miércoles, 10 de mayo de 2023

Hora Santa en reparación por ultraje a la Eucaristía por parte de un sacerdote católico en Francia 240423

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por un ultraje cometido contra la Eucaristía por un sacerdote católico: la dejó caer “exprofeso”, para no dar la comunión en la boca. Para mayores datos acerca de este lamentable hecho, consultar el siguiente enlace:

https://www.riposte-catholique.fr/archives/177182

Canto de entrada: “Cristianos venid, cristianos llegad”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

La pureza del alma en gracia, la hermosura del alma que está en estado de gracia santificante, estaba representada en el Antiguo Testamento en diversas maneras: por ejemplo, la limpieza del templo y la purificación previa del sacerdote para ingresar en el templo. Esta pureza legal del sacerdote y del templo del Antiguo Testamento, era figura de la pureza que debe tener el alma, por medio de la gracia santificante, y la castidad que debe observar el cristiano, como templo de Dios que es por medio del Bautismo sacramental[1].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

En el Antiguo Testamento, el sacerdote no podía poner un pie en el templo si antes no se lavaba y purificaba, además de usar prendas de lino purísimo y blanquísimo. En el Levítico se dice: “No entrará en el Santuario (el sacerdote) si no es que primero se vista de una túnica de lino y se ciña con un cinto de lino y cubra su cabeza con lino. Estas vestiduras son santas, con las cuales todas se vestirá después que estuviere lavado” (16). Es decir, todo debía ser de lino blanco, puro y limpio y casto en quien ha entrado Dios, porque no es más entrar un hombre en el santuario, que entrar el Espíritu Santo en el hombre y hacerle su santuario[2].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

El alma que recibe a Dios en sí por la gracia santificante, se ha de lavar primero con lágrimas de verdadera penitencia y contrición y con la Sangre del Hijo de Dios después, Sangre que se le aplica por medio de los Sacramentos, canales por donde fluye la gracia santificante que brota del Ser divino trinitario de Cristo Dios. Luego se debe vestir de lino blanco, es decir, que debe conservar su cuerpo puro y casto, que es como una túnica del alma[3].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

En el Antiguo Testamento, la vestidura de lino blanco es representación de la castidad, porque el lino no nace de carne como la lana y para venir a la limpieza y blancura que tiene, cuesta mucho trabajo y afán. Después de sembrado y regado y recogido y seco, lo vuelven a mojar y secar muchas veces y luego lo maceran con muchos golpes y lo deshacen; después lo rastrillan, lo hilan y curan al sol, secándolo y enjugándolo muchas veces; aun después de todo esto, es menester, para conservarlo limpio y blanco, lavarlo a menudo con jabones, lejías y coladas. De la misma manera la castidad ha de costar muchas diligencias y trabajos de penitencias; muchos golpes de disciplina, deshaciéndose el hombre viejo; con cilicios se ha de rastrillar, con la oración a la luz del cielo se ha de beneficiar y después de alcanzada, para conservarla no ha de haber descuido, sino que con fuertes lejías de cenizas, con humillaciones y penitencias se ha de sustentar: de manera que tenga el cuerpo por ejercicio de virtudes, la limpieza y pureza que por su naturaleza no tiene[4].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

 

Otra causa por la que conviene a los que están en gracia conservar sus cuerpos en la santificación y honor de la castidad o continencia, es porque, como dice el Apóstol, se hacen miembros de Cristo, espejo de toda pureza y limpieza y así exhortando a la castidad, dice San Pablo: “¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?” (1 Cor 6, 15). Esto es más que ser templos y por ser el que está en gracia templo del Espíritu Santo, debe tener la pureza celestial que solo la gracia santificante de Nuestro Señor Jesucristo puede conceder. Esto es así, porque Jesús es Purísimo y Castísimo -como la Madre de Dios, la Virgen- y así, quien se hace un cuerpo con Él, ha de ser castísimo, purísimo, limpidísimo[5].

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre Francisco.

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 568.

[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 568.

[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 568.

[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 569.

[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 569.

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