lunes, 7 de noviembre de 2022

Hora Santa en reparación por profanación de objetos sagrados por parte de un sacerdote francés 061122

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la profanación no solo de objetos sagrados, sino también de la doctrina de la Santa Misa, por parte de un sacerdote francés. Para mayores detalles, consultar el siguiente enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=4C6z9Br0oho

Canto de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

La predicación del Evangelio, sobre todo en nuestros días, conduce con frecuencia no solo al rechazo de la doctrina de Cristo y su Iglesia, sino que también puede conducir incluso hasta la pérdida de la vida terrena, como ha sucedido con los mártires. Nuestro Señor Jesucristo nos lo advierte en el Evangelio: “Os envío como ovejas en medio de lobos”. Quien no conoce ni ama a Jesús, es un lobo a las órdenes del Lobo Infernal.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Al respecto, se lee en la vida de San Vicente de Paúl que les preguntó a sus sacerdotes: “¿Habéis celebrado Misa?”, “Sí”, respondieron todos. “Entonces puedo deciros de qué se trata. Hace falta dejar patria, familia, amigos y marcharse al exilio a una tierra inhóspita para hablar de Dios a los salvajes y morir, con seguridad, miserablemente”. Todos aquellos sacerdotes, llenos de Jesús, se ofrecieron repentina y generosamente para la peligrosa misión de la salvación de las almas[1].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Ahora bien, la fuerza para predicar el Evangelio no proviene del hombre mismo, sino del mismo Dios Uno y Trino, que, en la Persona Divina de Nuestro Señor Jesucristo, se nos ofrece como Pan Vivo bajado del cielo, que fortalece al alma con la fuerza misma de Dios Uno y Trino. Y esa es la razón por las cuales triunfaron y triunfarán los mártires de todos los tiempos.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

La Eucaristía, el Cristo Eucarístico, es el Pan de los fuertes, o también el Pan que concede la fortaleza divina a los débiles, como nosotros. La Eucaristía, el Cristo Eucarístico, es el alimento de los héroes y santos, de los mártires, de los que dan sus vidas por Cristo y por el Evangelio, por Dios Uno y Trino, por la Patria santa y por la Familia tal como la creó Dios.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

San Roberto Belarmino, para estimular a los fieles a la Santa Comunión, contra los errores de los protestantes, decía así: “El pan de trigo, que alimenta nuestro cuerpo, no se prepara con tanto trabajo sólo para mirarlo; se hace para que lo comamos. Así el Pan de vida, el Pan de los Ángeles, no se ofrece solamente para nuestra adoración y nuestro homenaje, sino que se nos ha dado como alimento. Vayamos, pues, a esta comida para alimentar nuestra alma y fortificarla”[2].

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Te vengo a pedir, oh Madre de Dios”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 



[1] Cfr. Estéfano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Testimonio de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 74.

[2] Cfr. ibidem, 74.

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