Inicio: ofrecemos esta
Hora Santa y rezo del Santo Rosario meditado en honor y reparación al
Inmaculado Corazón de María.
Canto inicial: “Cantemos
al Amor de los amores”.
Oración inicial: “Dios
mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen,
ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo,
Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los
sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e
indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los
infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de
María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”
Inicio del rezo del Santo Rosario: Enunciación del Primer
Misterio de Santo Rosario (Misterios a elegir).
Meditación.
María, tú fuiste creada como la Inmaculada Concepción y como
la Llena de gracia, y fuiste inhabitada por el Espíritu Santo desde tu misma
Concepción sin mancha, porque fuiste elegida desde la eternidad para ser la
Madre de Dios, para alojar en tu seno virginal al Verbo de Dios. Ante el
anuncio del Ángel de que ibas a ser la Madre y Virgen, dijiste que “Sí” con tu
Mente Sapientísima a la Verdad de la Encarnación del Verbo Divino, enseñándonos
de esta manera a no tener dudas en la verdad de las enseñanzas del Magisterio de
la Iglesia sobre la Presencia real de Jesús en la Eucaristía y a creer
firmemente en la Presencia real y gloriosa de Jesús, con su Cuerpo, su Sangre,
su Alma, su Divinidad y todo el Amor de su Sagrado Corazón Eucarístico. María, haz que comulguemos con una fe pura, limpia, firme, sin vacilaciones ni dudas en la Presencia de tu Hijo Jesús en la Eucaristía. Amén.
Silencio para meditar.
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Enunciación del Segundo Misterio de Santo Rosario.
Meditación.
María,
tú eres la Madre de Dios y la Flor de los cielos que, ante el anuncio del Ángel
de que habrías de engendrar y concebir en tu seno virginal al Hijo eterno del
Padre, amaste con todo tu Corazón a la Segunda Persona de la Santísima
Trinidad, el cual, obedeciendo al Padre, habría de encarnarse para salvarnos,
en Jesús de Nazareth, y así, al amarlo con todo el amor de tu Inmaculado
Corazón, nos diste ejemplo de cómo amar con todo nuestro corazón a ese mismo
Jesús de Nazareth, Segunda Persona de la Trinidad, que en cada comunión
eucarística nos entrega su Sagrado Corazón, envuelto en las llamas del Divino
Amor. María, haz que al comulgar, nuestro corazón arda de amor por tu Hijo Jesús; haz que nuestro corazón, sea como la hierba seca, que se incendie al contacto con las llamas que brotan del Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús. Amén.
Silencio
para meditar.
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Enunciación del Tercer Misterio de Santo Rosario.
Meditación.
María,
tú eres la Vara de Jesé, de la cual brota el Lirio Inmaculado, Jesucristo, el
Hombre-Dios, que inunda a las almas con la fragancia exquisita de la gracia
santificante; ante el Anuncio del Ángel, de que habrías de alojar en tu seno
virginal a la Palabra de Dios, debido a tu Pureza Inmaculada, dijiste que “Sí”
a la Voluntad de Dios, y así nos enseñas a recibir a tu Hijo Jesús, con su
Cuerpo sacramentado, glorioso y resucitado en la Eucaristía, con un alma y un
cuerpo puros, por la castidad y la abstinencia y en estado de gracia. María, haz que recibamos a tu Hijo Jesús con un corazón, con un alma y con un cuerpo puros como el tuyo, purificados por la gracia y por el horno ardiente de las tribulaciones. Amén.
Silencio
para meditar.
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Enunciación del Cuarto Misterio de Santo Rosario.
Meditación.
María,
tú concebiste y diste a luz virginal y milagrosamente a tu Hijo Jesús en el
Portal de Belén, comportándote como el diamante con relación a la luz: así como
el diamante, piedra transparente y luminosa, a diferencia de las otras piedras,
opacas, que son refractarias a la luz y no la atrapan, atrapa la luz dentro de
sí mismo y luego la irradia, así tú, Madre de Dios, recibiste en tu seno
virginal a la Luz eterna, Jesucristo, durante nueve meses, y luego de
revestirla con tu cuerpo y con tu sangre, la irradiaste al mundo, para que iluminara
a los que viven en sombra y tinieblas de muerte, así nos das ejemplo de cómo
recibir a tu Hijo Jesús en la comunión eucarística, con una mente y un corazón
iluminados por la gracia, para darlo luego a conocer al mundo, por medio de las
obras de misericordia corporales y espirituales, iluminando así las tinieblas
del mundo con la caridad de Cristo. María, ayúdanos a obrar la misericordia, para que transformemos en obras de amor, el Amor misericordioso recibido en la comunión. Amén.
Silencio
para meditar.
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Enunciación del Quinto Misterio de Santo Rosario.
Meditación.
María,
tú acompañaste a tu Hijo a lo largo del Calvario y estuviste de pie, al lado de
la cruz, durante su agonía, y tu Corazón fue atravesado espiritualmente por una
espada de dolor, cuando el soldado romano atravesó el
Costado de Jesús, dejando salir al instante Sangre y Agua. Haz, María
Santísima, Nuestra Señora de los Dolores, que nuestros corazones de piedra,
insensibles ante nuestros propios pecados y ante los sufrimientos de nuestros
hermanos, reciban de tu Hijo la gracia de ser convertidos en corazones de
carne, y que recibamos también la gracia de la contrición perfecta del corazón,
y la gracia de ser misericordiosos para con nuestros hermanos más necesitados,
de manera tal de llegar a ser, por tu intercesión, copias vivientes de los
Sagrados Corazones de Jesús y de María. María, danos la gracia de dolernos de nuestros pecados, que hieren a tu Hijo en la cruz, y haz que sepamos socorrer a tu Hijo, que sufre en nuestros prójimos más necesitados. Amén.
Meditación
final
María, Madre de Dios y Madre
Nuestra, tu Inmaculado Corazón es un océano de Amor infinito y es tan pero tan
grande el Amor que hay en Él, que el mismo Dios, durante toda su vida, desde el
momento mismo de su Concepción y Encarnación, pero sobre todo siendo Niño en
Belén, y siendo en adulto, en la Pasión, buscó refugio en él; si Dios, que “es
Amor” (cfr. 1 Jn 4, 8), se refugió en tu Inmaculado Corazón buscando amor,
mucho más nosotros, que somos “nada más pecado” y la miseria e indigencia
misma, te suplicamos que nos refugies en tu Purísimo Corazón y que nos
estreches fuertemente contra él, para que nos comuniques del Amor que tú tienes
por tu Hijo Jesús, para que, junto con nuestros seres queridos y con el mundo
entero, lo amemos en su Presencia Eucarística con el mismo amor con el que tú
lo amas, y así amándolo y adorándolo en el tiempo, lo continuemos amándolo y
adorándolo, en tu compañía, y en la compañía de los ángeles y de los santos, en
el Reino de los cielos, por toda la eternidad. Amén.
Oración
final: “Dios
mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen,
ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo,
Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los
sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e
indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los
infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de
María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.
Canto
final: “Plegaria a
Nuestra Señora de los Ángeles”.
Hermosa hora santa para nuestra Madre espiritual
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