Hora santa
«TODOS HEMOS SIDO BAUTIZADOS EN UN MISMO ESPÍRITU» (1Cor 12,13)
Miguel Ángel Arribas, Pbro.
Monición de entrada:
La unidad de los cristianos es una dimensión de la vida de
El mundo creerá en Jesucristo si estamos unidos quienes nos llamamos cristianos. El mundo creerá en el Salvador si nos amamos unos a otros como Él nos ha amado. El mundo creerá en el Hijo de Dios si testimoniamos que nos amamos hasta llegar a ser «Uno» en la unidad trinitaria del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
En este tiempo de adoración eucarística presentamos al Señor esta inquietud: el anhelo por la unidad. La oración ha de tener prioridad en este camino que estamos recorriendo juntos los cristianos de distintas Iglesias y Confesiones. La oración eucarística de hoy nos hará vivir en esperanza: la esperanza que el Espíritu Santo activa y actualiza.
Esperanza que nos conduce, con fuerza y lucidez, a dar los pasos necesarios para el diálogo ecuménico: el diálogo como conocimiento mutuo; como examen de conciencia de lo que se hizo mal y del pecado de cada uno; como acercamiento de posturas teológicas; como medicina para sanar viejas heridas, rivalidades y desconfianzas; como instrumento para resolver las divergen- cias; como búsqueda sincera de los misterios divinos; como posibilidad para un trabajo en común en lo pastoral y en la solidaridad.
Delante de Jesús Eucaristía, adorémosle por su Presencia permanente entre nosotros y pidámosle que se disuelvan las divisiones y desconfianzas que existen todavía hoy entre los cristianos. Porque Cristo llama a todos los bautizados a la unidad: «Padre, que sean uno, como nosotros somos uno» (Jn 17,22).
Canto: Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo
Palabra de Dios:
«Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu» (1Cor 11,12-13).
Silencio meditativo
«Así como nuestro cuerpo, en su unidad, posee muchos miembros y no desempeñan todos los miembros la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, pero cada miembro está al servicio de los otros miembros» (Rm 12,4-5).
Silencio meditativo
«Si queréis darme el consuelo de Cristo y aliviarme con vuestro amor, si nos une el mismo Espíritu y tenéis entrañas compasivas, dadme esta gran alegría: Manteneos unánimes y concordes, con un mismo amor y un mismo sentir. No obréis por rivalidad ni por ostentación, dejaos guiar por la humildad y considerad siempre superiores a los demás. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad el interés de los demás» (Flp 2,1-4).
Silencio meditativo
Canto: A elección
Nos habla el Concilio Vaticano II:
«El Señor de los tiempos, que continúa sabia y pacientemente el propósito de su gracia para con nosotros pecadores, últimamente ha comenzado a infundir con mayor abundancia en los cristianos separados entre sí el arrepentimiento y el deseo de la unión.
Muchísimos hombres, en todo el mundo, han sido movidos por esta gracia, y también entre nuestros hermanos separados ha surgido un movimiento cada vez más amplio, con ayuda de la gracia del Espíritu Santo, para restaurar la unidad de los cristianos.
Participan en este movimiento de unidad, llamado ecuménico, los que invocan a Dios Trino y confiesan a Jesús como Señor y Salvador, y no sólo individualmente, sino también reunidos en grupos, en los que han oído el Evangelio y a los que consideran como su Iglesia y de Dios.
No obstante, casi todos, aunque de manera diferente, aspiran a una Iglesia de Dios única y visible, que sea verdaderamente universal y enviada a todo el mundo, a fin de que el mundo se convierta al Evangelio y así se salve para gloria de Dios» (Decreto Unitatis redintegratio, 1).
Silencio meditativo
Canto: A elección
Nos dice el Bto. Manuel González:
«
Purificados por la contrición y la humildad, iluminados por la fe y la oración, y unidos a Jesús y a nuestros hermanos por el amor más grande, o sea, el amor llevado hasta el sacrificio. Así nos ponen nuestras Misas si nos empeñamos en vivirlas» (¡Si viviéramos nuestras misas!: OO.CC. III, 5291).
«La liturgia es en Cristo, por Cristo y con Cristo, la grande obrera de la predestinación de los elegidos, trabajando por conformarlos y unirlos a Él y hacerlos crecer en Él. Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, es el arquitecto que, por los medios que la liturgia aplica, obtiene la realización de su oración sacerdotal: Que sean uno» (El abandono de los Sagrarios acompañados: OO.CC. I, 176).
Oramos juntos: Padrenuestro
Oración final:
«Oh Dios, uno y trino, unidad perfectísima, comunión de amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que nos llamáis a todos los cristianos a trabajar por la unidad de tu Pueblo peregrino, derrama incesantemente tu Espíritu Santo para que, orando juntos y dando continuidad al diálogo teológico, podamos llegar a ser, verdaderamente, un solo corazón y una sola alma, como lo eran los primeros cristianos». P.J.N.S.
HORA SANTA Diciembre 2008
“HA APARECIDO
Miguel Angel Arribas
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