Inicio: ingresamos en el Oratorio; hacemos silencio
interior y exterior, puesto que nos encontramos ante la Presencia del Dios de
inmensa majestad, Jesús Eucaristía. Venimos a ofrecer el homenaje de nuestra
humilde adoración, en reparación por los pecados de los cristianos. Si el mundo
ofende a Dios con su obrar contrario a sus mandatos, muchos cristianos -entre
los cuales nos encontramos también nosotros- ofenden a Cristo Eucaristía con su
obrar contrario a su condición de cristianos. Pedimos la asistencia de nuestra
Madre del cielo, María Santísima, y la de nuestros ángeles custodios, de San
Miguel Arcángel, y de todos los ángeles y santos del cielo, para que nuestra
oración suba hasta el trono de Dios como incienso de suave fragancia.
Oración inicial:
“Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te
amo; te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
Canto de entrada:
“Sagrado Corazón eterna alianza”.
Meditación
Jesús, venimos a postrarnos ante tu Presencia sacramental,
en donde te encuentras en la más triste soledad, abandonado por todos, pero de
modo especial, abandonado por los cristianos. Tu Voz rebota en los corazones
endurecidos, reacios a tu Presencia, cerrados para recibir tu gracia, pero
abiertos para los amores terrenos. Esos amores espúreos que entrando por las
sensaciones y por las pasiones desordenadas, proporcionan una aparente
felicidad, la cual luego de poco tiempo se convierte en dolor y en dolorosa cicatriz.
Jesús Eucaristía, te ofrecemos reparación por los cristianos que se dejan
atrapar por las seducciones del mundo –muchas veces nosotros mismos caemos en
sus redes- y te suplicamos nos concedas la gracia de adherir nuestros corazones
a Ti, Sagrado Corazón, y desapegarlos de las vanas atracciones mundanas. Haz que
podamos decirte muchos “Te amo”, en reparación por tantas conversaciones
cargadas de vanidades, de celos, de rencores, que escuchas a menudo de los
mismos cristianos.
Silencio para meditar.
Jesús Eucaristía, nos
postramos ante Ti, adorándote como Nuestro Señor; te glorificamos como nuestro
Dios y te tributamos todo el honor y la gloria que mereces, y te agradecemos
por estar en la Eucaristía, maravillosísima Presencia sacramental a través de
la cual cumples tu promesa de “estar con nosotros todos los días” hasta el fin
del mundo. Te pedimos perdón y queremos reparar por la ultrajante indiferencia
que para contigo manifiestan muchos cristianos, que ignorantes culpablemente de
tu Presencia en la Eucaristía, o sabiéndolo pero aún así te tratan con desdén,
te dejan solo en el sagrario, eligiendo a las más viles ocupaciones terrenas,
dando lugar a tus amargas quejas: “Me abandonaron a Mí, que soy la fuente de
aguas vivas, para cavarse cisternas, cisternas agrietadas, que no retienen el
agua”. No se puede entender el misterio de iniquidad que anida en el corazón
humano, que por un espejismo pasajero –música, cine, espectáculos, deportes,
diversiones- Te abandonan a Ti, que eres el Dios del Amor, que desde el Pan
Vivo derramas torrentes inagotables de gracias. Apiádate de estos cristianos,
niños, jóvenes, adultos, ancianos, que insensata y neciamente prefieren morir
de sed, bebiendo de las pútridas aguas del mundo, antes que saciar la sed del
alma con el agua fresca y cristalina de tu Amor.
Silencio para meditar.
Jesús
Eucaristía, que en el sagrario derramas tu amor sobre las almas, así como el
sol en el firmamento derrama su luz sobre la tierra; Te pedimos perdón y te
ofrecemos reparación por las almas que comulgan en pecado mortal. Son como
otros tantos cadáveres que, no reparando en el estado calamitoso de sus almas,
te hacen entrar en sus corazones que hieden por la descomposición, a causa del
mal que en ellos anida. El pecado mortal es la negación del Amor divino, y por
lo tanto significa odio a Dios, y es un contrasentido que un alma que odia a
Dios haga entrar en su corazón al Dios de Amor infinito; el pecado mortal es sinónimo
de muerte y desolación, y por eso no puede ingresar en un corazón en ese
estado, el Dios que es la Vida Increada y al Autor de toda vida creada; el
pecado mortal es descomposición espiritual del alma, que así despide olores
nauseabundos y putrefactos, y por este motivo no puede entrar en un alma en ese
estado Jesús Eucaristía, el Dios que es Espíritu Puro y que posee un Cuerpo
glorificado. Te ofrecemos reparación y te pedimos perdón por las almas que
comulgan sin las debidas disposiciones, y que permiten que tu Cuerpo
glorificado y sacramentado sea depositado en un corazón indigno y lleno de
impurezas. Deseamos, oh Jesús Eucaristía, llevarnos el sufrimiento que te
causan las almas que se acercan para comer tu Cuerpo y beber tu Sangre en
pecado mortal.
Silencio para meditar.
Jesús
Eucaristía, que eres la Pureza Increada, cuyo candor arrebata en éxtasis de
amor a los ángeles y santos del cielo; Tú, en quien no existe la más
pequeñísima sombra de imperfección, te pedimos perdón y reparamos por las hijas
tuyas que se acercan a recibirte bajo las especies sacramentales, vestidas
indecentemente. Estas almas no han entendido que a la Eucaristía se viene con
los mejores trajes, porque es estar ante el Dios verdadero, que se da como
alimento a la humanidad. Reparamos oh Jesús, por muchas de tus hijas que
exhiben sus cuerpos como ganado en exposición; hijas que llegan al Templo
vestidas indecorosamente; hijas que despiertan la tentación y el apetito carnal
dentro de la Casa de Dios por no vestirse adecuadamente; hijas que tendrán que
comparecer ante el Tribunal Divino por no haber usado vestidos modestos para la
celebración del Santo Sacrificio de la Misa. Te suplicamos, oh Jesús
Eucaristía, que tu mirada virginal las encamine al pudor y les haga sentir la
hermosura de la pureza en sus corazones.
Silencio para meditar.
Jesús
Eucaristía, te ofrecemos reparación por las ofensas que recibes diariamente en
tu Tabernáculo de Amor: muchísimas almas te ultrajan por su indiferencia,
sosteniendo que eres sólo un símbolo, pero que de ninguna manera estás
realmente Presente con tu Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. Te ofrecemos
reparación por quienes no creen que estés vivo en la Hostia Santa, para te
reconozcan y sientan la necesidad de comer el Pan de Vida eterna, para que
despierten del sueño en el que viven, para que despierten su fe, para que abran
los ojos del alma, iluminados por la fe, a la extasiante realidad sobrenatural
de tu Presencia Eucarística, para que se suelten de los sutiles engaños de
Satanás que les hace creer que eres solo un pan bendecido y nada más.
Silencio para meditar.
Jesús
Eucaristía, te ofrecemos reparación por las almas que roban tu Cuerpo Santísimo
para profanarlo, para pisotear tu Divinidad presente en este manjar del cielo,
para martirizarte y ultrajarte en ritos satánicos, para rebajarte a la nada. Estas
almas renuevan los golpes, los insultos, las blasfemias, que recibiste a lo
largo del Via Crucis, y así tu Sagrado
Cuerpo es azotado y flagelado por las profanaciones al Misterio Eucarístico y
tu Sangre es desperdiciada y pisoteada. Te ofrecemos nuestros cuerpos y
nuestras almas y todo nuestro ser, para ponernos en lugar tuyo, y así detener
tan aberrantes e insensatos actos de maldad. Te pedimos perdón por quienes
responden con odio al Misterio de Amor que es tu Presencia eucarística,
Misterio que es triturado y masacrado. Te suplicamos que conmuevas a estos
corazones, por la gran Misericordia que brota de tu Ser divino, para que acudan
prontamente al Sacramento de la Confesión, para que así sean liberados de las
garras de Satanás, porque están en alto riesgo de condenación; son almas que
están inmersas en el mundo de las tinieblas y, si no se convierten de corazón,
padecerán atroces dolores en la otra vida, para siempre. Apiádate de estos
profanadores del Augusto Sacramento, para que no mueran sin arrepentirse, para
que no sean arrojados al lago de fuego, del cual jamás podrán salir.
Silencio para meditar.
Meditación final
Jesús
amado, hemos escuchado tus lamentos y por eso hemos venido aquí, ante vuestra
Presencia sacramental, para pedirte perdón de nuestros pecados y los de nuestros
hermanos, sobre todo por aquellos que te olvidan, te menosprecian, te son
indiferentes, e incluso llegan a cambiarte por un ser de oscuridad, el Ángel
caído. Postrados ante tu Presencia, reparamos por estas almas, muchas de las
cuales han perdido por completo el sentido de lo sagrado, almas que no ven las
consecuencias devastadoras de sus actos, almas que se han pasado al bando de
los malos, almas a las que les espera el llanto y rechinar de dientes. Estamos aquí
para reparar por las injurias, abominaciones y sacrilegios que se cometen
contra vuestro Corazón Eucarístico, Corazón que sólo sabe amar y perdonar,
Corazón que sobreabunda en Misericordia para con el pecador. Perdónalos, Jesús,
porque no saben lo que hacen; ten misericordia de ellos y también de nosotros. Que
María Santísima nos acompañe y que llevándonos en su Inmaculado Corazón, haga
de nuestras vidas un continuo acto de amor a Ti.
Oración final:
“Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te
amo; te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
Canto de salida: “El trece de mayo”.
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