miércoles, 24 de julio de 2019

Hora Santa en reparación por la incitación a los niños al satanismo y a la brujería por medio de la moda 240719



         Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación y desagravio por la incitación, por parte de una marca de ropa infantil, a los niños al satanismo y la brujería. La información sobre el lamentable episodio se encuentra en el siguiente enlace:


         Canto inicial: “Cristianos venid, cristianos llegad”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación

La gracia santificante convierte al alma, de la fealdad del pecado, a la hermosura de una creatura que se asemeja, en su hermosura, a Dios y por lo tanto, supera a la de los mismos ángeles. En el Libro de los Cantares se celebra la hermosura de un alma santa, de un alma que está en gracia. Ahora bien, cuánta sea esta hermosura, es casi imposible describirla con palabras humanas porque, como dice un autor, si un alma sin pecado, en estado natural, es indeciblemente más hermosa que toda la hermosura posible de los cuerpos, ¿qué será cuando esta alma esté adornada con la hermosura de la gracia, que la asemeja a Dios?

Silencio para meditar. 

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación

         Un autor, Blosio[1], dice: “Es tan grande la belleza y la hermosura del alma racional, mientras no estuviere turbada con las manchas del pecado, que si la pudieras ver claramente de pura admiración y gozo no sabrías dónde estás (si en el cielo o en la tierra, N. del R.)”. Es tan grande el resplandor y la hermosura de quien está en gracia, que afirma otro autor[2] que le parecería, a quien viera a esta alma, el estar en la gloria del cielo y le parecería además estar venerando a una imagen viva de Dios, tal es su extrema hermosura.

         Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación

         En las memorias de Santa Catalina de Siena se narra cómo Dios le hizo el favor de darle a entender cuál era la hermosura del alma en gracia y por esto la santa quedaba suspendida y enajenada en sus sentidos, al solo pensar en cuán grande era esta hermosura que concedía la gracia y así decía a su confesor: “¡Oh Padre, si vieras la belleza y hermosura de un alma en gracia, no dudo sino que por una sola te pusieras a morir muchas muertes!”. Ahora, si la hermosura de la gracia ajena merece que se den por ella mil vidas, ¿cuánto más se debe dar una vida por conservar la propia? De esto se ve, cuán lastimoso es que, por no negarse un gusto la pierdan los hombres y se conviertan en monstruos infernales.

         Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación

         Cuando Santa Catalina oía de un predicador que se esforzaba por convertir a los pecadores, la santa besaba el suelo y cuando le preguntaban la razón, contestaba que era porque Dios le había dado a entender la hermosura de un alma que estaba adornada de la gracia y por esta razón se abrasaba en deseos de que todas las almas del mundo resplandecieran con esta divina belleza; es decir, es por esta razón que tenía por bienaventurados a los que se ocupaban de sacar almas del pecado para restituirlas a la gracia[3].

         Silencio para meditar.  

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación

         También en el Evangelio se da un ejemplo de la hermosura de un espíritu bienaventurado en gracia, la cual fue mostrada en un ángel a San Juan Evangelista[4], al cual vio tan lleno de resplandor, que incluso habiendo visto a Cristo resplandeciente en el Tabor y luego resucitado y con la hermosura con la que subió a los cielos, con todo eso, sin embargo, la hermosura del ángel lo impactó de tal manera que lo derribó en tierra y aun lo quiso adorar, si el mismo ángel no se lo impidiera. Si así es la hermosura de un ángel, ¡cuál será la hermosura del Creador de los ángeles!

         Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria pidiendo por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canción de despedida: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

        


[1] Spcc., cap. 3.
[2] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la  Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 205.
[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 206.
[4] Ap 16.

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