Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y rezo del Santo
Rosario meditado a Jesús Eucaristía en reparación y desagravio por los pecados propios y de la humanidad.
Canto inicial:
“Sagrado Corazón, Eterna Alianza”.
Oración inicial:
“Dios mío, yo creo, espero, Te adoro y Te
amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni Te adoran, ni Te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu
Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre,
Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios
del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los
cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su
Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la
conversión de los pobres pecadores. Amén”.
Enunciación
del Primer Misterio del Santo Rosario (misterios a elegir).
Meditación
Jesús, pedimos perdón y reparamos por los pecados de
violencia cometidos por los hombres; son todos los pecados que convierten a los
hombres en cainitas, en nuevos caínes, que encuentran placer y gozo en asesinar
a sus hermanos, quebrantando la ley del amor que Tú pusiste en la naturaleza
humana y en el corazón humano. Este
pecado de violencia, en nuestros días, se manifiesta de múltiples formas,
algunas, disfrazadas de falsa compasión, como la eutanasia; otras, disfrazadas
de falsos derechos de la mujer, como el aborto; otras, disfrazadas como guerras
pretendidamente necesarias para mantener un orden mundial, como las guerras por
el petróleo, o la violencia simplemente criminal, en la que se asesina para obtener dinero, como en el narcotráfico; en todos los casos, la violencia es inhumana, anti-cristiana,
diabólica, cruel, y se caracteriza por arrasar cientos de miles de vidas
inocentes, día a día, ofreciendo al altar del demonio de la guerra, Moloch, la
ofrenda sacrílega y blasfema de la sangre de tus hijos derramada injustamente, hijos
adoptivos tuyos que fueron creados para vivir y que, por instigación diabólica
y por perversión del corazón humano enceguecido por el pecado, ven truncadas
sus vidas de un modo siniestro y absurdo y no querido por Ti, porque Tú no
quieres la muerte del hombre, sino que viva para glorificarte, en el tiempo y
en la eternidad. Jesús, Te pedimos perdón por los cainitas, por los hombres que
levantan sus manos para descargar golpes mortales contra sus hermanos, ya sea
en los vientres maternos de sus madres, como sucede en el aborto, o en el lecho
de enfermos, como en la eutanasia, o en los campos y ciudades, como sucede en
las guerras por el petróleo y el dinero y por tantos otros motivos; Te pedimos
perdón, oh Jesús, Dios de la paz y del Amor divinos, y Te suplicamos que no les
tengas en cuenta estos horribles crímenes de violencia, que derraman la sangre
de los hermanos, repitiendo el crimen de Caín contra Abel, y para reparar, Te
ofrecemos a Ti mismo en la cruz, en la Santa Misa y en la Eucaristía, y al
Inmaculado Corazón de María, con todos los actos de Amor hacia Ti en él
contenidos. Amén.
Silencio para meditar.
Padre Nuestro, Diez Ave Marías,
Gloria.
Enunciación del Segundo
Misterio del Santo Rosario.
Meditación
Jesús,
pedimos perdón y reparamos por los pecados de ateísmo, que son contrarios a la
razón humana, porque el testimonio de la existencia de Dios lo da el mismo
Universo, puesto que nada puede existir sin que Tú, oh Dios de toda majestad,
Sabiduría y Bondad, no hagas venir a la existencia. Quien niega tu existencia,
comete el acto más irracional que pueda hacerse, porque nada tiene razón de
ser, sino es por participación al Acto de Ser divino, que por darle
participación en su Acto de Ser, le permite existir. El ateísmo, que pretende
ser una emancipación de la razón iluminada y adulta es, en realidad, el fruto
de una razón entenebrecida y disminuida en su capacidad propia de razonar,
puesto que la demostración de la existencia de Dios es una de las tareas más sublimes y uno de los
ejercicios mentales más poderosos de los que es capaz de realizar la razón
humana. Por otra parte, quien niega la existencia de Dios, niega el culto
debido a Dios, pero inmediatamente, se postra ante el ídolo dinero, dando culto
al dios dinero, como el Pueblo Elegido, que se postró ante el becerro de oro,
porque el hombre ha sido creado para adorar al Dios verdadero y si no adora al
Dios verdadero, debe necesariamente canalizar su instinto religioso hacia
alguna deidad, necesariamente falsa, y la deidad falsa más fuerte que se
presenta en este mundo, al ser desplazado el Dios verdadero, es el dinero; por
el dinero, el hombre se vuelve capaz de los peores crímenes, se vuelve capaz de
los crímenes más aborrecibles, por eso Jesús nos advierte en el Evangelio: “No
se puede servir a Dios y al dinero” (Lc
16, 13), porque quien se postra idolátricamente ante el dinero, pierde toda
dignidad y toda noción de bien, siendo capaz de llegar al deicidio, como Judas
Iscariote, que por treinta monedas de plata, entregó al Hombre-Dios a sus
enemigos. Te pedimos perdón y reparamos, oh Jesús, Dios de la paz y del Amor
divinos, y Te suplicamos que no les tengas en cuenta estos horribles crímenes
de idolatría hacia el dinero, idolatría que clama al cielo la venganza de la
Justicia Divina y para reparar, Te ofrecemos a Ti mismo en la cruz, en la Santa
Misa y en la Eucaristía, y al Inmaculado Corazón de María, con todos los actos
de Amor hacia Ti en él contenidos. Amén.
Silencio para meditar.
Padre Nuestro, Diez Ave
Marías, Gloria.
Enunciación del Tercer Misterio del
Santo Rosario.
Meditación
Jesús, Te pedimos perdón y reparamos por los pecados de
hedonismo, de lujuria, de sensualidad, que no son otra cosa que satanismo
encubierto, porque el satanismo lo que persigue es, en definitiva, la
exaltación y el desenfreno de las pasiones. En nuestros días se propaga, a
través de los medios de comunicación masivos, el hedonismo más desenfrenado, al
tiempo que se ensalzan a las pasiones sin control y se difunde la idea de que
lo anti-natural es bueno y que lo que estaba prohibido por los Mandamientos de
la Ley de Dios, ya no lo está más, porque esas prohibiciones eran para una
época de la historia, ya superada por la humanidad del siglo XXI. Sin embargo,
lo que estaba prohibido al inicio de los tiempos, sigue prohibido hoy y lo
seguirá hasta el Último Día y si Dios lo prohíbe en sus Mandamientos, es porque
quiere que evitemos lo que nos hace daño y que seamos felices en esta vida y en
la vida eterna. Pero al mismo tiempo, Dios respeta máximamente nuestra
libertad, y si alguien no quiere cumplir sus Mandamientos, que procuran la
castidad y la pureza del cuerpo y del alma y el amor sobrenatural a Dios y al
prójimo, inexorablemente cumple los mandamientos de Satanás, que propician la
exaltación y el desenfreno de las pasiones y de la propia voluntad, pues su
principio máximo es: “Haz lo que quieras”. Cumplen los mandamientos de Satanás quienes
libre, consciente, deliberada y voluntariamente, cometen pecados con los cuales
profanan sus cuerpos de las más diversas maneras: con las drogas, el alcohol,
la sexualidad desenfrenada y fuera del matrimonio sacramental entre el varón y
la mujer, olvidando que “el cuerpo es templo del Espíritu Santo” (1 Cor 6, 19) y que por lo tanto,
profanar el cuerpo, es profanar a la Persona Tercera de la Santísima Trinidad,
el Santo Espíritu de Dios, que en él inhabita y del que es su Dueño por el bautismo
sacramental. Te pedimos perdón y reparamos, oh Jesús, Dios de la paz y del Amor
divinos, y Te suplicamos que no les tengas en cuenta estos horribles crímenes de
profanación del templo del Espíritu Santo que es el cuerpo del hombre y para
reparar, Te ofrecemos a Ti mismo en la cruz, en la Santa Misa y en la
Eucaristía, y al Inmaculado Corazón de María, con todos los actos de Amor hacia
Ti en él contenidos. Amén.
Silencio para meditar.
Padre Nuestro, Diez Ave
Marías, Gloria.
Enunciación del Cuarto Misterio del
Santo Rosario.
Meditación
Jesús, te pedimos perdón y reparamos por los pecados de
superstición, de magia, de hechicería, de brujería, de satanismo, de
angeleología nueva era, de la religión wicca, de gnosticismo, pecados todos
propiciados por la secta luciferina de la Nueva Era, New Age o Conspiración de
Acuario, que así prepara el camino del Anticristo. Dice San Pablo: “Los dioses
de los gentiles son demonios” (cfr. 1 Cor
10, 20), por lo tanto, quien se postra ante estos ídolos neo-paganos,
propiciados por la Nueva Era, se postra ante demonios, abandonando al Único
Dios verdadero, Jesucristo, según lo dice Él mismo en la Escritura, por boca
del profeta Jeremías: “Me abandonaron a Mí, fuente de aguas vivas, para cavarse
cisternas, cisternas agrietadas, que no retienen el agua” (2, 13). Los hombres
de hoy abandonan a Jesús en la Eucaristía, por estos ídolos vanos, que nada
tienen y nada pueden dar al alma, sino desolación, desasosiego, terror, odio,
dolor y muerte. En cambio, Jesucristo, el Hombre-Dios, es el Único que puede
colmar al alma con dones que solo Dios puede dar: paz, ternura, amor, dulzura,
alegría, fortaleza, sabiduría, fortaleza, consejo, ciencia, temor de Dios; solo
Jesucristo, Hombre-Dios, puede extra-colmar al alma e inundarla con la
Sabiduría, el Amor y la Misericordia de Dios, porque Él es la Sabiduría, el
Amor y la Misericordia de Dios encarnados, materializados en una naturaleza
humana, que está Presente en Persona, con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su
Divinidad en cada Eucaristía y que se dona todo a sí mismo, sin reservas, en
cada comunión eucarística al alma que lo recibe con un corazón contrito y
humillado y que no le antepone su egoísmo humano a su Amor divino. Da pena
constatar que Jesucristo, el Hombre-Dios, el Amor de Dios y la Misericordia
Divina encarnados, no es conocido ni amado por la inmensa mayoría de niños,
jóvenes, adultos y ancianos; da pena constatar que una inmensa multitud de
niños y jóvenes, conocen y aman más a ídolos futbolísticos, construidos por los
medios de comunicación masivas, antes que a Jesucristo, el Hombre-Dios, que dio
por ellos su vida, mientras que estos ídolos, nada hicieron y nada harán,
nunca, por ellos; da pena constatar que los niños y los jóvenes huyen de
Jesucristo, Presente en el Santísimo Sacramento del altar para darles todo el
Amor infinito y eterno de Dios, como si fuera un malhechor, mientras que corren
a entregarse en cuerpo y alma a quienes les quitarán la vida corporal y
encarcelarán sus almas para siempre en el Hades, el Abismo en el que no hay redención, en donde hay “llanto y rechinar de dientes” (cfr. Lc 13, 28), haciendo realidad el “misterio de iniquidad” (cfr. 2 Tes 2, 7) que anida en el corazón humano. Te pedimos
perdón y reparamos, oh Jesús, Dios de la paz y del Amor divinos, y Te
suplicamos que no les tengas en cuenta estos horribles crímenes de idolatría y para reparar, Te
ofrecemos a Ti mismo en la cruz, en la Santa Misa y en la Eucaristía, y al
Inmaculado Corazón de María, con todos los actos de Amor hacia Ti en él
contenidos. Amén.
Silencio para meditar.
Padre Nuestro, Diez Ave
Marías, Gloria.
Enunciación del Quinto Misterio del
Santo Rosario.
Meditación
Jesús, pedimos perdón y
reparamos, por un pecado especial, que atañe a una parte especial de la
humanidad, y es el Nuevo Pueblo Elegido, los bautizados en la Iglesia Católica,
y es el pecado del indiferentismo, la negación y el ultraje hacia Tu Presencia
en el Santísimo Sacramento del altar. Se trata de un pecado de especial
gravedad, porque se trata de un don de especial magnitud. La Eucaristía es el don
más preciado que pueda hacer la Santísima Trinidad a los hombres; no hay don
más grande que Dios Uno y Trino, en su infinita Sabiduría y en su Amor eterno,
puedan hacer a la humanidad, porque en la Eucaristía está contenido todo el
Amor Divino, que abrasa al Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús y que desea
fervientemente comunicarse a todo aquel que quiera recibirlo con un corazón
puro, contrito y humillado y santificado por la gracia santificante; la
Eucaristía es el Verdadero Maná, el Maná bajado del cielo, que concede la Vida
eterna de la Santísima Trinidad al que lo consume con fe y con amor; la
Eucaristía es el Pan Vivo bajado del cielo, y el que come de ese Pan, aunque
muera en esta vida terrena, no morirá para siempre, porque resucitará para la
vida eterna; la Eucaristía es la Carne del Cordero de Dios, asada en el Fuego
del Espíritu Santo, y por lo tanto, esta Carne Santa del Cordero Tres veces
Santo, está embebida y empapada de la santidad de Dios, y el que come de esta
Carne Santa, se vuelve santo con la santidad misma del Dios Tres veces Santo
que en ella inhabita; la Eucaristía es el Pan de Vida Eterna, que comunica de
la Vida eterna del Hombre-Dios Jesucristo, y el que come de este Pan Sagrado,
servido por Dios Padre en el Banquete escatológico de los hijos de Dios, la
Santa Misa, posee ya en germen la vida nueva de los hijos de Dios, la vida
eterna, en germen, la vida que vivirá en plenitud en el Reino de los cielos, en
la gloria, pero que empieza ya a vivir aquí, en forma anticipada, en esta vida
terrena. Por este motivo, es penoso constatar que los bautizados, los
católicos, desprecian el Banquete ofrecido por Dios Padre, la Santa Misa, por
placeres mundanos, dejando abandonado, en el altar eucarístico, a Jesús
Eucaristía, Rey de cielos y tierra. Muchos de ellos constatarán, con gran dolor
para sus almas, cuán vanos fueron sus deseos mundanos y cuán necios fueron en
no acudir al Banquete dominical, a alimentar sus almas con el Pan de Vida
eterna. Te pedimos perdón y reparamos, oh Jesús, Dios de la paz y del Amor
divinos, y Te suplicamos que no les tengas en cuenta estos pecados de los
bautizados, que ultrajan Tu Presencia Eucarística con sus indiferencias y
sacrilegios y para reparar, Te ofrecemos a Ti mismo en la cruz, en la Santa
Misa y en la Eucaristía, y al Inmaculado Corazón de María, con todos los actos
de Amor hacia Ti en él contenidos. Amén.
Meditación final
Jesús,
debemos ya retirarnos, para continuar con nuestras tareas cotidianas, pero
deseamos continuar adorándote “en espíritu y en verdad” (cfr. Jn 4, 23), día y noche, y para ello,
dejamos nuestros corazones en las manos de la Virgen de la Eucaristía, Madre y
Maestra de los Adoradores Eucarísticos, para que Ella, estrechándolos contra su
Inmaculado Corazón, los instruya en el Amor de Dios, comunicándoles de este
mismo Amor y enseñándoles a amarte y a adorarte con todas las fuerzas de
nuestro ser, de nuestra mente, de nuestro corazón, de nuestra alma, en el
tiempo que nos queda de nuestra vida terrena, como anticipo de la adoración que
esperamos tributarte, por tu Divina Misericordia, por toda la eternidad, en
compañía de nuestros seres queridos, de tu Santa Madre y de los ángeles y de
los santos. Amén.
Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.
Oración final:
“Dios mío, yo creo, espero, Te adoro y Te
amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni Te adoran, ni Te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu
Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre,
Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios
del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los
cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su
Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la
conversión de los pobres pecadores. Amén”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario