sábado, 27 de mayo de 2023

Hora Santa en reparación por la sacrílega conversión de iglesia católica en “Catedral del Diablo” 250523

 





Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la sacrílega conversión de una iglesia católica en una infame “Catedral del Diablo”, hecho ocurrido en Cambrai, norte de Francia. Para mayor información, consultar el siguiente enlace: https://religionlavozlibre.blogspot.com/2023/05/convierten-capilla-desacralizada-en-la.html

Canto de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

El cristiano, afirma un autor, debe aprender a reconocer cuando se está en gracia, para perseverar en la gracia, puesto que esto es un signo de predestinación[1]. Aquel que desee ser siervo de Dios Nuestro Señor, debe andar siempre con gran precaución y cuidado, para preservar su estado de gracia.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

El Apóstol San Pedro nos exhorta a guardar el estado de gracia: “Hermanos, andad más ansiosos de hacer por medio de buenas obras cierta vuestra vocación y elección; porque haciendo esto, no pecaréis alguna vez y así se os franquee ahora abundantemente la entrada al reino de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pe 1). Este consejo del Apóstol San Pedro es de gran consuelo para el alma y juntamente de grandísimo provecho. No hay ningún consuelo del mundo que puede igualar el saber que se obra no solo bien, sino santamente, debido al auxilio de la gracia divina.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Un bien tan grande como la amistad con Dios, dada por la gracia, la cual predestina a la alegre eternidad en el Reino de los cielos, no puede ser puesto en peligro -lo cual sucede cuando el alma, temerariamente, no evita las ocasiones de pecado-: el cristiano debe asegurar su gracia para así estar tranquilo en relación a su eterna salvación, huyendo de las ocasiones de pecar y esto lo debe hacer aun a costa de grandes sacrificios.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

De esta actitud de estar atentos a la vida de la gracia, se siguen dos provechos espirituales notables: además de la paz y la alegría espiritual que le son concedidas al alma, el alma que está vigil y atento, como pide el Señor en el Evangelio, no cometerá jamás pecado mortal; al mismo tiempo, aumentará sus merecimientos con la continuación de obras de misericordia y así tendrá más gloria en el Reino de Nuestro Señor Jesucristo.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Es verdad que no se puede saber con infalibilidad total, pero sí con certidumbre moral y con humildad, que se está en gracia y en amistad con Dios y esto se puede hacer basándonos en la doctrina de las Escrituras, de los Padres de la Iglesia y del Magisterio de la Iglesia. Esto se puede colegir del profeta David, cuando dice: “Señalada está sobre nosotros la luz de tu Rostro”; “Le diste alegría a mi corazón”; “En paz dormiré y descansaré”. Es decir, son señales de que alguien está en gracia quien puede contemplar la luz del Rostro divino de Jesús -como en la imagen de Jesús de la Divina Misericordia-, la alegría espiritual de la buena conciencia y la paz verdadera del alma; estas pueden decirse que son señales de que está uno en gracia.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre Francisco.

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 572.

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