jueves, 24 de diciembre de 2020

Hora Santa en reparación por postal blasfema de Navidad en Alemania 241220

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por un afiche blasfemo en el que a la adoración del Niño Dios, se la reemplaza por la idolatría de la ciencia: los magos presentan al Niño Dios la vacuna, como si se depositara en la vacuna la fe y la adoración que sólo al Niño Dios se debe tributar. Para mayores datos, consultar el siguiente enlace:

https://www.facebook.com/groups/460589750712022/permalink/3261262073978095

Canto inicial: “Tantum ergo, Sacramentum”.

Oración de entrada: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Así como el alma que está en gracia glorifica a Dios Trino en cuanto Creador y también en cuanto Redentor y Santificador, así el alma que no está en gracia, porque libremente eligió el pecado, desprecia a Dios Trino por tres veces, en cuanto Creador, en cuanto Redentor y en cuanto Santificador, porque la gracia contiene todos esos bienes y por esos bienes los títulos con los  cuales Dios se debe honrar y cuando no se tiene la gracia, se pierden esos bienes y se pierde la triple glorificación que el hombre debe dar a Dios Uno y Trino[1].

 Silencio para meditar.

Padrenuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Por el pecado se desprecia a Dios como Redentor, como dijimos, porque se posponen la Sangre, la Pasión y la Muerte en Cruz de Nuestro Señor Jesucristo, porque por el pecado es como si el Señor Jesús no hubiera padecido para salvarnos en la Cruz o como si su Sacrificio Redentor, sangriento y doloroso, pero también lleno de Amor de parte suya, no tuviera valor, ya que se le da más valor al bien efímero, pasajero y vil del pecado, antes que a la Pasión del Redentor[2].

Silencio para meditar.

Padrenuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Por el pecado se desprecia también a Dios en su condición de Supremo Legislador y Señor del mundo, porque se atropellan sus leyes –las leyes naturales, que indican al hombre, entre otras cosas, cómo deben ser sus actos- y se lo menoscaba en su autoridad, dando en cambio autoridad y lugar de señorío no a la gracia y a Dios, sino al pecado y, por detrás de este, a la concupiscencia y al demonio[3].

Silencio para meditar.

Padrenuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Se lo desprecia también como Justo Juez, porque no se da crédito, cuando se comete un pecado mortal o venial a sabiendas, que Él es el Sumo y Eterno Juez, que ha de venir a juzgar al mundo, dando a cada uno de los hombres lo que cada uno se mereció con sus obras libremente realizadas; al pecar, el pecador demuestra que no le importan la justicia y las penas, incluso las eternas, con las que el Justo Juez amenaza[4] a quien, con tal de satisfacer su concupiscencia, quebranta las leyes divinas y se alza contra Dios Trino, tal como lo hizo el soberbio Ángel caído, lo que le valió la expulsión para siempre del Cielo y sus alegrías.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, Diez Ave Marías, Gloria.   

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Por el pecado se desprecia a Dios como amigo, al no querer darle gusto ni de estar en su gracia, tal como lo hace el alma que sí corresponde a la amistad ofrecida por Dios en Cristo; de esta manera, el pecador demuestra que ni le teme a Dios como Justo Juez, ni le ama como Amigo verdadero que nunca falla, lo cual demuestra suma locura e irracionalidad por parte del pecador. Se desprecia a Dios, por el pecado, porque el pecado es el fruto del mal que anida en el corazón del hombre, mientras que Dios es el Bien, la Bondad, el Amor y la Misericordia Sumos, Infinitos y Eternos y así se abusa de Dios y de su paciencia, que no es infinita; se desprecian finalmente todos los atributos y perfecciones que tiene el Ser divino trinitario, lo cual vuelve al pecador, ante los ojos de Dios Trino, como un ser infinitamente despreciable, infame, vil y miserable. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, guárdanos de caer en el pecado y guíanos y ampáranos como Madre nuestra celestial, para que nunca dejemos la gracia santificante que nos concede la Vida del Corazón de tu Hijo Jesús!

Un Padrenuestro, tres Ave Marías, un gloria, para ganar las indulgencias del Santo Rosario, pidiendo por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.

 

 

 

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 437.

[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 438.

[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 437.

[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 438.

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