viernes, 24 de mayo de 2013

Hora Santa en reparación por los que practican el neo-paganismo de la Nueva Era



         Inicio: entramos en el oratorio. Nos postramos ante la Presencia de Jesús sacramentado, Dios de infinita majestad. Desde la tierra y en el tiempo, nos unimos a la adoración perpetua que la Virgen María, los ángeles y los santos realizan en el cielo por la eternidad. Pedimos la asistencia de María Santísima para que nuestra humilde y pobre oración sea llevada por nuestros ángeles a su Corazón Inmaculado, para que desde allí se eleve, en canto de alabanza, de adoración y de acción de gracias, a Dios Nuestro Señor Jesús, Presente en el Santísimo Sacramento del altar. Ofrecemos esta Hora Santa en acción de gracias por su infinita bondad, por su misericordia divina, por su eterno amor, derramado en la Sangre de Jesús en la Cruz y donado a las almas sin reservas en cada eucaristía. Ofrecemos también en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales su Presencia eucarística es ofendida continuamente, principalmente por aquellos que se profesan seguidores de la secta luciferina “Nueva Era”, “New Age” o “Conspiración de Acuario”, y pedimos y suplicamos su conversión y la nuestra propia, a fin de que reconociendo en Cristo Jesús a Dios Hijo encarnado, Presente con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en la Eucaristía, lo adoren y lo amen y así, adorándolo y amándolo, salven sus almas.

         Canto de entrada: “Sagrado Corazón eterna alianza”.

         Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

         Meditación

         Jesús Eucaristía, Tú eres el Dios que nos redime; sólo Tú, Presente en Persona en la Eucaristía, eres la Gracia Increada a partir de la cual nos comunicas la gracia santificante que nos salva. De Ti depende toda gracia, de Ti depende todo pensamiento bueno, todo deseo bueno, toda obra buena. Nada somos sin Ti, de Ti hemos venido, de tus manos creadoras, y en las heridas de tus manos sangrientas, clavadas en la Cruz, nos introducimos, para así entrar en el Reino de los cielos. Te pedimos perdón y reparamos por el principal error de la Nueva Era, el gnosticismo, error que consiste en creer que no es necesaria tu gracia para salvarnos; error que otorga una falsa seguridad en la propia razón; error que conduce a la negación de la Verdad revelada por Ti y custodiada e interpretada por el Magisterio de la Iglesia Católica; error que al mismo tiempo que Te desplaza a Ti, Jesús Eucaristía, del corazón del hombre, entroniza al hombre en su propio corazón, llevándolo a la adoración de sí mismo. Jesús Eucaristía, te pedimos perdón por los gnósticos y por todos los que difunden su errónea doctrina, y te pedimos también perdón por las veces en que nos hemos comportado como gnósticos, para que conociéndote a Ti, única Verdad absoluta de Dios, te adoren en la Eucaristía y salven sus almas. Amén.

         Silencio para meditar.

         Jesús Eucaristía, Tú eres el Rey del universo visible e invisible; Tú eres el Rey de los ángeles y de los hombres; Tú eres el Rey de reyes y Señor de señores, ante quien se postran en adoración los espíritus bienaventurados; a Ti te adoran, en alabanza perpetua, los miembros de la Iglesia Triunfante, los ángeles y santos en el cielo; a Ti te adoran, en el tiempo y en el espacio, esperando continuar luego la adoración en la eternidad y en los cielos, los miembros de la Iglesia Peregrina, que movidos por tu gracia se postran ante tu Presencia sacramental; a Ti te aman y te adoran, esperando hacerlo plenamente una vez que se cumpla su purificación, los miembros de la Iglesia Purgante. Oh Jesús, Tú que reinas desde el madero; Tú que reinas desde la Eucaristía, así como reinas en los cielos; oh Jesús, Rey victorioso y triunfante, que en la Cruz derrotaste para siempre a los tres grandes enemigos de los hombres: el demonio, la muerte y el pecado; oh Jesús, Tú que reinas coronado de espinas y que nos haces partícipes de tu corona de espinas en la tierra para luego darnos tu corona de luz en el cielo; a Ti debe consagrarse, por medio del Corazón Inmaculado de María Santísima, toda la humanidad, porque toda la humanidad ha salido de tus manos creadoras y por tus manos perforadas por los clavos y bañadas en sangre debe volver al seno del Padre. Jesús Eucaristía, Rey de reyes y Señor de señores, te pedimos perdón por quienes, en la Nueva Era y a través de sus errores, buscan la iniciación luciferina planetaria para, una vez conseguida esta, se consagre la humanidad entera a Lucifer, según las declaraciones públicas de sus propios mentores, ideólogos y propulsores. Apiádate de ellos, Jesús, pues no saben lo que hacen; envíales al Espíritu Santo para que ilumine sus mentes y corazones y así, desde lo más profundo de sus almas, te conozcan, para que conociéndote te amen, amándote te adoren, y adorándote en la Eucaristía, salven sus almas y continúen adorándote por la eternidad. Amén.

         Silencio para meditar.

         Jesús Eucaristía, postrados ante Ti, nos unimos a la adoración y alabanza que a Tu infinita Misericordia entonan los ángeles del cielo, para reparar por los desvaríos de los hombres, desvaríos que se convierten en verdadera locura mental y espiritual cuando Te sustituyen a Ti, Dios Tres veces santo, posponiéndote por el Ángel caído. Te pedimos perdón por los satanistas y brujos, por los ocultistas y los hechiceros, por los espiritistas, adivinos, magos y nigromantes, en quienes se ha desplegado, con particular fuerza, el “misterio de iniquidad” que anida en el corazón del hombre; estos hijos tuyos, oh Jesús, han cometido la peor de las abominaciones y se han internado en el más negro de los abismos, abismos en donde habitan las tenebrosas sombras vivientes, los seres que rechazaron servirte, amarte y adorarte. Engañados por los ángeles de la oscuridad, estos hijos tuyos han extraviado el camino quemando incienso y cantando alabanzas a quien no deberían, poniéndose de esta manera en estado de condenación. Apiádate de estos hijos tuyos, Jesús, porque han sido engañados por los falsos dioses, surgidos desde los más profundos abismos del Averno; dioses que solo traen confusión, caos, dolor, discordia, angustia y muerte; dioses que se presentan disfrazados de ángeles de luz, pero en realidad son ángeles de la oscuridad, portadores de destrucción y de odio. Apiádate de ellos, Jesús, y concédeles la gracia de la conversión, para que se den cuenta del grave error en el que se encuentran y puedan corregirse y enmendarse a tiempo, para que salgan de su ceguera espiritual y Te adoren solo a Ti, único Dios verdadero, Tres veces santo, el único que mereces ser adorado por los siglos sin fin. Amén.

         Silencio para meditar.

         Jesús Eucaristía, Tú eres la Gracia Increada, la Fuente Inagotable de aguas vivas, de aguas que saltan hasta la vida eterna. Tu gracia es para el alma fuente de vida, de amor, de paz, de luz y de alegría. Quien vive en gracia, vive en tu Amor, de tu Amor, para tu Amor. Quien vive en gracia sacia la sed del Amor de Dios que se encuentra en lo más profundo de todo ser humano. Vivir en gracia quiere decir no pasar jamás sed; quiere decir aplacar la sed ardiente con el agua más fresca, pura, cristalina y exquisita que pueda existir, porque la gracia nos hace partícipes de tu Ser divino y de tu Naturaleza divina, y así nos infunde nueva vida en el alma, una vida que no es la nuestra sino la tuya, una vida que es Vida eterna, Vida eterna que eres Tú mismo, Dios eterno. Quien bebe de la fuente inagotable de gracia que es tu Corazón traspasado, jamás muere de sed en esta vida y jamás morirá de sed en la otra, porque será saciado en su sed de Amor por la contemplación de tu rostro radiante y glorioso. Jesús, que eres la “Fuente de aguas vivas”, te pedimos perdón por quienes te abandonan para cavarse cisternas, cisternas agrietadas, que no retienen el agua, cisternas que no sacian la sed, porque no contienen el agua viva que es tu gracia; cisternas agrietadas que contienen otras aguas, aguas inmundas, pútridas, aguas servidas, que son las alabanzas dirigidas al ángel caído; aguas pútridas que habrán de beber forzadamente por la eternidad quien no se arrepienta de esta iniquidad; aguas infectas que envenenan al alma en esta vida sembrando en los corazones discordia, rencor, maledicencias, peleas, mentiras, engaños, todos anticipos del odio sin fin que vivirán en el infierno quienes se nieguen obstinadamente en esta vida a amar y adorar al único Dios verdadero, Jesús Eucaristía. Te pedimos, oh Jesús, por estos hijos tuyos, que erróneamente sacian su sed en las aguas pútridas de la Nueva Era; que tu Madre Santísima interceda para que les concedas la gracia de la conversión en el tiempo y la salvación en la eternidad. Amén.

         Silencio para meditar.

         Jesús, cuando te apareciste a Santa Margarita María, le mostraste tu Corazón envuelto en llamas y coronado de espinas, y le hiciste saber cuánta amargura te causaban los hombres ingratos, al despreciar el Amor de tu Sagrado Corazón. Esta ingratitud fue lo que más dolor te provocó en el Huerto de Getsemaní, porque veías que muchos se condenarían al imitar al ángel caído en su soberbia y en el rechazo de tu Amor y servicio, despreciando tu sacrificio en Cruz y el don de tu Vida por su salvación. Jesús, no adorarte es ultrajarte; adorar a quien no se debe, es injuriarte; entonar alabanzas a un ser pervertido y pervertidor es cometer sacrilegio; te pedimos perdón y reparamos por quienes, movidos por una inconcebible ceguera, se convierten en seguidores de la Nueva Era en sus múltiples vertientes neo-paganas –reiki, yoga, espiritismo, tarot, wicca, brujería, ocultismo, angeleología nueva era, budismo, religiones orientales, gnosticismo, etc.-, encaminándose en un camino radicalmente opuesto y contrario al camino del Calvario, camino áspero y difícil pero en cuyo final te encuentras Tú, para dirigirse por un camino ancho y fácil de andar, pero camino en bajada que finaliza en un abismo en donde habita el ángel de la oscuridad. Jesús, te suplicamos por los hermanos nuestros que se han dejado engañar por la Nueva Era, para que les concedas la gracia del arrepentimiento perfecto y así, con el corazón contrito y humillado, retornen a la Iglesia, a su Magisterio y a sus sacramentos, de los cuales nunca debieron separarse. Amén.

         Silencio para meditar.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

Canto final: “Los cielos, la tierra y el mismo Señor Dios”.
         

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