sábado, 21 de diciembre de 2024

Hora Santa en reparación por atentado sacrílego contra el Pesebre y el Niño Jesús en Buenos Aires, Argentina 171224

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el Santo Rosario meditado en reparación por el atentado sacrílego cometido contra el Pesebre de Belén y contra el Niño Dios por parte de unos pseudo-artistas en la Ciudad de Buenos Aires, Argentina. Para mayores datos acerca de este horrible acto sacrílego, consultar el siguiente enlace: https://www.instagram.com/diario.todounpais/reel/DDsKtSVyn2O/

Canto de entrada: “Postrado a vuestros pies humildemente”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Si el fiel ofrece el Sacrificio de la Santa Misa pidiendo la gracia de una verdadera contrición y también la gracia del perdón, estas gracias son infaliblemente concedidas[1]. El Sacramento de la Eucaristía nos aporta el consuelo que no tendríamos si no mediara la eficacia del sacrificio. El alma que ofrece la Pasión de Jesucristo para la remisión de sus pecados no puede dudar de su contrición antes de recibir la Sagrada Hostia en la Comunión. Ella ha sido preparada por el valor propiciatorio de su ofrenda con las gracias inmensas que le sobrevendrán con la unión con Cristo Víctima.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Teniendo esto en cuenta, no es superfluo, de ninguna manera, la recomendación a las almas, por parte de sus confesores, de recibir como “penitencia”, la asistencia a la Santa Misa. Y, frente a toda confesión, nada es mejor que la ofrenda del Santo Sacrificio -la Santa Misa- para obtener las grandes gracias del Sacramento de la Penitencia.

 Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Nuestra confianza está en el Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús; no solamente en la infinita perfección del Corazón del Hijo de Dios, sino en el poder del Amor que Él nos testimonia realmente al ofrecernos su Sagrado Corazón en la Cruz del Calvario y en la Cruz del Altar por nuestra salvación, cada día sobre nuestros Altares Eucarísticos; y también en su obediencia al Padre, por amor al Padre y por amor a nosotros; su Sangre derramada, sus súplicas, su Muerte Preciosísima, todos los frutos de su Santo Sacrificio.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Este fundamento es una verdad de fe y si el más criminal de los criminales no tuviera ya más confianza de ser perdonado, esta falta de confianza no tendría razón alguna de ser, puesto que el Amor Infinito y Eterno del Sagrado Corazón de Jesús supera infinita y eternamente cualquier pecado que el más grande pecador de la tierra pudiera jamás haber cometido, de manera que siempre hay que alentar a los pecadores, por pecadores que sean -y con mayor razón, cuanto más pecadores sean-, a que más confíen en la Divina Misericordia y a que más se abandonen a la Divina Misericordia.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Por último, hay una oración que nos da la pauta de cuán inmenso es el valor del Sacrificio de Jesús y también del Sacrificio Corredentor de su Madre, María Santísima; sacrificio al cual nosotros, como hijos adoptivos de Dios, podemos y debemos unirnos, de preferencia en la Santa Misa, en el momento de la Consagración, cuando el pan se convierte en el Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús por medio de la Transubstanciación, aunque también podemos rezar esta maravillosa oración, que salva a millones de almas de caer en el Infierno, en cualquier momento del día. Esta oración dice así: “¡Oh, Jesús, Redentor del hombre!, que tanto sufriste por el amor y la salvación de los pecadores, sabiendo que no todos iban a aceptar tu Sacrificio... Yo quiero unirme a esos Tus sentimientos de Amor, de Perdón y Misericordia, y pedirte en este día la salvación de mil pecadores por cada latido de mi pobre corazón, unidos a los latidos del vuestro y a los del Corazón Inmaculado de María, vuestra Santísima Madre y nuestra, que nos disteis al pie de la Cruz. Os lo suplico, por vuestra Preciosa Sangre y vuestra Divina Misericordia. Amén”[2].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

 

 



[1] Cfr. 89.

[2] Permitida su difusión. Pablo VI en A.A.S., 58-1966. 1185-1186) Pedidos -de estampas con la oración- a Tlf.: 955 68 02 98 Sevilla.

 


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