domingo, 21 de julio de 2019

Hora Santa en reparación por ofensas a la imagen de la Virgen pintada con los colores LGBT 210719



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa en reparación y desagravio por la ofensa cometida contra Nuestra Señora de Guadalupe, al ser pintadas imágenes suyas con los colores LGBT. La información pertinente a este lamentable episodio se encuentra en el siguiente enlace:


Canto inicial: “Cantemos al Amor de los amores”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación

         La gracia causa en las almas una hermosura superior incluso a la angelical[1]. El amor de Dios para con las almas que están en gracia es activo y eficaz, no pasa inadvertido ni sin obrar nada en ellas y esto se demuestra en que provoca en las almas una hermosura superior a la de los ángeles más hermosos. ¡Cuántos en el mundo se desviven por tratar el cuerpo para hacerlo parecer más bello, cuando la gracia que Dios da a las almas deja hace suspirar de amor a los ángeles!

         Silencio para meditar. 

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación

         Amar es desear y querer el bien al que se ama, según la definición de los santos y la voluntad de Dios, que ama necesariamente, hace que aquella alma a la que ame le siga siempre un gran bien, imposible de conseguir en la tierra, y es la hermosura del alma. Santo Tomás[2] advierte la diferencia entre el amor creado y el increado: cuando una creatura ama a otra, presupone en ella alguna bondad, pero no la causa, pero cuando Dios ama, Él mismo causa esta bondad, que, entre otras cosas, es la suma hermosura del alma. Cuando Dios ama a un alma en gracia, la reviste de su hermosura, podemos decir así.

         Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación

         Otra diferencia entre el amor creado y el increado es que los hombres aman la hermosura que ven, mientras que Dios ama la hermosura que Él mismo crea en el alma y a los que están en gracia los ama tan tierna y finísimamente, que pone en el alma y en el corazón del que ama una hermosura incomparable, que hace que el alma sea más hermosa que los más hermosos ángeles. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que nunca cometamos el error de preferir el pecado a la gracia, la cual embellece las almas con una hermosura superior a la de los ángeles!

          Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación

         Que la gracia convierta al alma pecadora en un alma hermosísima es un milagro de la gracia. Dice San Agustín[3]: “La naturaleza, cuando es justificada por la gracia de su Creador, de un rostro deforme pasa a tener una hermosura hermosísima”. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, haz que siempre tengamos gran aprecio por la gracia, que hermosea nuestras almas con la hermosura misma de Dios!

         Silencio para meditar.  

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación

         Según narran algunos autores santos[4], un hombre cometió un adulterio y al regresar a su casa, presentaba un aspecto tan horrible, que su esposa y sus conocidos huyeron de él; se dio cuenta que era a causa del pecado que había cometido y se fue a confesar, luego de lo cual regresó a su primigenio aspecto agradable. Esto que sucede en lo exterior, con mucha mayor razón sucede en el interior, en el alma: el pecado provoca una fealdad tan extrema, que asemeja al alma a los demonios, mientras que la gracia recibida en la confesión lo asemeja a los ángeles de Dios. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, haz que siempre detestemos el pecado con todas nuestras fuerzas, puesto que asemeja nuestras almas a los demonios del infierno!

         Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria pidiendo por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.     

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canción de despedida: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.

        


[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 204.
[2] 1, 2, q. 11. a. 1.
[3] Lib. 15, De Trinit., Cap. 6.
[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 205.

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