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En respuesta al pedido de los Obispos de
Argentina de realizar una jornada de ayuno y oración el primer sábado de
Adviento, además de la Santa Misa que celebraremos ese día, ofrecemos esta Hora
Santa, como “modo de solemnizar la jornada”, tal como reza el mismo pedido enviado
a todo el país. En esta Hora Santa, elevaremos a Jesús Eucaristía las siguientes
peticiones: que Dios Padre mueva y sostenga los corazones y las voluntades de
quienes tienen en sus manos la responsabilidad de los recursos de la Ley, para
frenar la perversa y devastadora fuerza de las drogas; por la construcción de
una cultura del encuentro y la solidaridad, como base de una revolución moral
que sostenga una vida más digna; por la conversión de los narcotraficantes; por
los enfermos, sus familiares y todos los que han fallecido a causa de este
flagelo”. Pedimos a nuestros Ángeles Custodios y principalmente a María
Santísima, que nos asistan en esta Adoración Eucarística que ofrecemos por los
jóvenes amenazados y atrapados por la droga.
Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te
adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran,
ni te aman” (tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo,
Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los
sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e
indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los
infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de
María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.
Canto inicial: “Sagrado Corazón, eterna alianza”.
Meditación
Jesús,
Tú eres la esperanza de los hombres, la única esperanza de todo hombre en esta
vida; fuera de Ti solo existe el vacío, la nada, la angustia, la soledad y la
muerte. Tú eres Dios encarnado, nos creaste para Ti, para que seamos felices en
Ti y solo en Ti. Pretender satisfacer este deseo de felicidad, que viene
impreso en nuestra naturaleza desde nuestra creación como un sello indeleble,
es como pretender llenar un abismo con puñado de arena. Jesús, sólo Tú puedes
saciar la sed de felicidad, de alegría, de amor y de paz que late en el corazón
del hombre, presente desde el momento de su concepción hasta que muere. Sin embargo,
a pesar de esto, muchos jóvenes se dejan atraer por los espejismos de la droga y
así, dejándote de lado, se encaminan por los oscuros senderos de la
drogadicción, emprendiendo un camino sin retorno hacia el abismo. Jesús, Tú
eres la esperanza de todo hombre, pero muchos jóvenes, atrapados por la falsa
sensación de felicidad que proporciona la droga, ingresan en el siniestro mundo
del consumo de estupefacientes, encontrando solo angustia, tristeza, soledad, desesperación
y muerte. Jesús, te suplicamos por los jóvenes de nuestros tiempos, por
aquellos que se encuentran atrapados en la tela de araña de la drogadicción y
son incapaces de salir, para que te apiades y les concedas la gracia de salir
de este abismo de locura y muerte; envía a tu Madre y a tus santos ángeles para
que desde el cielo y con el poder de tu gracia, reciban el auxilio que necesitan
para no desesperar y para poner todas sus esperanzas en Ti, Dios nuestro.
Silencio para meditar.
Jesús, Tú eres la luz, porque tu naturaleza divina es
luminosa y la razón es que tu Ser divino trinitario es la Luz Increada en sí
misma; es tu Ser divino el que, encendido desde la eternidad, también desde la
eternidad enciende a la naturaleza divina, haciéndola resplandecer con fulgores
eternos. Tú eres la Luz indefectible, Tú habitas en una luz inaccesible; Tú
eres la “Lámpara de la Jerusalén celestial”; en Ti no hay tinieblas, sino Luz
esplendorosa que no conoce el ocaso; eres Luz y das vida, pero no cualquier
vida, sino Vida eterna, y es por eso que quien se acerca a Ti, recibe de Ti la
luz que brota de tu Ser divino y, con la luz, recibe también la Vida divina, la
vida misma del Ser trinitario. Tú viniste al mundo, que yacía en “tinieblas y
en sombra de muerte”, y destruiste las tinieblas y venciste a la muerte para
siempre por el Santo Sacrificio de la Cruz y renuevas los torrentes inagotables
de luz divina en cada Santa Misa, y por eso quien se acerca a la Cruz y a la
Eucaristía, se acerca a la Fuente de Luz y de Vida eterna. Jesús, te pedimos
por los jóvenes atrapados por la droga; sin saberlo, se han sumergido en las
más oscuras y densas tinieblas; buscando en un lugar equivocado algo que los
hiciera felices, han extraviado el camino de la salvación y se encuentran en el
más oscuro de los abismos. Para Ti nada es imposible, oh Jesús, y porque Tú has
derrotado a las tinieblas desciende, por tu Misericordia, hasta el fondo del
abismo en el que han caído innumerables jóvenes a causa de las drogas, e
ilumínalos, para que puedan contemplar la hermosura de tu rostro y así inicien
el camino del regreso a Ti. Envía, oh Jesús, a tu Madre, para que derramando
sobre los corazones de estos jóvenes extraviados las gracias que proceden de
Ti, puedan salir del oscuro precipicio en el que se encuentran.
Silencio para meditar.
Jesús, Tú eres la Vida eterna, y nos diste una vida en esta
tierra, para que ganemos la vida eterna en tu Reino; Tú nos concedes el período
de tiempo que pasamos en esta tierra como una prueba en la cual decidimos y
elegimos, libremente, si queremos gozar de tu Amor para siempre en los cielos,
o si preferimos estar apartados de Ti para siempre, en el infierno. Al internarse
en el oscuro mundo de la droga, muchos jóvenes ponen ya un pie en el infierno,
y los tormentos, dolores y penas que les sobrevienen en esta vida como
consecuencia de las adicciones son solo un pálido preludio de los tormentos,
dolores y penas que habrán de sufrir por la eternidad si no cambian de vida, si
no abandonan el sendero de perdición que es la drogadicción. Muchos, muchísimos
jóvenes, desperdician y malgastan sus vidas, el don de tus manos creadoras,
para arrojarlas en los porquerizos pestilentes del consumo de estupefacientes;
muchos, muchísimos jóvenes, a quienes Tú les regalaste la vida y les concediste
innumerables dones naturales y sobrenaturales, desperdician todos estos
regalos, arrojándolos en el abismo oscuro de la drogadicción y así malgastan
sus jóvenes vidas, arruinándolas irremediablemente pero, lo peor de todo,
eligiendo ya desde esta vida ser separados para siempre de tu amorosa contemplación.
Jesús, ten piedad de estos jóvenes que malgastan el don de la vida que Tú les
diste; apiádate de ellos, que ven consumida su juventud en un abrir y cerrar de
ojos, que de esta manera ultrajan el tiempo de la juventud, envejeciendo
prematuramente en el cuerpo y en el espíritu y apartándose peligrosamente del
sendero de la Cruz, el sendero de tus Mandamientos, para cumplir los
mandamientos del Príncipe de las tinieblas, que les ordena la auto-destrucción
corporal y espiritual, como muestra del supremo odio que expresa hacia Ti. Jesús,
apiádate de estos jóvenes, y haz que tu Madre nos utilice como instrumentos del
Amor de tu Sagrado Corazón, para rescatar a estos jóvenes del abismo sin fin en
el que han caído, para que se levanten por el auxilio de tu gracia y corran a
postrarse ante tu Presencia sacramental y te adoren, como anticipo de la
adoración eterna en los cielos. Amén.
Silencio para meditar.
Jesús, Rey de cielos y tierra, Creador, Señor y Dueño del
universo, Dios de toda majestad, por quien es y existe todo lo que tiene ser y
existencia; te pedimos por los narcotraficantes, que por un mezquino y egoísta
deseo de enriquecerse ilícitamente, no vacilan en destruir las vidas de miles y
miles de jóvenes, iniciándolos en el camino sin retorno de la drogadicción. Ten
piedad, oh Jesús, de quienes comercializan substancias de muerte y así destruyen
no solo las vidas de los jóvenes sino familias, ciudades y pueblos enteros,
sometiéndolos con las duras, pesadas e invisibles cadenas de la droga. Apiádate,
porque estos sujetos, que también son hijos tuyos, se han descarriado y en su
extravío arrastran a muchísimos jóvenes al dolor en esta vida y a la muerte
eterna en la otra. Apiádate de quienes trafican estos venenos del cuerpo y del
alma, porque han firmado ya su eterna condenación, y de no mediar tu acción
misericordiosa, habrán de pagar duramente, por la eternidad, su infame acción. Apiádate,
oh Buen Jesús, porque ellos también son creación de tus manos e hijos tuyos por
el bautismo, y en virtud de este sello de gracia que llevan impreso en sus
almas, por el Amor de tu Sagrado Corazón y por la intercesión del Inmaculado
Corazón de María, haz que se arrepientan del mal producido y que, con lágrimas
de contrición perfecta, reparen el inmenso daño provocado a tantos jóvenes,
para que así purificados de la malicia de sus corazones, puedan ellos también
contemplarte y adorarte en los cielos, por toda la eternidad. Amén.
Silencio para meditar.
Jesús, Tú eres el Amor en sí mismo, y quien se acerca a Tus
moradas, la Cruz y en la Eucaristía, recibe torrentes inagotables de Amor
Divino; nadie que se acerque a Ti se va con las manos vacías, porque todos
reciben lo que Tú eres, Amor eterno, incomprensible, inagotable. Sin embargo,
miles y miles de jóvenes rehúyen de tu Presencia, como si Tú fueras un
malhechor, para mendigar el mezquino y efímero amor de las creaturas, y es así
que, en el colmo de los ultrajes y sacrilegios estos jóvenes, menospreciando tu
Amor, buscan en las drogas y en el alcohol aquello que jamás podrán encontrar:
paz, felicidad, amor, recibiendo a cambio el venenoso fruto de las drogas:
soledad, tristeza, dolor, angustia, llanto y muerte, que en muchos casos no es
solo corporal, sino también eterna. Jesús, te pedimos por los jóvenes atrapados
por la droga, veneno corporal y espiritual que los priva de todo verdadero amor
y humanidad y los encierra en el más duro egoísmo, volviéndolos cada vez más
inhumanos, deformando la imagen divina que Tú imprimiste en sus almas en día
que los creaste. Jesús, haz que movidos por tu gracia, obremos según tu
Voluntad para poder sustraer a los jóvenes del tenebroso mundo de las drogas,
de modo que rescatados de la oscuridad, comprendan que sólo en Ti y en tu
Divino Amor se encuentra la felicidad de todo hombre, y comprendiendo que eres
el Amor de Dios encarnado y la causa de su alegría, adoren Tu luminoso rostro,
en el tiempo y en la eternidad. Jesús, por los dolores del Inmaculado Corazón
de María, Tu Madre que también es Nuestra, danos la gracia de ser imágenes vivientes
de Tu Misericordia Divina, para atraer a los jóvenes a tu Sagrado Corazón, de
modo que acercándose a Ti, reciban su contenido, el Amor Divino. Amén.
Meditación final
Jesús,
con la ayuda de la Virgen y de nuestros Ángeles Custodios, te hemos ofrecido
nuestra humilde adoración, pidiéndote por los jóvenes que malgastan sus vidas
en el vicio de la drogadicción. Son jóvenes que destruyen sus vidas y las de
sus familias, y también las de sus pueblos y ciudades, poniendo en riesgo a la
Nación entera, causándote un enorme dolor a tu Sagrado Corazón. Son jóvenes que
dicen no encontrarle sentido a la vida, porque han perdido el sentido de toda
trascendencia y así se les ha ocultado tu Rostro, causa de felicidad de todo
hombre. Son jóvenes que se han sumergido en el bajo mundo de la degradación
moral, degradación que los lleva a corromper sus cuerpos y profanarlos,
olvidando que sus cuerpos son templos del Espíritu Santo, adquiridos al
altísimo precio de tu Preciosísima Sangre derramada en la Cruz. Son jóvenes que
viven en un mundo de fracaso, de ruina, de aturdimiento, de vértigo, que los
conduce peligrosamente al abismo que no tiene fin, el abismo de donde no sale,
el abismo en donde no estás Tú, el Infierno. Jesús, te pedimos por la juventud
de nuestros tiempos, y principalmente por la que ya se encuentra bajo el peso
de este vicio, dura cadena de Satanás que los aprisiona y esclaviza; haz que
estos jóvenes se conviertan y comprendan que no hay Amor, Paz, Alegría y
Felicidad fuera de Ti. Jesús, a estos jóvenes que están atrapados en las redes
de la drogadicción, libéralos, y atrápalos en cambio en las redes de tu Amor Divino;
rompe la dureza de sus corazones con la dulzura de tu Amor; hazles sentir que
estás vivo, comunícales de tu ternura y llena el vacío de sus corazones con tu
Presencia, y así volverán sus rostros hacia Ti y te amarán, en el tiempo y en
la eternidad. Amén.
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te
adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran,
ni te aman” (tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo,
Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los
sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e
indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los
infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de
María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.
Canto final:
“Al Corazón benigno de María”.
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