sábado, 3 de agosto de 2019

Hora Santa en reparación por asesinato de sacerdote católico en Nigeria 010819



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación y desagravio por el asesinato de un consagrado, un sacerdote nigeriano. La información acerca del lamentable episodio se encuentra en el siguiente enlace:


Aclara la información que “En su página de Facebook, la diócesis señala que habrían sido musulmanes de la etnia fulani quienes dispararon al sacerdote, que iba en su auto y que no se detuvo ante la amenaza de los hombres armados”. Por esta razón, además de la reparación y el desagravio, pediremos por la conversión de quienes perpetraron este cobarde asesinato.

Canto inicial: “Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

         Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación

         Hablando del efecto de la gracia en el alma, afirma un autor[1] que ésta le concede al alma tal hermosura –sobrenatural, pero creada- que “la hace más hermosa que todo lo hermoso en la naturaleza” -y vaya si hay cosas hermosas en la naturaleza, proviniendo todo lo creado de un Dios que es la Hermosura Increada-. Pero, afirma este mismo autor, además de la hermosura creada que es la gracia, en el alma que está en gracia está la misma Hermosura Increada, que es la Persona del Espíritu Santo, la cual es inefable y está escondida a las fuerzas de la inteligencia humana[2].

         Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación

         El alma sin pecado, entonces, tiene una triple hermosura: es ella hermosa por naturaleza –aclaramos que estamos hablando de un alma sin pecado-, tal y como la creó Dios, con sus potencias intelectiva y volitiva, con su acto de ser, que participa del Ser Increado o Actus Essendi o Acto de Ser Puro de Dios; con su vitalidad, que es la que da fuerza y vida al cuerpo al cual anima; luego, viene la hermosura de la gracia, cuando el alma adquiere la gracia; por último, con la gracia que es hermosura creada, viene la Hermosura Increada, que es el mismo Amor de Dios, el Espíritu Santo. Así, se dice con toda razón que el alma sin pecado es triplemente hermosa.

         Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación

         El alma santa, entonces, es hermosa por tener la hermosura sobrenatural creada de la gracia pero sobre todo, es hermosa por tener en sí al Espíritu Santo, que es la Hermosura Increada y Causa de toda hermosura creada[3]. Así, el alma en gracia se convierte en una imagen viviente, hermosísima, del Dios hermosísimo. ¡Cuán necios son los hombres que prefieren la horrible oscuridad del pecado, antes que la hermosura inefable que concede la gracia!

         Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación

Si el alma en gracia posee una triple hermosura, el alma que se priva de la gracia por el pecado se convierte en un ser horrible y espiritualmente deformado[4]. A Santa Teresa de Ávila Dios le concedió el don de ver la hermosura de un alma en gracia y la fealdad de un alma en pecado. El alma en gracia la representó como un castillo transparente de cristal, puro y resplandeciente, de siete estancias, en la que el Rey de la gloria se encontraba en la séptima, irradiando su resplandor divino sobre todo el castillo. Pero lo que no estaba en el castillo de luz divina, era todo fuera de él horribles tinieblas, repletas de alimañas de toda especie, de víboras, de serpientes, de alacranes y de todo tipo de animales venenosos. Era la representación del alma que, por el pecado, ha perdido la gracia.

Silencio para meditar. 

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación

         Cuando Santa Teresa de Ávila vio ese castillo todo resplandeciente de luz divina, luz que emanaba de la séptima estancia donde se encontraba el Rey de la gloria, Cristo Jesús, se quedó admirada y asombrada por su incomparable hermosura. Pero al retirarse de ese castillo el Señor de la gloria, Jesucristo, de quien irradiaba toda luz y claridad, desapareció en el instante toda la luz, quedando el otrora hermoso castillo en la más densa y abominable de las tinieblas, negro como un carbón y con un hedor insoportable, significando así, junto con las alimañas que antes había visto, de horrible figura, el miserable estado y la monstruosa fealdad que tienen los que están en pecado mortal[5]. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que nunca nos privemos voluntariamente de quedar sin la hermosura de la gracia en el alma!

         Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria pidiendo por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canción de despedida: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 211.
[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 211.
[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 212.
[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 212.
[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 212.

No hay comentarios:

Publicar un comentario