viernes, 23 de junio de 2023

Hora Santa en reparación por ultraje a la Iglesia Católica por parte de varones disfrazados de mujeres en Estados Unidos 200623



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la burla sacrílega realizada contra la Santa Iglesia Católica y contra sus consagrados, por parte de varones feminizados, es decir, travestidos de mujer, a través de una agrupación blasfema llamada “Hermanas de la Indulgencia perpetua”.

Canto de entrada: “Cristianos venid, cristianos llegad”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

El cristiano, más precisamente, el católico, debe vivir, en el tiempo que le queda por vivir en la tierra, en la plena confianza en el amor misericordioso del Padre y en la acción de su Madre del cielo[1], la Virgen Santísima, la Madre de Dios. El católico debe vivir en el tiempo, no según el tiempo que se mide cronológicamente, sino en el tiempo de gracia divina que significa cada latido del Corazón Inmaculado de la Virgen Santísima.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Todos los santos de todos los tiempos, vivieron según esta confianza, la confianza en el Amor Misericordioso del Padre, que se dona a través del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María. Dios Omnipotente se sirve de esta confianza para obrar en lo más profundo del ser del hombre, de sus hijos adoptivos, de los bautizados y ha obrado, aun cuando humanamente, para sus hijos, parecía todo perdido y así, en estas condiciones, Dios siempre ha vencido. Por eso la confianza en el Amor Misericordioso del Padre es esencial para la vida del bautizado.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

La Virgen Santísima es modelo y ejemplo de esta confianza que espera aun contra toda esperanza humana, aun cuando todo parece perdido, desde el punto de vista humano. La Virgen confió en el Amor Misericordioso de la Santísima Trinidad y así llegó a ser la Virgen y la Madre del Verbo, que nos a este Verbo, que se había encarnado en sus entrañas virginales, Nuestro Señor Jesucristo, en Belén y continúa donándonos a su Hijo en la Sagrada Eucaristía, cada vez, en la Santa Misa.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

En nuestros días el mal, personificado en la persona angélica de Satanás y anidando en lo más profundo del ser humano, a causa del pecado original, se ha apoderado de prácticamente todo el mundo y de prácticamente toda la humanidad, incluidos numerosos miembros de la Santa Iglesia Católica y esta realidad, que se puede constatar que día a día se profundiza cada vez más, puede llevar al desaliento y a la pérdida de confianza en el obrar divino, pero la Virgen nos alienta a que no miremos este mal, que como una nube densa y negra aumenta cada día más, introducida incluso en la Iglesia por Satanás, sino que elevemos nuestra mirada a su Inmaculado Corazón, en el cual mora el Divino Amor, el Espíritu Santo, que será quien triunfe al final de los tiempos.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

La Virgen Inmaculada triunfará con el Amor de su Inmaculado Corazón, pero es necesario que, hasta que se lleve a cabo este triunfo, que es el triunfo de Dios sobre todo mal, sobre el Ángel caído y sobre la maldad humana, una purificación[2], porque solo el corazón purificado por el fuego de la tribulación y también por el fuego de la gracia divina, puede resplandecer con el brillo del Ser divino trinitario. No busquemos fechas; consagrémonos al Inmaculado Corazón de María y refugiémonos en él, seguros de su Triunfo Final.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre Francisco.



[1] Cfr. Stefano GobbiA los sacerdotes, hijos predilectos de la Santísima Virgen, Editorial Nuestra Señora de Fátima 1992, 204.

[2] Cfr. Gobbi, ibidem, 205.

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