Inicio: uniéndonos a la
convocación realizada por el Santo Padre Francisco a toda la Iglesia, pidiendo
realizar el próximo 07 de septiembre una “jornada de ayuno y oración por la paz
en Siria, en Oriente Medio y en el mundo entero”, ofrecemos esta Hora Santa
pidiendo y el rezo del Santo Rosario meditado. Ofrecemos de modo especial esta
Hora Santa y el Santo Rosario por el Aylin Kurdi, por su hermanito y su madre,
que murieron al huir de la guerra en Siria y de la amenaza mortal del Ejército
Islámico (ISIS) y también por su padre, para que encuentre paz, serenidad y
alegría en Cristo, muerto y resucitado.
Canto
inicial: “Cristianos,
venid, Cristianos llegad, a adorar a Cristo que está en el altar”.
Oración
inicial: “Dios mío,
yo creo, espero, te adoro y te amor. Te pido perdón por los que no creen, ni
esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).
“Santísima
Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco
el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo,
Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes,
sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es ofendido. Por los
infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de
María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.
Inicio
del rezo del Santo Rosario meditado (misterios a elección).
Primer
Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
Jesús,
Tú dijiste en el Evangelio que serían “bienaventurados los que procuran la paz”
y que serían también “bienaventurados los perseguidos por causa del Reino de
los cielos” (Mt 5, 9); te pedimos por
nuestros hermanos de Siria y por todos los perseguidos a causa de su religión,
para que encuentren paz en medio de las tribulaciones y para que, en la
participación de tu Pasión, alcancen la plena configuración contigo y así se
conviertan, con sus corazones pacíficos, semejantes a los Sagrados Corazones de
Jesús y de María, en corredentores de la humanidad. De esta manera, participando
de tu Pasión con sus sufrimientos, prolongan con sus dolores tu Pasión
redentora, Pasión por la cual venciste para siempre a la Serpiente antigua.
Puesto que participan de tu Pasión, concédeles, también, oh Jesús, Sumo y
Eterno Pastor, participar de tu misma fortaleza, para que, saliendo victoriosos
por la fuerza de tu cruz, merezcan alabarte y adorarte en los cielos, por los
siglos sin fin.
Silencio
para meditar.
Padre
Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Segundo
Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
Jesús,
Tú sufriste en carne propia la amenaza de muerte y la persecución, por parte
del rey Herodes, y debido a esta amenaza mortal (cfr. Mt 2, 18ss), Tú y toda la Sagrada Familia, por indicación del Ángel
(Mt 2, 13) se vieron obligados a emprender
un largo y penoso viaje a Egipto en busca de refugio y de seguridad; te
suplicamos por los que son obligados a dejar sus hogares por la fuerza y por la
violencia de las armas, debido a que son perseguidos a causa de su fe en Ti,
Hombre-Dios y te suplicamos que les concedas el don de la fortaleza para que,
animados y guiados por tu Santo Espíritu, encuentren paz, refugio y consuelo a
sus pesares y con la fuerza del Divino Amor, que brota con la Sangre de tu
Corazón traspasado, sean también capaces de perdonar a sus enemigos (cfr. Mt 5, 44) y verdugos con el mismo Amor
con el que Tú nos perdonas desde la cruz (Lc
23, 34).
Silencio para meditar.
Padre
Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Tercer
Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
Jesús,
cuando Tú, amenazado de muerte, fuiste perseguido por tus enemigos, debiste
abandonar tu tierra natal emprendiendo un largo y penoso viaje y lo hiciste en
brazos de tu Madre, María Santísima y bajo el cuidado amoroso y providente de
San José, tu padre adoptivo en la tierra; te suplicamos por nuestros hermanos
perseguidos de Siria y por los de muchas otras partes del mundo, que ellos
también sientan la protección espiritual de la Madre de Dios y de San José,
para que experimenten el consuelo del amor maternal de María Santísima y la solicitud
providente de tu Padre adoptivo y así se vean aliviados en sus penas y
sufrimientos.
Silencio
para meditar.
Padre
Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Cuarto
Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
Jesús,
cuando Tú y la Sagrada Familia huyeron hacia Egipto (cfr. Mt 2, 13), los perseguían seres humanos, pero inducidos por el
Espíritu del mal, que quería en Ti, Cristo Redentor, dar muerte al Salvador del
mundo. Era el Príncipe de las tinieblas el que, sirviéndose de hombres
partícipes de su odio deicida, continuaba en la tierra la lucha entablada por
los ángeles apóstatas en los cielos contra Dios y sus ángeles de luz (cfr. Ap 12, 7); pero en la tierra, ante la
amenaza del Dragón, que quería matar al hijo de la mujer ahogándolo con un río
vomitado de su boca, a la Virgen Madre le fueron dadas dos alas, con las que
huyó al desierto, poniéndote a salvo del odio deicida de la Serpiente (cfr. Ap 12, 15ss). Te imploramos, Jesús, que
de la misma manera, que quienes son perseguidos en la tierra a causa de tu
Nombre, se vean auxiliados por María Santísima y que sea tu Madre, que es
también nuestra Madre celestial, la que los proteja de los ataques del Enemigo
de las almas, poniéndolos a salvo bajo su manto protector y refugiándolos en su
Inmaculado Corazón.
Silencio
para meditar.
Padre
Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Quinto
Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
Jesús,
Tú que con la Sagrada Familia huiste a Egipto, y fuiste llevado en brazos de tu
Madre, María Santísima, para escapar de la furia deicida de tus perseguidores,
haz que las familias cristianas que huyen de sus crueles perseguidores,
experimenten, en medio de sus tribulaciones, la protección maternal de María y
haz que, fortalecidos por tu Amor,
encuentren en nosotros y en los todos los cristianos, la ayuda material
y espiritual de las obras de misericordia, que reflejen tu mismo Amor
misericordioso, para que den gloria a tu Nombre, en el tiempo y en la
eternidad.
Un
Padre Nuestro, Tres Ave Marías y Gloria para ganar las indulgencias del Santo
Rosario, pidiendo también por la salud e intenciones de los Santos Padres
Benedicto y Francisco y por las benditas almas del Purgatorio.
Oración
final: “Dios mío, yo creo,
espero, te adoro y te amor. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni
te adoran, ni te aman” (tres veces).
“Santísima
Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco
el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo,
Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes,
sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es ofendido. Por los
infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de
María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.
Canto
final: “El trece
de mayo en Cova de Iría”.
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