Junio 2015
Inicio:
Ofrecemos esta Hora
Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por los ultrajes,
sacrilegios e indiferencias, con los cuales son ofendidos los Sacratísimos
Corazones de Jesús y de María.
Oración
inicial: “Dios
mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen,
ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu
Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre,
Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios
del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los
cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su
Sacratísimo Corazón, y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión
de los pobres pecadores. Amén”.
Canto
inicial: “Sagrado
Corazón, Eterna Alianza”.
Enunciación
del Primer Misterio del Santo Rosario (Misterios a elegir).
Meditación.
Sagrado
Corazón de Jesús, que comenzaste a sufrir indeciblemente desde el momento mismo
de la Encarnación, porque asumiste todos los pecados, los dolores, las muertes
de la humanidad; te encarnaste en el seno de María Santísima, porque siendo
Dios Hijo eras Espíritu Puro y para subir a la cruz, necesitabas un Cuerpo para
inmolarlo y ofrecerlo en el Calvario por nuestra salvación; siendo Tú Dios
omnipotente, te hiciste un pequeño cigoto, una pequeña célula, creada en el
momento mismo de la Encarnación, y ya desde ese mismo instante, comenzó tu
sufrimiento, el sufrimiento de tu Sagrado Corazón, por todos los niños que, una
vez concebidos, habrían de ser abortados; Sagrado Corazón de Jesús, te pedimos
por los niños concebidos en el vientre materno y que son abortados; te pedimos
por los niños que son concebidos no como fruto del amor esponsal, sino como la
fría manipulación de laboratorio; te pedimos por los niños que son concebidos
artificialmente, y luego son congelados, utilizados en la industria, o desechados;
te pedimos por los niños que crecen en vientres que no son los de sus madres, y
que por lo tanto, no son recibidos con el amor con el cual la dignidad de la
persona humana merece ser recibida.
Silencio
para meditar.
Padre
Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Enunciación
del Segundo Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
Sagrado Corazón de Jesús, que siendo Niño dejaste a tus padres
terrenos, María Santísima y San José, para atender los asuntos de tu Padre
celestial, quedándote en el templo, y allí fuiste encontrado por ellos; te
pedimos por los niños y jóvenes que hoy te han extraviado y te han perdido de
vista; en nuestros días, innumerables niños y jóvenes han extraviado el camino
de la salvación, al haber sido engañados y seducidos por los modernos ídolos
neo-paganos, que atrapan sus mentes y sus corazones, para alejarlos de Ti,
Único y Verdadero Dios; hoy, miles y miles de jóvenes extravían y pierden sus
jóvenes vidas, persiguiendo a ídolos neo-paganos que solo dejan en el alma el
amargo sabor del pecado: la violencia, el hedonismo, el materialismo, el
esoterismo, la música anti-cristiana, el fútbol, el deporte, la política de masas,
convertidos en modernos dioses a los que se les inmola la vida; haz que,
guiados por la Virgen, te encuentren, así como Ella te encontró al cabo de tres
días en el templo, los niños y los jóvenes, acechados por innumerables
peligros, te encuentren en el templo, en el sagrario, en la Eucaristía, para
que puedan percibir los latidos de Amor de tu Sagrado Corazón. Sagrado Corazón
de Jesús, Tú diste tu vida por ellos en la cruz y ofreces tu Sagrado Corazón
Eucarístico en cada Santa Misa; no permitas que sus vidas sean arrebatadas para
siempre por los ídolos del neo-paganismo, y concédeles el don de la contrición
y conversión del corazón.
Silencio
para meditar.
Padre
Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Enunciación
del Tercer Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
Sagrado Corazón de Jesús, que al aparecerte a Santa
Margarita, te quejaste por las “ingratitudes, sacrilegios e irreverencias” con
los que eres tratado, especialmente en el Santísimo Sacramento del altar; Tú
ofrendaste tu vida y diste tu Corazón y todo su contenido, hasta la última gota
de Sangre, al permitir que éste sea traspasado, para demostrarnos así que tu
Amor es “más fuerte que la muerte”, y que aun estando muerto en la cruz, tu
Amor por nosotros está Vivo y da vida y vida eterna, porque con la Sangre
derramada, efundiste el Espíritu Santo, para que a todos aquellos a quienes
cayera esta Sangre, les concediera la Vida Eterna y el Amor Divino de tu
Sagrado Corazón; Jesús, Tú permitiste que tu Corazón fuera traspasado en la
cruz, habiendo Tú expirado ya en la cruz, para demostrarnos que eres el
Hombre-Dios, que si habías muerto como Hombre, en cambio Dios, continúas Vivo,
porque con la Sangre de tu Corazón traspasado nos infundiste tu Espíritu, que
nos comunica tu Vida Eterna, y este don de tu Amor inagotable, oh Jesús, lo
continúas en la comunión eucarística, porque en cada comunión nos donas tu
Sagrado Corazón Eucarístico, que nos infunde el Espíritu Santo, el Amor de
Dios. Sin embargo, los hombres, y muchas veces los consagrados, te posponen y
te abandonan, oh Sagrado Corazón de Jesús, por placeres terrenos que,
comparados con la dulzura de tu Amor, no son más que barro y cenizas. Te
pedimos, oh Sagrado Corazón de Jesús, por todos los hombres de todos los
tiempos, para que les concedas la gracia más preciada que alma alguna pueda
recibir en esta vida terrena, y es la gracia de la contrición perfecta del
corazón, para que te conozcan y te amen en la Eucaristía, y así, recibiendo en
esta vida tu Sagrado Corazón Eucarístico, te adoren luego por la eternidad.
Silencio
para meditar.
Padre
Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Enunciación
del Cuarto Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
Sagrado Corazón de Jesús, en la Segunda Aparición, te
presentaste con tu divino Corazón en un trono de llamas, rodeado de una corona
de espinas, que significaban las punzadas producidas por nuestros pecados, y con
una cruz en la parte superior, que significaba que tu Sagrado Corazón quedaba,
desde el primer instante de la Encarnación, colmado y saturado por los oprobios,
los ultrajes, los sacrilegios y las amarguras que habrían de producirle las
humillaciones, la pobreza, el dolor, y el menosprecio que tu Sagrada Humanidad
iba a sufrir durante todo el curso de tu vida y en tu Santa Pasión. Jesús, te
pedimos perdón y reparamos, porque todo lo que sufriste en tu Sagrada
Humanidad, todos los ultrajes, los sacrilegios, los insultos, los golpes, el
dolor inenarrable, la muerte dolorosísima en cruz, todo eso, fue producto de
nuestros pecados, porque los pecados que a los hombres les producen placer de
concupiscencia y que ofenden a Dios en su majestad y santidad, por su malicia y
merecen el castigo por ofender a la Justicia Divina e irritar a la Ira Divina,
todos esos pecados, en vez de ser sufrir nosotros el justo castigo por ellos, para
que nosotros no sufriéramos el justo castigo por ellos merecidos, Tú, Víctima
Inocente e Inmaculada, te interpusiste entre la Justicia Divina y nosotros,
recibiendo toda la furia de la Ira Divina, recibiendo en tu Humanidad Santísima
e Inocente el justo castigo que la malicia de nuestros actos merecían, y no
contento con eso, nos diste, con tu Sangre derramado, el Espíritu Santo, el
Amor de Dios. Y sin embargo, nosotros, los hombres, solo habríamos de
devolverte, frente a tanto amor demostrado por Ti, más amargura, humillaciones,
vejaciones, ultrajes, indiferencias, olvidos, sacrilegios, profanaciones,
despreciando tu Presencia en el Santísimo Sacramento del Altar y posponiéndote
por los modernos ídolos neo-paganos de nuestros siglo XXI, el fútbol, la
política de masas, la música anti-cristiana, el materialismo, el hedonismo, la
adoración del hombre por el hombre mismo, la satisfacción de las pasiones más
bajas del hombre, elevadas al rango de derechos humanos.
Silencio
para meditar.
Padre
Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Enunciación
del Quinto Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
Sagrado Corazón de Jesús, Tú le hiciste saber a Santa
Margarita el ardiente deseo que tenías de ser amado por los hombres, para
apartarlos del camino de la perdición, en el que los precipita Satanás en gran
número, y que para que los hombres pudieran salvarse y ser colmados con todos
los tesoros de amor, de misericordia, de gracias, de santificación, y de
salvación que contiene tu Sagrado Corazón, debían procurarle todo el amor, el
honor y la gloria que puedan, bajo la figura de tu Corazón de carne, y los que
así lo hicieren, quedarían enriquecidos y colmados con los divinos tesoros del
Corazón de Dios. De esa manera, los hombres no solo quedarían apartados del
dominio de Satanás, que quiere condenar sus almas para siempre, sino que serían
envueltos en las mismas llamas del Amor misericordioso en el que está envuelto
tu Sagrado Corazón. Sin embargo, los hombres de hoy repiten el mismo pecado de
acidia, de indiferencia, de indolencia y de desamor de tus discípulos en el
Huerto de Getsemaní, quienes frente al activismo motivado por el odio de tus
enemigos, que frenéticamente se movían para apresarte y darte muerte, se
entregaban a la pereza y al sueño, abandonándote y dejándote solo frente al
ataque del demonio y de los hombres por él motivados, lo cual te obligó a
reprocharlos dulcemente: “¿No habéis podido velar una hora conmigo?”. Hoy también,
como en el Huerto de Getsemaní, los cristianos duermen, llevados por la acedia,
la indiferencia y el desamor, frente al avance del enemigo de las almas, te
abandonan y te dejan solo en el sagrario y en la Eucaristía. Oh Sagrado Corazón
de Jesús, por el Fuego de Amor que incendia y abrasa tu Corazón Divino, que es
el Corazón mismo de Dios; por el Amor que abrasa el Inmaculado Corazón de
María, tu amantísima Madre, te suplicamos que aceptes nuestra reparación,
ofrecida por manos de María, y que concedas a los hombres de nuestro siglo XXI,
siglo dominado por las más densas tinieblas espirituales que jamás haya
conocido la humanidad, la gracia de conocerte y amarte en tu Presencia Sacramental,
para que atraídos por los latidos de Amor de tu Sagrado Corazón Eucarístico, se
rindan por fin ante tu Amor y, amándote y adorándote en el tiempo, continúen
amándote y adorándote por toda la eternidad, en el Reino de los cielos.
Silencio para meditar.
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Oración final:
“Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no
creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu
Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre,
Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios
del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los
cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su
Sacratísimo Corazón, y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión
de los pobres pecadores. Amén”.
Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.
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