lunes, 17 de diciembre de 2012

Hora Santa reparadora para Navidad 2012



         Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo, te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

         Canto inicial: “Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar”.

         Querido Jesús Eucaristía, vengo a postrarme ante Tu Presencia sacramental, para ofrecerte el humilde homenaje de mi adoración, en este tiempo de Navidad. Me uno a la gozosa y alegre adoración que brota del Corazón Inmaculado de Tu Madre, que es también Madre mía por un don de tu Amor. Me uno a la adoración jubilosa y extasiada de los ángeles y santos en el cielo, que no cesan de cantar alabanzas en tu honor, sin poder salir del asombro y de la alegría que les provoca la inenarrable hermosura e inagotable belleza de tu Ser trinitario.
         Me uno a la adoración extasiada que la Iglesia Militante te brinda en tu homenaje, a lo largo y lo ancho de la tierra, homenaje de adoración y glorificación por tu inmensa grandeza, por tu incomprensible majestad, por tu inagotable misericordia, por tu eterno Amor.
         Querido Jesús Eucaristía, que viniste a nuestro mundo como Niño, sin dejar de ser Dios, en esta Navidad, vengo a pedirte perdón y a reparar por mis faltas y las de mis hermanos, sobre todo los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman, en tu condición de Niño Dios, nacido en Belén, Casa de Pan, para donarte al mundo como Pan de Vida eterna.

         Silencio meditativo.

         Vengo a adorarte y a pedirte perdón y reparar por quienes te desplazan a Ti, Niño Dios, Dios Niño, de sus corazones, de sus pensamientos, de sus ocupaciones, y colocan en tu lugar a ídolos mudos, ciegos y sordos, ídolos inertes, tomados del mundo de la política, del fútbol, de la ciencia, de la música, y de las más variadas actividades del hombre.

         Silencio meditativo.

         Vengo a pedirte perdón por quienes piensan que el dueño de la Navidad es ese engendro idolátrico, Papá Noel o Santa Claus, ídolo inerte, salido de las mentes de publicistas y de empresarios a los que sólo les interesa ganar dinero a costa de tu fiesta, la fiesta de Navidad; ídolo fantasmático y producto falso del mundo sin Dios, pero que a pesar de su falsedad radical ha logrado anidar en los corazones vacíos de muchos hijos tuyos. ¡Ilumina a los hombres, Niño Dios, para te descubran en el Pesebre de Belén y en la Santa Eucaristía!

          Silencio meditativo.

         Jesús, Emmanuel, Dios con nosotros, que bajaste desde el cielo para quedarte en el Pesebre primero y en la Eucaristía después, para que te recibamos en nuestros pobres corazones, vengo a pedirte perdón por tantos jóvenes que para Navidad, y también para la Solemnidad de “María, Madre de Dios”, buscarán diversiones mundanas, profanarán sus cuerpos con el alcohol, con música cumbia y música rock, indecentes e indignas de la condición humana; profanarán sus cuerpos con pasiones carnales desenfrenadas, con substancias venenosas de todo tipo, olvidando que de esta manera sólo encontrarán desolación, dolor, amargura, tristeza y, en algunos casos, dolorosa muerte. ¡Ilumina a los jóvenes, Niño de Belén, para que descubran que sólo Tú, que te donas como alimento celestial en la Eucaristía, extra-colmas, con tu Amor divino, los anhelos de felicidad, de alegría, de amor y de gozo que están sellados en lo más profundo de todo ser humano! ¡Ilumina a estos jóvenes, Dios del Pesebre, para que dejen de buscar la felicidad en lugares extraviados y llenos de oscuridad, para que comiencen a buscarla en Ti, única fuente de alegría para el hombre!

         Silencio meditativo.

         Niño de Belén, vengo a pedirte perdón por tantos adultos, que para esta Navidad, pospondrán el Pesebre por objetos materiales, por bienes pasajeros, por cosas terrenas, por placeres mundanos, y preferirán el estruendo del mundo, la música ensordecedora, el aturdimiento y el hastío de las palabas vanas y huecas, antes que el silencio, necesario para contemplarte a Ti recién nacido, y despreciarán el cántico de los villancicos y los cantos en honor y alabanza por tu Nacimiento.

         Silencio meditativo.

         Vengo a pedirte perdón, Dios Niño nacido en Belén de la Virgen María, por los que preferirán las fiestas mundanas y las comilonas y las embriagueces del mundo, antes que el manjar del cielo, el Pan de Vida eterna, ofrecido por el Padre para los hombres, el Banquete celestial que sacia con manjares exquisitos, jamás probados por el hombre: la Carne Santa del Cordero de Dios, asada en el fuego del Espíritu Santo; el Pan de Vida eterna, Pan Vivo bajado del cielo, Pan engendrado en la eternidad en el horno ardiente de Amor que es el seno de Dios Padre, Pan alojado en el seno virgen de María, seno inhabitado por el Amor de Dios, el fuego del Espíritu Santo, y cocido por el mismo Espíritu en el altar eucarístico; el Vino de la Alianza Nueva y eterna, Vino Santo que es tu Sangre derramada en el ara santa la Cruz, servida por el Padre en el cáliz de salvación, Vino que embriaga y alegra el corazón del hombre porque lo colma con el Amor mismo de Dios, con Dios, que “es Amor” eterno, infinito, inagotable, incomprensible. ¡Ilumina a estos hijos tuyos, para que se deleiten no en festivales trasnochados, sino en el Banquete celestial, Tu Cuerpo, Tu Sangre, Tu Alma, Tu Divinidad, el Pan Santo de Vida eterna, y el Cáliz de eterna salvación! ¡Ilumínalos, para que comprendan que la verdadera fiesta de Navidad es la Santa Misa de Nochebuena!

         Silencio meditativo.

         Oración de salida: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo, te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).  

         Canto de salida: “Tu scendi dalle stelle”.

         Oración final: Querido Jesús Eucaristía, Dios del sagrario, Dios del Pesebre, que eres en la Hostia consagrada el mismo Jesús que en Belén nació como Niño Dios; Tú tuviste, al nacer, la compañía de tu Madre y de San José, y también la de un buey y un asno, representantes estos de la humanidad.
         Te ofrecemos nuestro pobre corazón, que sin Tu Presencia es como una gruta, oscuro y frío, habitado por las pasiones; te lo ofrecemos, para que así como el buey y el asno te dieron su calor, para combatir el frío de la Nochebuena, así también recibas el humilde calor de nuestro amor, para que lo transformes en tu mismo Amor.
         Debemos ya retirarnos a nuestras ocupaciones diarias, pero como no queremos separarnos de Ti, dejamos nuestros corazones a los pies del sagrario, para que estén siempre y en todo momento cantando tus misericordias, como anticipo de la alabanza eterna que entonaremos en el cielo. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario