jueves, 11 de julio de 2019

Hora Santa en reparación por ofensa contra Nuestro Señor Jesucristo 110719



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el Santo Rosario meditado en reparación y desagravio por la ofensa cometida contra Nuestro Señor Jesucristo por parte de un grupo LGBT, el cual pintó un cuadro imitando a la Última Cena, pero con un Jesucristo homosexual. Más información acerca de este lamentable acto se encuentra en el siguiente enlace:


Canto inicial: “Cristianos venid, cristianos llegad”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación

         Aquel que recibe la gracia de Dios, con la gracia recibe el amor de amistad de Dios y la inhabitación de las Tres Divinas Personas. Dice así un autor[1]: “Toda la fuerza del Amor Divino está en su punto para los que están en gracia y son sus fieles amigos; a éstos ama Dios como amigo fino que, llevado de su inmenso amor, como saliendo de Sí, se comunica a ellos infundiéndoles su divino Espíritu y con el Espíritu toda la Divinidad y, por consiguiente, las Tres Divinas Personas. Y cuando Dios da su gracia y su Espíritu, no solo no deja Dios de amar a esa alma, sino que se rinde la Majestad divina a su Amor, para que ame como amigo a quien con sus divinos dones hizo tan amable”.

         Silencio para meditar. 

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación

         Continúa un autor[2]: “La grandeza del Amor de Dios excede a todo extremo de otro amor, porque todo lo que puede hacer otro amor es salir de sí el que ama, pasándose sólo con el afecto en el amado, estando en él, no por presencia real, sino sólo por la memoria que le fijó de él su afición. Por lo cual dice San Agustín que la mitad del alma de quien ama está en el amigo. Pero este éxtasis del amor creado es imperfecto y falto, por la imperfección del amante; pero Dios, como es infinitamente perfecto, así es perfectísimo amante y amigo de sus amigos; y así su amor es perfectísimamente extático, que quedándose en Sí, se pasa e infunde en los que ama, no sólo por su afecto, sino también por su propia substancia; no sólo la mitad de su Espíritu, sino todo entero su divino Espíritu está en el que está en gracia, por ser amigo suyo. De manera que lo que no puede otro amor, puede el Amor de Dios omnipotente, que es insuperable de todas maneras, pues que nada le puede vencer y Él vence en todo”.

         Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación

El Amor de Dios es inseparable y es así que no se olvida de sus amigos, tal como el mismo Dios lo dice por medio del Profeta Isaías[3]: “¿Por ventura habrá alguna mujer que se olvide del niño chiquito que salió de sus entrañas? Posible será que ella se olvide; mas Yo no me olvidaré jamás de ti, porque en mis manos te tengo escrito. Es decir, pueden las madres olvidarse de sus hijos, o los amigos de sus amados, o los hombres de sus propias almas y vidas, pero Dios no se podrá olvidar de los que están en gracia. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que nunca nos apartemos del Amor de Dios, que nos viene junto con la gracia!

Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación

En relación al cuidado y amparo que Dios muestra para sus amigos, los que están en gracia, todo cuidado y providencia de los hombres es desamparo, por eso dice David: “Mi padre y mi madre me dejaron, pero el Señor me tomó a su cargo”[4]. Por esta razón, el Hijo Unigénito de Dios, conociendo este Amor de Dios desde toda la eternidad, como quien salió de su seno, nos encarga que no sólo le llamemos Padre, sino que no llamemos a otro padre sobre la tierra, pues en su comparación no hay amor de padre ni de madre que tanto se acuerde de su hijo único[5].

Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación

Quien está en gracia, recibe todo el Amor de parte de Dios como Padre amorosísimo, al cual nadie se le puede asemejar: “así como Dios es bueno por la excelencia de su bondad divina, así Él sólo tiene buenas entrañas de padre y de tal manera es Padre y tales regalos y tan buenas obras hace a los que están en gracia, que no hay quien pueda en su comparación tener este amoroso título”[6]. Si queremos gozar y disfrutar del Amor de Dios Padre, cuya grandeza y majestuosidad no tienen comparación alguna con nada de lo creado, entonces valoremos y apreciemos la gracia santificante, por la cual nos hacemos merecedores de su Divino Amor y de su regalo más preciado, la Santa Cruz y la imitación y la participación en la Pasión de su Hijo Jesús.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria pidiendo por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canción de despedida: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.




[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 196.
[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 196.
[3] Cap. 49.
[4] Sal 26.
[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 197.
[6] Cfr. Nieremberg, ibidem, 197.

No hay comentarios:

Publicar un comentario