Introducción: Jesús Eucaristía, Dios del Sagrario, Dios
del Altar, venimos a postrarnos ante tu Presencia sacramental, con el corazón
lleno de dolor por nuestros pecados, por nuestras ingratitudes, por nuestras
indiferencias a tu Amor; nos humillamos ante Ti y nos postramos en adoración,
pidiendo a María Santísima que nos alcance la luz del Espíritu Santo para poder
adorarte en esta Hora Santa con todo el amor del que seamos capaces. Nos unimos,
con la luz de la fe, a los ángeles y a los santos que, en el cielo, te
contemplan y te adoran y te aman extasiados, sin poder salir del asombro que
les provoca la inimaginable hermosura de tu Ser trinitario. Te ofrecemos el
humilde homenaje de nuestra adoración, suplicándote que la aceptes y que no tengas
en cuenta nuestra miseria y nuestros pecados, sino el deseo de reparación que
Tú mismo has puesto en nuestros pobres corazones.
Venimos a adorarte y a reparar en
este tiempo previo a la Cuaresma, tiempo caracterizado por la celebración
pagana del Carnaval, celebración que tiene por objetivo apartar a muchos de tus
hijos de tu Amor. Venimos a reparar por todos aquellos que se dejarán seducir
por el brillo multicolor, por la estridencia de la música y por la falsa
alegría de esta festividad pagana, dejando de lado y despreciando la
solemnidad, la austeridad, la serena alegría del Miércoles de Cenizas y del
sagrado tiempo de Cuaresma.
Oración inicial:
“Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te
amo; te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
Canto de entrada:
“Perdón, oh Dios mío”.
Perdón, ¡Oh Dios Mío!
Perdón e indulgencia,
Perdón y clemencia,
Perdón y piedad (2).
Pequé, ya mi alma, su culpa confiesa
mil veces me pesa de tanta maldad.
Mil veces me pesa de haber obstinado
tu pecho rasgado ¡Oh Suma Bondad!
Perdón Oh Dios Mío
Perdón e indulgencia
Perdón y clemencia
Perdón y piedad (2)
Yo fui quien del duro madero inclemente
te puso pendiente con vil impiedad.
Por mí en el tormento tu Sangre vertiste
y prenda me diste de amor y humildad.
Perdón Oh Dios Mio
Perdón . . . . . . . . . (2)
Y yo en recompensa pecado a pecado
la copa he llenado de iniquidad.
Más ya arrepentido te busco lloroso
Oh Padre amoroso ¡Oh Dios de Bondad!
Perdón Oh Dios Mío
Perdón . . . . . . . . . (2)
Meditación
Venimos
a pedirte perdón por los cristianos que ofrendarán sus cuerpos a Baal, porque
esto es lo que significa “Carnaval”: “baile de la carne” y “carne para Baal”, olvidando de esta
manera que sus cuerpos son “templos del Espíritu Santo” (1 Cor 6, 19).
Silencio meditativo.
Venimos
a pedirte perdón y a reparar por todos los cristianos que en el carnaval,
olvidarán que sus corazones son altares y sagrarios en donde debe ser adorado
Jesús Eucaristía; olvidarán que sus corazones deben ser como nidos de luz y de
amor en donde encuentre reposo y contento la dulce paloma del Espíritu Santo.
Silencio meditativo.
Venimos
a pedir perdón y a reparar por todos los cristianos que, ofrendando sus cuerpos
a Baal, profanarán sacrílegamente al templo del Espíritu Santo, el cuerpo, convirtiéndolo,
de nido de luz y de amor en el que debería reposar el Espíritu Santo, en cueva maloliente,
oscura y babeante, en donde se alojará una de las serpientes más grandes del
infierno, Asmodeo, el demonio de la lujuria, dando cabida a todo desenfreno de
las pasiones.
Silencio meditativo.
Venimos
a pedirte perdón y a reparar por todos los cristianos que olvidarán que sus
cuerpos son templos del Espíritu Santo, y que por lo tanto, estos templos deben
estar iluminados con la luz de la fe en Ti, Hombre-Dios y así, olvidándose de
Ti, adorarán a quien merece tu eterna reprobación; olvidarán que esos templos
que son sus cuerpos, deben estar perfumados con el aroma exquisito de la gracia
santificante; olvidarán que en estos templos del Amor de Dios, que son sus
cuerpos, no debe escucharse otra cosa que cantos de alabanza, de adoración, de
acción de gracias, a Dios Uno y Trino y al Cordero de Dios, y que esos cánticos
e himnos y salmos de alabanza, deben alternarse con el silencio, porque Tú
hablas en el silencio, y el alma que no vive en el silencio no puede nunca
escuchar Tu dulce voz, y así, olvidándose de cantarte a Ti, Único y Verdadero
Dios, dedicarán sus horribles cantos a los seres de la oscuridad, y en esos
templos así profanados, resonarán músicas abominables –entre muchos otros, la
cumbia y el rock-, y toda clase de música sacrílega, atronando el templo
hollado con espantosas blasfemias e insultos a tu Amor, a tu santidad, a tu
majestad, a tu misericordia, encendiendo la ira de tu Divina Justicia.
Silencio meditativo.
Venimos
a reparar por todos aquellos cristianos que, olvidarán que en este templo santo
que es el cuerpo sólo se sirve y se degusta el banquete celestial preparado por el Padre: la
Carne del Cordero, asada en el fuego del Espíritu Santo; el Pan Vivo bajado del
cielo, el Cuerpo resucitado de Jesús en la Eucaristía, y el Vino de la Alianza
Nueva y Eterna, la Sangre del Hombre-Dios derramada en la Cruz; así,
olvidándose y despreciando este manjar celestial, la Eucaristía, profanarán sus
cuerpos, sus mentes y sus corazones, embriagándose con todo tipo de substancias
prohibidas, substancias que jamás deberían entrar en los templos de Dios.
Silencio meditativo.
Venimos
a reparar por todos los cristianos que profanarán el Domingo, Día del Señor,
Día sagrado que participa de la eternidad; Día santo que participa del Día de
la Resurrección; Día destinado a adorar, alabar y dar gracias a Ti, Cristo
Dios, que resucitaste en el Domingo luego de sufrir atrozmente en la Pasión por
nuestra salvación; venimos a reparar por todos los cristianos que piensan que
el Domingo, y los fines de semana, son para descansar, divertirse, pasear y,
peor aún, para dar rienda suelta y desenfreno a las pasiones, olvidando así el
deber sagrado de santificar las fiestas, esto es, de ir a recibir el don de los
cielos, Jesús en la Eucaristía, que Dios Padre deposita en cada Santa Misa en
el altar, que de esta manera queda olvidado y despreciado porque los
cristianos, sus destinatarios, lo intercambian por los ídolos del mundo.
Silencio meditativo.
Oración de despedida:
Querido Jesús Eucaristía, Dios del Sagrario, Dios del Altar eucarístico, nos
despedimos, ya que debemos retornar a nuestros quehaceres diarios, pero te
dejamos, como siempre, nuestros míseros corazones al pie del sagrario, para que
Tú los atraigas con tus lazos de amor y no dejes que se extravíen por las
oscuras y tenebrosas sendas del mundo. Ten piedad de nosotros y de nuestros
hermanos, principalmente de aquellos que más te ofenderán en este tiempo de
Carnaval; no les tengas en cuenta sus pecados, perdónalos, por tu gran
misericordia, porque “no saben lo que hacen”; perdónalos, e ilumínalos, para
que salgan del error, así como también tuviste misericordia de nosotros y nos
concediste la luz de la fe para que nos apartáramos del error. Perdónalos,
perdónanos, muéstranos tu Misericordia Divina, ten piedad de nosotros, apiádate
de nosotros y del mundo entero. Junto con tu Padre, infunde el Espíritu Santo,
Espíritu de Amor, de piedad, de paz, de alegría; alivia la aridez de este suelo
con el agua fresca de tu gracia, intensifica tu Presencia y la de tu Madre en
los corazones de los hombres, sobre todo de los más alejados, y haz que
refugiados en el Corazón Inmaculado de María Santísima, tu Madre y nuestra
Madre, lleguemos a la eterna felicidad en los cielos.
Oración final:
“Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te
amo; te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
Canto de salida:
“El trece de mayo”.
A
tres pastorcitos la Madre de Dios,
descubre
el misterio de su corazón.
Ave,
ave, ave María. Ave, ave, ave María.
Haced
penitencia, haced oración,
por
los pecadores implorad perdón.
Ave,
ave, ave María. Ave, ave, ave María.
Las
modas arrastran al fuego infernal,
vestid
con decencia si os queréis salvar
Ave,
ave, ave María. Ave, ave, ave María.
El
Santo Rosario constantes rezad,
y
la paz del mundo el Señor os dará.
Ave,
ave, ave María. Ave, ave, ave María.
¡Qué
pura y qué bella se muestra María,
qué
llena de gracia en Cova de Iria!
Ave,
ave, ave Maria. Ave, ave, ave Maria.
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