferencias,
los rencores, para vivir en la paz de Dios, la verdadera y única paz, la paz
que nos da Cristo Jesús, la paz que “no es del mundo” (cfr. Jn 14, 27), porque viene de lo alto, del
seno mismo de Dios. Por haber sido elegidos para vivir en su paz y amor, los mandamientos
de Nuestro Señor Jesucristo deberían estar grabados a fuego en la mente y en
los corazones de los argentinos y todos deberíamos postrarnos ante tan augusto
Señor, dando gracias al cielo por tantos signos de predilección para con
nuestra Patria. Sin embargo, el Dios de la Eucaristía, Cristo Jesús, está
ausente de nuestros corazones, de nuestras leyes, de nuestras vidas, y es así
como el materialismo y el consumismo, frutos del ateísmo, de la indiferencia y
de la ignorancia religiosa culpable, dominan, con excepciones, las mentes y
corazones de los argentinos, llegando hasta el extremo de la malicia de
considerar al aborto como un derecho humano. Postrados ante Ti, oh Cristo de
los Congresales, te suplicamos la gracia de entronizarte a Ti, Jesús
Crucificado, en todos los ámbitos de la Nación –casas, escuelas, hospitales,
edificios de gobierno, para que ninguna otra vida de un argentino por nacer sea
suprimida en el vientre de su madre-, pero, sobre todo, danos la gracia de
amarte con todas las fuerzas de las que seamos capaces, para entronizarte en
nuestros corazones, para que allí seas adorado, bendecido, exaltado y
ensalzado, en el tiempo y en la eternidad.
Silencio
para meditar.
Padre
Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Cuarto
Misterio del Santo Rosario.
Meditación
Jesús
Eucaristía, Tú eres el Hombre-Dios, Tú, en concurso con el Padre y el Espíritu
Santo, eres el Creador de cielos y tierra, del universo visible e invisible;
sin Ti nada fue hecho y nada subsiste sin tu divina potestad y tu divino
Querer: te damos gracias por habernos dado, como muestra del Amor de tu Sagrado
Corazón, a nuestra Patria Argentina; te suplicamos que envíes al Ángel Custodio
de la Patria Argentina para que, bajo tus órdenes y en cumplimiento de tu santa
Voluntad, nos ayude a los argentinos a hacer de esta Patria que es tu don, una
Patria de hermanos, en donde la Ley Nueva de la caridad sea nuestra guía que
nos conduzca a la Patria celestial. Oh Jesús, Rey de los Ángeles, que has
dispuesto que no solo los hombres, sino también las naciones, tengan para su
protección un Ángel Custodio, te pedimos por el Ángel Custodio de Argentina,
para que bajo tus órdenes y bajo las órdenes de San Miguel Arcángel, Jefe de la
Milicia celestial, proteja a nuestra amada Patria Argentina de las acechanzas
del Demonio y de todos sus enemigos, internos y externos. Que el Ángel Custodio
de Argentina, bajo las órdenes de San Miguel Arcángel, que expulsó del cielo con
tu poder a la Serpiente Antigua, luego de que esta, en su osadía diabólica,
pretendió igualarse soberbiamente a Dios, Jesús, nos proteja de todo mal, para
que reinando en nuestra Patria tu gracia, tu paz y tu amor, todos los
argentinos, sin distinción alguna de raza o de condición social, seamos
reunidos ante tu Presencia en la Patria celestial, para adorarte por los siglos
sin fin.
Silencio
para meditar.
Padre
Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Quinto
Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
Cuando
el General Manuel Belgrano creó la Bandera Nacional, en un acto de devoción
mariana, quiso que nuestra enseña patria llevara los colores celeste y blanco
del manto de la Virgen de Luján, de la cual era ferviente devoto. De esta
manera, nuestra Patria Argentina tiene el honor inmerecido de que su Bandera
Nacional sea como una prolongación del Manto de la Inmaculada Virgen de Luján,
lo cual constituye otra muestra más, de las innumerables muestras de amor, con
las que Dios ha querido agraciar a nuestra Patria. Entonces, que así como la
Virgen es Madre de Dios y de todos los hombres, porque nos adoptó a todos al
pie de la cruz, por pedido de Jesús, y nos congrega a todos sus hijos al pie de
la cruz, que así también los argentinos, congregados bajo el Manto celeste y
blanco de nuestra Bandera Nacional, enarbolemos el estandarte ensangrentado de
la Santa Cruz, para que Cristo Rey sea entronizado en los corazones de los
argentinos y en las familias argentinas, para que nuestra Patria honre y adore,
bajo el Manto celeste y blanco de la Virgen Luján, al Dueño, Patrón y Señor de
la Patria Argentina, Jesucristo, el Hombre-Dios y así vivamos en su paz, en su
alegría y en su amor divino.
Un
Padre Nuestro, tres Ave Marías y Gloria, pidiendo por los santos Padres
Benedicto y Francisco, por las Almas del Purgatorio y para ganar las
indulgencias del Santo Rosario.
Oración
final: “Dios mío, yo creo, espero, te
adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran,
ni te aman” (tres veces).
“Santísima
Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco
el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo,
presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes,
sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido.
Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado
Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.
Canto
final: “Himno a Nuestra Señora de Luján”.
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