Inicio: ofrecemos
esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado, en adoración y honor de
la Preciosísima Sangre de Cristo.
Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te
amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te
aman” (tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de
Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en
reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él
mismo es ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los
del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto inicial: “Alabado sea el Santísimo Sacramento del
altar”.
Inicio
del rezo del Santo Rosario. Enunciación del Primer Misterio del Santo Rosario
(misterios a elección).
Meditación
Oh
Sangre Preciosísima de Jesús, que brotaste de las heridas de su Cabeza,
coronada de espinas, inunda mi mente, para que todos los pensamientos suyos
sean los míos, y para que no haya pensamiento en mí que no sea el pensamiento
de Jesucristo, coronado de espinas. Sangre Preciosísima de la Cabeza de Jesús,
brotada por la cruel corona de espinas, para santificar mis pensamientos, haz
que no solo no tenga nunca malos pensamientos, sino que mis pensamientos sean
los mismos pensamientos de Jesús, coronado de espinas. Sangre Preciosísima de
Jesús, que de la Cabeza de Jesús te derramaste sobre sus ojos, haz que yo vea
el mundo y las creaturas, como los ve Jesús, para que mi mirada no solo nunca
mire con la mirada de la concupiscencia, sino que mire siempre y únicamente con
los ojos y la mirada de Jesús; Sangre Preciosísima de Jesús, que de la Cabeza
te derramaste abundantemente sobre sus oídos, haz que no solo nunca escuche
nada malo y que yo cierre mis oídos a todo lo que pueda ofender a Jesús, sino
que escuche siempre y únicamente la dulce voz de Jesús, la Palabra de Dios
eternamente pronunciada, para que en todo haga la Voluntad amabilísima de Dios
en mi vida; Sangre Preciosísima de Jesús, que de la Cabeza coronada de espinas
te derramaste por el Sagrado Rostro de Jesús, alcanzando su nariz, haz que mis
sentidos se aparten de todo lo malo y que sólo huela “el buen olor de Cristo”;
Sangre Preciosísima de Jesús, que cayendo de su Cabeza coronada de espinas,
como un torrente en crecida, inundaste la boca de Jesús, haz que no solo nunca
pronuncie nada pecaminoso ni ofensivo a Dios, sino que de mi boca y de mi
corazón solo salgan alabanzas a Dios y bendiciones para mis prójimos, incluidos
mis enemigos. Amén.
Silencio para meditar.
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Enunciación del Segundo Misterio del Santo Rosario.
Meditación
Sangre Preciosísima de Jesús, que junto con el Agua
brotasteis del Sagrado Corazón de Jesús, traspasado por la lanza del soldado
romano, derrámate con profusión sobre mi pobre y frío corazón de pecador, y haz
de él una imitación viviente del Corazón del Cordero, para que yo sea manso y
humilde como Jesús; Sangre Preciosísima de Jesús, derrámate sobre mi corazón, y
abate la soberbia que hay en él, llenándolo de la humildad de Jesús; Sangre
Preciosísima de Jesús, inunda mi corazón, oscurecido por las tinieblas del
pecado, y llénalo de la luz eterna, Jesucristo; Sangre Preciosísima de Jesús,
derrámate sobre mi corazón, frío como la roca, endurecido en su falta de amor a
Dios y al prójimo, y enciende en él el Fuego del Divino Amor, para que arda en
las llamas del Espíritu Santo y así sea capaz de amar a Dios y al prójimo con
el mismo Amor con el que los ama Jesús; Sangre Preciosísima de Jesús, derrámate
sobre mi corazón, quita de él el rechazo de la cruz y concédeme la gracia de
amar la cruz de Jesús, único camino para ir al cielo; Sangre Preciosísima de
Jesús, derrámate sobre mi pobre corazón, apegado a las comodidades de esta vida
y ciego ante la terrible realidad del pecado, e insensible a las consecuencias que
el pecado acarrea sobre el mundo, sobre la Iglesia, sobre mi alma y sobre
Jesús; quita todo lo malo que hay en él y hazme partícipe de la corona de
espinas que estrecha y rodea al Sagrado Corazón de Jesús, para que beba yo del
cáliz de sus amarguras y participe de sus penas y dolores y así, unido a Él,
repare, a cada latido, por mis pecados, los de mis prójimos más cercanos, y los
pecados de todo el mundo. Amén.
Silencio para meditar.
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Enunciación del Tercer Misterio del Santo Rosario.
Meditación
Sangre Preciosísima de Jesús, que brotaste de la mano
izquierda de Nuestro Señor, por el dolor que sufrió Jesús y por el Amor con que
ofreció su dolor, haz no solo que mis manos nunca se eleven para dañar a mi
prójimo, sino que mis manos estén siempre tendidas hacia el prójimo y que obren
las obras de misericordia, de manera que sea el Divino Amor el que continúe
obrando su obra de salvación por medio de mis manos; Sangre Preciosísima de
Jesús, que brotaste de su mano izquierda, horriblemente traspasada por un
grueso clavo de hierro, haz que mis manos y mis obras sean del agrado de Jesús
y que estas obras buenas, hechas por Él y en Él y para Él, me granjeen la
entrada en el Reino de los cielos; Sangre Preciosísima de Jesús, que brotaste
de la mano izquierda de Jesús, y tu brotar fue acompañado del dolor que sufría
Jesús y del Amor con el que ofrecía ese dolor, convirtiendo así el dolor humano
en fuente de redención y de santificación, haz que mis manos no solo nunca
provoquen dolor a mis hermanos, sino que sean siempre fuente de caridad, de
amor sobrenatural, para que demuestre, con mis obras, que Dios, es decir, Tú,
eres el Amor Divino personificado, la Divina Misericordia encarnada. Amén.
Silencio
para meditar.
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Enunciación del Cuarto Misterio del Santo Rosario.
Meditación
Sangre Preciosísima de Jesús, que brotaste de la mano
derecha de Jesús, haz que no solo nunca reniegue de la Voluntad y de la cruz de
Jesús, sino que estén siempre elevadas en adoración y en acción de gracias a
Dios, adorándolo en su Presencia Eucarística y dándole gracias por su
Sacrificio Redentor en la cruz; por su Presencia en el Santísimo Sacramento del
altar, Jesús derrama gracias inimaginables sobre nuestras almas; por su
Sacrificio Redentor en el Calvario, Jesús nos liberó de nuestros tres grandes
enemigos mortales, el demonio, el pecado y la muerte, y nos concedió la gracia
de la filiación divina, gracia por la cual somos hechos hijos de Dios con la
misma filiación divina con la cual Jesús es Hijo de Dios y somos colmados con
el Amor Perfectísimo del Padre, el Espíritu Santo; Sangre Preciosísima de
Jesús, que por estos beneficios recibidos por el Santo Sacrificio del Calvario,
haz que siempre eleve mis manos en acción de gracias y en adoración a Jesús, el
Cordero de Dios, sacrificado por mi salvación, en el tiempo y en la eternidad.
Amén.
Silencio
para meditar.
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Enunciación del Quinto Misterio del Santo Rosario.
Meditación
Sangre Preciosísima de Jesús, que brotaste de los pies de
Jesús, traspasados por un grueso clavo de hierro, haz que mis pasos se dirijan
siempre hacia el Camino de la Cruz, para que siga, todos los días de mi vida, a
Jesús, que marcha con la cruz hacia el Calvario, por mi salvación; Sangre
Preciosísima de Jesús, haz que mis pasos no solo nunca se encaminen por el
camino del pecado, sino que me conduzcan siempre por el camino de la santidad;
haz que mis pasos se dirijan siempre hacia el encuentro del Cordero, que en
esta tierra está, vivo y glorioso, en la Eucaristía; haz que mis pasos se
dirijan siempre hacia el cielo en la tierra, el Corazón traspasado de Jesús,
que se dona todo Él, con su contenido, el Amor Divino, el Espíritu Santo, en
cada Santa Misa; haz, oh Preciosísima Sangre de Jesús, que mis pasos se
encaminen siempre hacia el Portal de la eternidad, la Santa Misa, y la Santa
Misa es Portal de eternidad, porque en la Santa Misa Jesús se nos ofrece, con
su Cuerpo resucitado y glorioso, en la Eucaristía, para que al unirnos a Él en
su Cuerpo por la comunión, seamos conducidos, por el Espíritu Santo, hacia el
seno del Padre. Amén.
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te
amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te
aman” (tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de
Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en
reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él
mismo es ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los
del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.
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