jueves, 25 de febrero de 2021

Hora Santa en reparación por quema de iglesia en Polonia por activistas pro-aborto en Polonia 230221

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el ataque incendiario sufrido por la iglesia de la Santa Cruz en Polonia, a manos de militantes pro-abortistas. Para mayores datos, consultar el siguiente enlace:

https://religionlavozlibre.blogspot.com/2021/02/queman-otra-iglesia-en-polonia.html

Canto inicial: “Oh Buen Jesús, yo creo firmemente”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

         Suele suceder, entre los hombres, que cuando estos pierden un bien, aun cuando sea de poca monta, se afanan y preocupan de tal modo que no se detienen hasta recuperarlo. Sin embargo, cuando se trata del bien infinito de la gracia, cuando esta se pierde a causa del pecado mortal, los hombres continúan sus vidas como si nada hubiera pasado, y continúan riendo y actuando como si nada hubieran perdido, cuando lo que han perdido es el Reino de los cielos[1].

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

         Ahora bien, en el pecado hay todavía mayores males: además de privar al alma del Reino de Jesucristo, la convierte en esclava de sus pasiones y del demonio, el cual le depara al alma en esta vida innumerables tropiezos y tribulaciones, y en la otra, le prepara infinitos y eternos tormentos. El alma en pecado se comporta como un esclavo: así como un esclavo hace muchas veces lo que por ningún motivo quisiera hacer, así el pecado, por los vicios que causa y el poderío que le confiere a Satanás, hace que uno obre lo que no quisiera, porque queriendo no quiere y no queriendo quiere, queriendo eficazmente pecar, lo cual no quisiera hacer ni querer si estuviera en gracia[2].

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         El demonio causa, por medio del pecado, innumerables daños a los hombres, como por ejemplo, obligando a los padres a que le ofrecieran a él y le sacrificaran en su honor sus propios hijos, abrasándolos vivos –culto pagano demoníaco a Moloch que continúa hoy a escala planetaria con las leyes del aborto-, o haciendo que entre ellos se enfrentasen y se despedazasen unos a otros[3]. Sin embargo, estos daños corporales son solo una sombra del mayor y más profundo daño que el pecado causa al alma y es el espiritual, porque por el pecado el alma pierde un bien infinito, el Reino de los cielos.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

         Un autor, Ricardo Sorbonese, dice que “el pecador está en la misma puerta de la muerte y así dijo David: “Acercáronse hasta las puertas de la muerte” y no dista del Infierno más espacio que dos dedos. El demonio lo tiene en sus manos y en un momento bajaría a los infiernos; el demonio aprieta al pecador con la soga al cuello y esto es el pecado”[4]. Si se considera a uno que ya ha pecado y que por lo tanto está condenado a muerte eterna y que sólo basta un empujón para que caiga en el Infierno: ¿cómo puede reír y no pensar o pedir el perdón? ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que nunca caigamos en las tinieblas del pecado y que siempre vivamos a la luz de la gracia de tu Hijo Jesús!

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

         Otra consideración que se debe hacer, para caer en la cuenta de la terrible desgracia que es el pecado, es que, así como la gracia hace que todas las obras buenas del justo sean merecedoras de la eterna gloria, así el pecado es causa que todas las obras que nacen de él como de tan mala raíz, sean merecedoras de eternos tormentos. Estando en pecado, aun las obras buenas que haga el pecador no merecen premio alguno de gloria y así, en vez de merecer el cielo, como lo sería si fueran obras en gracia, se hace merecedor del fuego inextinguible del infierno[5]. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que obremos siempre en la gracia de Dios, hasta el fin de nuestros días en la tierra, para hacernos merecedores del Reino de tu Hijo Jesucristo!

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Cantad a María, la Reina del cielo”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 447.

[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 447.

[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 447.

[4] In Itinere Paradyse.

[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 449.

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