Querido Jesús Eucaristía, nos postramos ante tu Presencia Eucarística, para ofrecerte, con todo el amor de nuestro corazón, nuestra
humilde adoración. Venimos a adorarte, a amarte, y a darte gracias por todos
tus dones, pero sobre todo por haberte quedado en la Eucaristía para
acompañarnos en nuestro peregrinar hacia tu morada santa.
Canto:
Alabado sea el Santísimo
Sacramento del altar
y la Virgen concebida
sin pecado original.
Celebremos con fe viva
Este pan angelical
y la Virgen concebida
sin pecado original.
Es el Dios que da la vida,
y nació en un portal,
de la Virgen concebida
sin pecado original.
Es el manjar más regalado
de este suelo terrenal
es Jesús Sacramentado
Sacramento del altar
y la Virgen concebida
sin pecado original.
Celebremos con fe viva
Este pan angelical
y la Virgen concebida
sin pecado original.
Es el Dios que da la vida,
y nació en un portal,
de la Virgen concebida
sin pecado original.
Es el manjar más regalado
de este suelo terrenal
es Jesús Sacramentado
Dios eterno e inmortal.
Oración inicial:
Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no
creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman (tres veces).
Meditación:
Querido Jesús Eucaristía, Tú eres el Hombre-Dios, y cuando estuviste aquí en la
tierra, fuiste también niño y joven como nosotros, y es por eso que queremos
aprender de tus virtudes, para parecernos cada día más a Ti. Muchos nos dicen
que imitemos a los ídolos del mundo; muchos nos dicen que tratemos de ser como
los cantantes de moda, los artistas de cine, los futbolistas, los políticos. Pero
imitarlos a ellos no nos servirá de nada, y no nos conducirá al cielo, porque
no entraremos en el cielo por vestirnos a la moda, por escuchar música, por ver
televisión o ir a la cancha de fútbol. Entraremos en el cielo sólo si nos
parecemos a Ti, y es para eso para lo que hemos venido hoy, ante tu Presencia
Eucarística: para que nos enseñes a ser como eras Tú, cuando eras niño y joven
como nosotros.
Y te pedimos, que así como fuiste
educado por tu Mamá, la Virgen, y por San José, tu padre adoptivo, también nosotros
queremos ser educados por ellos, para tratar a nuestros padres y mayores de la
misma manera como Vos tratabas a María y a José: con amor, con respeto, con
alegría, sirviéndolos y obedeciéndolos en todo, con amor y por amor.
Queremos aprender de tu amor, de ese gran
amor que te llevó a la Cruz, y que te hizo tratar a todos con afecto y dulzura,
aún con aquellos que no te comprendían. ¡Enséñanos a amar a todos,
principalmente a quienes, por un motivo u otro, no son nuestros amigos!
Queremos aprender de tu paciencia, esa
paciencia que te llevó en la Cruz a soportar nuestros desprecios, ingratitudes
e indiferencias. ¡Enséñanos a ser pacientes y a tratar a todos con amor y
dulzura, como Tú nos tratas desde la Cruz!
Queremos aprender de tu humildad, esa
humildad que te llevó a tomar la forma de siervo, sin dejar de ser Dios; la
misma humildad que te llevó a soportar los insultos, los golpes, los salivazos
en el rostro, la corona de espinas, la flagelación, los clavos, los dolores, la
muerte en Cruz. ¡Enséñanos a ser humildes, a abajar nuestro orgullo y soberbia,
Tú, que siendo Dios omnipotente, vienes a nosotros como un Hombre que muere
humillado en la Cruz!
Queremos aprender de tu pureza, que es
la pureza de tu Ser divino, que hizo que amaras a Dios con toda tu mente, con
toda tu alma, con todo tu corazón. ¡Enséñanos a ser puros de cuerpo y alma,
danos tu misma pureza, para que con un corazón puro y casto, te amemos por
encima de todas las creaturas!
Queremos aprender de tu generosidad,
que hizo que nos dieras, para salvarnos, todos lo que eres y todo lo que tienes
en la Cruz y también en la Eucaristía: tu Ser divino, tu vida, tu Sangre, tu Cuerpo,
tu Alma, tu Divinidad. Y como si fuera poco, cuando ya no tenías nada más para
darnos, nos diste lo que más querías en este mundo: Tu Madre amada, María
Santísima, para que Ella fuera también nuestra Madre, y nos adoptara como hijos
suyos al pie de la Cruz. ¡Enséñanos a ser generosos con todos, ayudando en todo
lo que podamos, aún a costa de sacrificios!
Peticiones:
A cada intención respondemos: Por los dolores de Tu Madre, escúchanos
Jesús.
-Por el Santo Padre, Benedicto XVI, por
nuestro obispo, por nuestro párroco, y por todos los
sacerdotes del mundo, para que Te imiten con el ejemplo de sus vidas. Oremos.
-Por los niños y jóvenes que sufren la
violencia de la guerra, de las drogas, del abandono, de la soledad; por aquellos
que pasan hambre y frío, y sobre todo por los que no te conocen. Oremos.
-Por los enfermos, los tristes, los
abandonados; por los que están presos, por los moribundos, por los pecadores,
por los que sufren en el cuerpo y en el alma, para que reciban la luz de tu
gracia y el consuelo de tu Madre. Oremos.
-Por todos los cristianos del mundo,
para que entiendan que deben iluminar el mundo con la luz del Amor de tu
Sagrado Corazón. Oremos.
-Por
nosotros mismos, para que seamos capaces de entender que si no obramos la
misericordia para con el prójimo más necesitado, no entraremos en el Reino de
los cielos.
Oración
final: "Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman" (tres veces).
Oración de despedida: Querido Jesús Eucaristía, en esta adoración te hemos pedido que nos enseñes
a vivir con tus mismas virtudes. Ayuda nuestra debilidad, haz que seamos
luminosos focos de amor en un mundo frío y oscuro, en donde no está presente el
Amor de Dios. A Ti, que estás presente en la Eucaristía, te lo pedimos, con
toda la fuerza de nuestro corazón. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario