Inicio: ingresamos en el Oratorio y nos postramos
ante la Presencia sacramental del Rey de reyes, Jesús de Nazareth. Hacemos silencio
exterior e interior, a fin de poder escuchar la voz de Dios, que “habla en el
silencio”. Nos encomendamos a María Santísima, a nuestros ángeles custodios, y
a San Miguel Arcángel, para que nuestra oración se eleve como el incienso ante
el trono de la majestad de Dios. Ofrecemos esta Hora Santa en reparación por
los pecados de los jóvenes, pidiendo para ellos la gracia de la conversión
perfecta del corazón.
Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te
amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
Canto de entrada:
“La Virgen María nos reúne”.
Meditación
Jesús
Eucaristía, muchos jóvenes no siguen tus Mandamientos, Mandamientos de Amor,
dados por Ti desde el Monte Santo del Calvario; Mandamientos que al cumplirlos,
si bien son costosos para el alma, porque implican sacrificio, una vez
cumplidos, dejan en el alma los dones de Dios: paz, alegría, amor, serenidad,
gozo. Son Mandamientos difíciles, porque hay que negarse a uno mismo, en las
pasiones, pero son fáciles a la vez, porque quien quiera cumplirlos, cuenta con
el auxilio poderosísimo de tu gracia, que hace fácil y agradable su
cumplimiento. Jesús, Tú quieres que los jóvenes vivan tus Mandamientos, para
que así sean felices en esta vida y en la otra, pero en vez de eso, la mayoría
de los jóvenes de hoy cumplen otros mandamientos, los mandamientos de Satanás,
mandamientos que contrarían a los tuyos, mandamientos de fácil ejecución,
porque no solo no hay que negarse nada, sino que hay que satisfacer todo lo que
la naturaleza corrompida por el pecado pide; mandamientos que satisfacen el yo
egoísta a expensas del dolor de los demás; mandamientos siniestros que bajo un
barniz de aparente felicidad, abren las puertas del infierno, para precipitar a
quien los cumple en el abismo más profundo. Te pedimos perdón por los jóvenes
que no guardan la castidad, por quienes manchan el noviazgo católico con
relaciones pre-matrimoniales; te rogamos por los jóvenes que llaman
equivocadamente “noviazgo” a la atracción pasional y carnal, porque el verdadero noviazgo, vivido a la Cruz
de Jesús, está hecho de amor casto y puro. ¡Jesús, por las heridas que te
provocaron en tu cabeza las espinas de tu corona, por el acerbo dolor que te
produjeron, y por la Sangre que derramaste, ilumina a los jóvenes, para que
entiendan que el verdadero noviazgo, el que conduce al amor esponsal, es el que
se vive en la castidad y en la renuncia de sí mismo!
Silencio para meditar.
Jesús
Eucaristía, tú dijiste en el Apocalipsis: “He aquí que estoy a la puerta y
llamo; si alguien escucha mi voz y me abre, entraré en él y cenaré con él y él
conmigo”, hemos escuchado el llamado de tu voz, que nos invitaba a la oración y
a la adoración; hemos escuchado los suaves golpes que has dado a las puertas de
nuestros corazones, y en respuesta a tu llamado, abrimos las puertas de nuestros
corazones para que entres en ellos y los conviertas en tu morada. Pasa y reposa
en ellos, quédate para siempre y nunca te vayas. Aliméntanos con tu Palabra,
sácianos con tu Amor; satisface nuestra hambre y sed de Dios con tu Divino Amor
y con tu Presencia. Hoy queremos pedirte perdón y reparar por los jóvenes,
principalmente por quienes malgastan sus vidas corriendo detrás de ídolos
mundanos, ídolos que los satisfacen un fugaz momento, pero que luego les dejan
un sabor amargo en el alma, al tiempo que marchitan sus corazones, vaciándolos
de todo sentimiento bueno. Te rogamos por ellos, Jesús, ya que viven la flor de
sus vidas en el momento de mayor oscuridad de la historia de la humanidad. Las tentaciones
y las trampas perversas dirigidas contra la juventud se multiplican hoy casi al
infinito, con formas desconocidas para el hombre hasta hace poco tiempo, y esta
es la razón por la cual muchísimos de los niños y jóvenes, a quienes Tú tanto
amas, desperdician sus vidas en el vicio y en el pecado, corriendo tras de
ellos, y alejándose presurosos de Ti, como si fueras Tú un malhechor. Te
rogamos Jesús, por los jóvenes que destruyen sus vidas con el alcohol y las
drogas, no solo porque dañan sus cuerpos, sino ante todo porque se dirigen al
abismo del infierno. ¡Por las llagas de tus pies, por el dolor que sufriste, y
por la Sangre que derramaste, apiádate de ellos, Jesús, y haz que encaminen sus
pasos en dirección al Calvario, donde los esperas con los brazos abiertos en la
Cruz, para estrecharlos en tu Sagrado Corazón!
Silencio para meditar.
Jesús
Eucaristía, te ofrecemos nuestra humilde adoración y reparación por todos
aquellos jóvenes que han sucumbido a la tentación del ocultismo; tentación
siniestra que los adentra en las más negras tinieblas, tinieblas en las que
vive su Príncipe, el Ángel caído. Muchísimos jóvenes, en vez de acudir a Ti,
por la oración, la penitencia, la misericordia, a los pies de tu Cruz y a los
pies del sagrario, en donde te encuentras en Persona para escucharlos y
aliviarles sus pesares y concederles tu mismo Corazón, palpitante de Amor divino;
muchos jóvenes, en vez de acudir a tu Madre amantísima, la Virgen María, que es
también Madre nuestra, para recibir de esta Madre amorosísima el consuelo que solo
Ella puede dar, y Ella puede consolar todo dolor, muchos jóvenes, se pierden
por las oscuras sendas del Príncipe de las tinieblas, siguiendo sus inmundas
huellas, internándose en el satanismo, en el ocultismo, la magia, la brujería,
la religión wiccana, el espiritismo y todo género de cosas prohibidas y aborrecibles
a tu divina majestad. Muchos jóvenes, engañados por los medios de comunicación,
que presentan al satanismo y a la brujería como algo bueno, inocente y
agradable –películas como Harry Potter, series de televisión, libros, programas
de entretenimiento-, se interesan primero por curiosidad, ingresando en este
siniestro mundo, para luego quedar atrapados por mucho tiempo, con el peligro
de quedar atrapados para siempre. ¡Jesús, por la llaga de tu mano derecha, por
el dolor que sufriste y por la Sangre que derramaste, apiádate de estos jóvenes
y atráelos hacia Tu Sagrado Corazón, para que descubren el luminoso Amor que
por ellos y para ellos se entrega en la Eucaristía!
Silencio para meditar.
Jesús
Eucaristía, muchos jóvenes aturden sus oídos y sus corazones con ritmos
ensordecedores, con ritmos oscuros, con ritmos que anticipan los lamentos del
infierno; son aquellos jóvenes que se han dejado seducir por la negación de la
música, por la anti-música, por la música que destruye todo rastro de bien y de
amor en el alma de un joven, la música cumbia, algunos géneros de rock, el rap, y muchos otros
géneros más. Jesús, muchos jóvenes se introducen en esta abominación porque no
han conocido otra música desde que nacieron; otros tantos, lo hacen porque les
place; otros, porque desprecian la música que refleja tu bondad, tu sabiduría y
tu Amor. Además de aturdir sus oídos y corazones, los jóvenes que se deleitan
con esta música profana, se vuelven incapaces de escuchar tu Voz; se vuelven
sordos a tus llamados de Amor; no Te escuchan a Ti, que los atraes con dulces
silbos de Buen Pastor; escuchan, por lo tanto, los salvajes gruñidos del Lobo
infernal, que escondido en estos ritmos infernales, los tienta con la lascivia,
la lujuria, el desenfreno moral, induciéndolos al sexo libre, al consumo de
drogas, al alcohol, y a toda clase de perversión moral. ¡Oh Jesús, apiádate de
los jóvenes, por quienes diste tu Vida en la Cruz, y concédeles la gracia de
romper el siniestro hechizo que los encadena a esta música del abismo, para que
puedan abrir sus oídos a los dulces llamados de tu Voz, que los invita a subir
a la Cruz, en el Calvario, única Puerta abierta al Reino de los cielos, Reino
en donde podrán extasiar sus oídos con la más hermosa música celestial, el
maravilloso timbre de tu Voz! ¡Jesús, por el dolor que sufriste en tu mano
izquierda al ser traspasada por el clavo de hierro, por la Sangre que
derramaste, llama a estos jóvenes, y haz que tu Voz resuene en sus corazones y
los conmueva de tal manera que nunca jamás se aparten de Ti!
Silencio para meditar.
Jesús,
muchos jóvenes, debido en gran medida a su inexperiencia, escuchan hoy voces
que los apartan del camino al cielo, el camino que conduce a Ti, el camino del
Calvario, el camino de la Cruz. Hoy se alzan innumerables voces, dirigidas a
los jóvenes, que bajo pretexto de darles derechos y hacerlos felices, los
sumergen en los más profundos dolores. Son las voces de los falsos maestros,
entre ellos, los malos políticos y sus ideologías falsas, que engañosamente les
hacen creer que el sexo libre, el aborto, la droga, la rebelión a los padres y
maestros, son derechos que tienen que hacer valer. Estos falsos maestros los atraen con trampas mortales disfrazadas de bondad, trampas que bajo
pretexto de libertad, los esclaviza y los condena a una vida de dolor y
amargura, que marchita desde temprano la fresca juventud, creada por Dios para adorarlo
a Él y no a estos falsos ídolos. Muchos jóvenes caen también presa de fundadores
de sectas, sectas que arruinan sus vidas porque los encarcelan en una cárcel virtual,
sus mentes, al tiempo que cierran sus corazones a todo afecto bueno y a todo
amor sano, sea hacia la familia, a los seres queridos, a los amigos. Muchos jóvenes,
engañados por las sectas, son apartados de Ti, Maestro de los hombres,
Sabiduría de Dios encarnada, Verdad Absoluta en sí misma, Sabiduría de Dios que
resplandece en la Cruz y en la Eucaristía. ¡Jesús, por la herida que provocó la
lanza que atravesó tu Corazón, por la Sangre y el Agua que derramaste de tu
Corazón traspasado, Sangre con la cual nos alimentas y das vida y Agua con la
que limpias nuestros pecados, apiádate de los jóvenes que están enceguecidos
por los falsos maestros, y manifiéstate a ellos, para que deslumbrados por la
hermosura de la Verdad divina que eres Tú, se decidan a seguirte por el camino
de la Cruz, para que así Te adoren por la eternidad en los cielos!
Silencio para meditar.
Meditación final
Jesús Eucaristía, Tú que en tu vida
terrena fuiste también joven; Tú que en la eternidad eres el Dios eternamente
joven; Tú que darás la vida eterna, que es juventud para siempre, a los que crean
en Ti, acepta nuestra humilde adoración y reparación por los jóvenes de todos
los tiempos y de todo el mundo, pero especialmente, por los jóvenes de nuestro
tiempo, los más oscuros de la humanidad, los más difíciles para vivir siendo
jóvenes. Nunca como hoy, en la historia de la humanidad, ha sido tan difícil
vivir la edad de la juventud; pero también nunca como hoy, Tu asistencia no los
abandona; Tú y tu Madre están al lado de cada joven, sobre todo de los más
extraviados. Concédeles, por los dolores de tu Madre, la gracia de la
conversión y el inicio de una vida de santidad.
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te
adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran,
ni te aman” (tres veces).
Canto de salida:
“El trece de mayo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario