Dos
ángeles sostienen una custodia, en la cual se encuentra, a su vez, la
Eucaristía, sacada en procesión triunfal el día de “Corpus Christi”. Cuando los
cristianos decimos “Corpus Christi”, queremos decir “Cuerpo de Cristo” y es al
Cuerpo de Cristo, Presente, vivo, glorioso y resucitado en la Eucaristía, al
cual adoramos. Sin embargo, no es un mero “cuerpo”, puesto que es el Cuerpo
humano, glorioso, por el que circula su Sangre Preciosísima, y está animado por
su Alma Santísima, y tanto el Cuerpo, como la Sangre y el Alma, subsisten en el
Acto de Ser de la Persona Divina del Verbo de Dios. Entonces, cuando la Iglesia
saca en procesión triunfal a la Eucaristía en el día de “Corpus Christi”, no
saca a un símbolo, sino al mismo Jesucristo, el Hombre-Dios en Persona, el Hijo
Eterno del Padre, oculto en apariencia de pan, y lo adora públicamente.
Dice Jesús Eucaristía: "Y ustedes, almas queridas, ¿por qué están frías e indiferentes a Mi amor? Sé que tienen que atender las necesidades de su familia, de su casa y del mundo que los solicita sin cesar. Pero, ¿no tendrán un momento para venir a darme prueba de su amor y de su gratitud? No se dejen llevar de tantas preocupaciones inútiles y reserven un momento para venir a visitar al Prisionero del amor".
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