viernes, 3 de mayo de 2013

Hora Santa en reparación por las ofensas de los jóvenes al Sagrado Corazón



         Inicio: ingresamos en el Oratorio y nos postramos ante la Presencia sacramental del Rey de reyes, Jesús de Nazareth. Hacemos silencio exterior e interior, a fin de poder escuchar la voz de Dios, que “habla en el silencio”. Nos encomendamos a María Santísima, a nuestros ángeles custodios, y a San Miguel Arcángel, para que nuestra oración se eleve como el incienso ante el trono de la majestad de Dios. Ofrecemos esta Hora Santa en reparación por los pecados de los jóvenes, pidiendo para ellos la gracia de la conversión perfecta del corazón.

         Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

         Canto de entrada: “La Virgen María nos reúne”.

         Meditación

Jesús Eucaristía, muchos jóvenes no siguen tus Mandamientos, Mandamientos de Amor, dados por Ti desde el Monte Santo del Calvario; Mandamientos que al cumplirlos, si bien son costosos para el alma, porque implican sacrificio, una vez cumplidos, dejan en el alma los dones de Dios: paz, alegría, amor, serenidad, gozo. Son Mandamientos difíciles, porque hay que negarse a uno mismo, en las pasiones, pero son fáciles a la vez, porque quien quiera cumplirlos, cuenta con el auxilio poderosísimo de tu gracia, que hace fácil y agradable su cumplimiento. Jesús, Tú quieres que los jóvenes vivan tus Mandamientos, para que así sean felices en esta vida y en la otra, pero en vez de eso, la mayoría de los jóvenes de hoy cumplen otros mandamientos, los mandamientos de Satanás, mandamientos que contrarían a los tuyos, mandamientos de fácil ejecución, porque no solo no hay que negarse nada, sino que hay que satisfacer todo lo que la naturaleza corrompida por el pecado pide; mandamientos que satisfacen el yo egoísta a expensas del dolor de los demás; mandamientos siniestros que bajo un barniz de aparente felicidad, abren las puertas del infierno, para precipitar a quien los cumple en el abismo más profundo. Te pedimos perdón por los jóvenes que no guardan la castidad, por quienes manchan el noviazgo católico con relaciones pre-matrimoniales; te rogamos por los jóvenes que llaman equivocadamente “noviazgo” a la atracción pasional y carnal,  porque el verdadero noviazgo, vivido a la Cruz de Jesús, está hecho de amor casto y puro. ¡Jesús, por las heridas que te provocaron en tu cabeza las espinas de tu corona, por el acerbo dolor que te produjeron, y por la Sangre que derramaste, ilumina a los jóvenes, para que entiendan que el verdadero noviazgo, el que conduce al amor esponsal, es el que se vive en la castidad y en la renuncia de sí mismo!

Silencio para meditar.

Jesús Eucaristía, tú dijiste en el Apocalipsis: “He aquí que estoy a la puerta y llamo; si alguien escucha mi voz y me abre, entraré en él y cenaré con él y él conmigo”, hemos escuchado el llamado de tu voz, que nos invitaba a la oración y a la adoración; hemos escuchado los suaves golpes que has dado a las puertas de nuestros corazones, y en respuesta a tu llamado, abrimos las puertas de nuestros corazones para que entres en ellos y los conviertas en tu morada. Pasa y reposa en ellos, quédate para siempre y nunca te vayas. Aliméntanos con tu Palabra, sácianos con tu Amor; satisface nuestra hambre y sed de Dios con tu Divino Amor y con tu Presencia. Hoy queremos pedirte perdón y reparar por los jóvenes, principalmente por quienes malgastan sus vidas corriendo detrás de ídolos mundanos, ídolos que los satisfacen un fugaz momento, pero que luego les dejan un sabor amargo en el alma, al tiempo que marchitan sus corazones, vaciándolos de todo sentimiento bueno. Te rogamos por ellos, Jesús, ya que viven la flor de sus vidas en el momento de mayor oscuridad de la historia de la humanidad. Las tentaciones y las trampas perversas dirigidas contra la juventud se multiplican hoy casi al infinito, con formas desconocidas para el hombre hasta hace poco tiempo, y esta es la razón por la cual muchísimos de los niños y jóvenes, a quienes Tú tanto amas, desperdician sus vidas en el vicio y en el pecado, corriendo tras de ellos, y alejándose presurosos de Ti, como si fueras Tú un malhechor. Te rogamos Jesús, por los jóvenes que destruyen sus vidas con el alcohol y las drogas, no solo porque dañan sus cuerpos, sino ante todo porque se dirigen al abismo del infierno. ¡Por las llagas de tus pies, por el dolor que sufriste, y por la Sangre que derramaste, apiádate de ellos, Jesús, y haz que encaminen sus pasos en dirección al Calvario, donde los esperas con los brazos abiertos en la Cruz, para estrecharlos en tu Sagrado Corazón!

Silencio para meditar.

Jesús Eucaristía, te ofrecemos nuestra humilde adoración y reparación por todos aquellos jóvenes que han sucumbido a la tentación del ocultismo; tentación siniestra que los adentra en las más negras tinieblas, tinieblas en las que vive su Príncipe, el Ángel caído. Muchísimos jóvenes, en vez de acudir a Ti, por la oración, la penitencia, la misericordia, a los pies de tu Cruz y a los pies del sagrario, en donde te encuentras en Persona para escucharlos y aliviarles sus pesares y concederles tu mismo Corazón, palpitante de Amor divino; muchos jóvenes, en vez de acudir a tu Madre amantísima, la Virgen María, que es también Madre nuestra, para recibir de esta Madre amorosísima el consuelo que solo Ella puede dar, y Ella puede consolar todo dolor, muchos jóvenes, se pierden por las oscuras sendas del Príncipe de las tinieblas, siguiendo sus inmundas huellas, internándose en el satanismo, en el ocultismo, la magia, la brujería, la religión wiccana, el espiritismo y todo género de cosas prohibidas y aborrecibles a tu divina majestad. Muchos jóvenes, engañados por los medios de comunicación, que presentan al satanismo y a la brujería como algo bueno, inocente y agradable –películas como Harry Potter, series de televisión, libros, programas de entretenimiento-, se interesan primero por curiosidad, ingresando en este siniestro mundo, para luego quedar atrapados por mucho tiempo, con el peligro de quedar atrapados para siempre. ¡Jesús, por la llaga de tu mano derecha, por el dolor que sufriste y por la Sangre que derramaste, apiádate de estos jóvenes y atráelos hacia Tu Sagrado Corazón, para que descubren el luminoso Amor que por ellos y para ellos se entrega en la Eucaristía!

Silencio para meditar.

Jesús Eucaristía, muchos jóvenes aturden sus oídos y sus corazones con ritmos ensordecedores, con ritmos oscuros, con ritmos que anticipan los lamentos del infierno; son aquellos jóvenes que se han dejado seducir por la negación de la música, por la anti-música, por la música que destruye todo rastro de bien y de amor en el alma de un joven, la música cumbia, algunos géneros de rock, el rap, y muchos otros géneros más. Jesús, muchos jóvenes se introducen en esta abominación porque no han conocido otra música desde que nacieron; otros tantos, lo hacen porque les place; otros, porque desprecian la música que refleja tu bondad, tu sabiduría y tu Amor. Además de aturdir sus oídos y corazones, los jóvenes que se deleitan con esta música profana, se vuelven incapaces de escuchar tu Voz; se vuelven sordos a tus llamados de Amor; no Te escuchan a Ti, que los atraes con dulces silbos de Buen Pastor; escuchan, por lo tanto, los salvajes gruñidos del Lobo infernal, que escondido en estos ritmos infernales, los tienta con la lascivia, la lujuria, el desenfreno moral, induciéndolos al sexo libre, al consumo de drogas, al alcohol, y a toda clase de perversión moral. ¡Oh Jesús, apiádate de los jóvenes, por quienes diste tu Vida en la Cruz, y concédeles la gracia de romper el siniestro hechizo que los encadena a esta música del abismo, para que puedan abrir sus oídos a los dulces llamados de tu Voz, que los invita a subir a la Cruz, en el Calvario, única Puerta abierta al Reino de los cielos, Reino en donde podrán extasiar sus oídos con la más hermosa música celestial, el maravilloso timbre de tu Voz! ¡Jesús, por el dolor que sufriste en tu mano izquierda al ser traspasada por el clavo de hierro, por la Sangre que derramaste, llama a estos jóvenes, y haz que tu Voz resuene en sus corazones y los conmueva de tal manera que nunca jamás se aparten de Ti!

Silencio para meditar.

Jesús, muchos jóvenes, debido en gran medida a su inexperiencia, escuchan hoy voces que los apartan del camino al cielo, el camino que conduce a Ti, el camino del Calvario, el camino de la Cruz. Hoy se alzan innumerables voces, dirigidas a los jóvenes, que bajo pretexto de darles derechos y hacerlos felices, los sumergen en los más profundos dolores. Son las voces de los falsos maestros, entre ellos, los malos políticos y sus ideologías falsas, que engañosamente les hacen creer que el sexo libre, el aborto, la droga, la rebelión a los padres y maestros, son derechos que tienen que hacer valer. Estos falsos maestros los atraen con trampas mortales disfrazadas de bondad, trampas que bajo pretexto de libertad, los esclaviza y los condena a una vida de dolor y amargura, que marchita desde temprano la fresca juventud, creada por Dios para adorarlo a Él y no a estos falsos ídolos. Muchos jóvenes caen también presa de fundadores de sectas, sectas que arruinan sus vidas porque los encarcelan en una cárcel virtual, sus mentes, al tiempo que cierran sus corazones a todo afecto bueno y a todo amor sano, sea hacia la familia, a los seres queridos, a los amigos. Muchos jóvenes, engañados por las sectas, son apartados de Ti, Maestro de los hombres, Sabiduría de Dios encarnada, Verdad Absoluta en sí misma, Sabiduría de Dios que resplandece en la Cruz y en la Eucaristía. ¡Jesús, por la herida que provocó la lanza que atravesó tu Corazón, por la Sangre y el Agua que derramaste de tu Corazón traspasado, Sangre con la cual nos alimentas y das vida y Agua con la que limpias nuestros pecados, apiádate de los jóvenes que están enceguecidos por los falsos maestros, y manifiéstate a ellos, para que deslumbrados por la hermosura de la Verdad divina que eres Tú, se decidan a seguirte por el camino de la Cruz, para que así Te adoren por la eternidad en los cielos!

Silencio para meditar.

Meditación final

Jesús Eucaristía, Tú que en tu vida terrena fuiste también joven; Tú que en la eternidad eres el Dios eternamente joven; Tú que darás la vida eterna, que es juventud para siempre, a los que crean en Ti, acepta nuestra humilde adoración y reparación por los jóvenes de todos los tiempos y de todo el mundo, pero especialmente, por los jóvenes de nuestro tiempo, los más oscuros de la humanidad, los más difíciles para vivir siendo jóvenes. Nunca como hoy, en la historia de la humanidad, ha sido tan difícil vivir la edad de la juventud; pero también nunca como hoy, Tu asistencia no los abandona; Tú y tu Madre están al lado de cada joven, sobre todo de los más extraviados. Concédeles, por los dolores de tu Madre, la gracia de la conversión y el inicio de una vida de santidad.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

Canto de salida: “El trece de mayo”.

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