viernes, 3 de marzo de 2023

Hora Santa en reparación por gravísima profanación eucarística ocurrida en Catedral de Tanzania, África 260223

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación a una horrenda profanación sufrida por el Santísimo Sacramento del altar en Tanzania. Para mayores detalles acerca de este lamentable hecho, consultar el siguiente enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=Wn3FJuASGDY

Canto de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

         Quien posee la Eucaristía, lo posee todo, aun cuando le falte todo en lo material. Así nos enseñan los santos, como San Pedro Julián Eymard. En una ocasión llegó a París y se alojó en una casa paupérrima en la que faltaban las cosas más elementales y necesarias. Sin embargo, si alguno se apiadaba de él, el santo decía: “Está el Santísimo Sacramento; es todo lo que me hace falta”. Y cuando las personas se dirigían a él para obtener alguna gracia, ayuda y consuelo, respondía: “Encontraréis todo en la Eucaristía; la palabra de ánimo, la ciencia y los milagros. Sí, también los milagros”[1].

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

         Si en la Eucaristía está todo lo que necesitamos, para nuestra salvación, vayamos entonces a la Eucaristía; acerquémonos a Jesús Eucaristía, que nos ama tanto, pero tanto, que quiere fundirnos en el Fuego del Divino Amor, que arde en su Sagrado Corazón, así como el hierro se convierte en una lámina ardiente y se hace uno solo con el fuego que lo abrasa. Santa Gemma Galgani decía: “Jesús, Alimento de las almas fuertes, fortaléceme, purifícame, divinízame”.

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         No nos bastarán cien años de esta vida terrena y ni siquiera toda la eternidad, para comprender el misterio inefable del Divino Amor que arde en el Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, Amor del cual Él desea hacernos partícipes por la Sagrada Comunión. Nunca haremos lo suficiente para conocer y amar el misterio de la Eucaristía, porque cuanto más conocemos, más queremos saber y cuanto más sabemos, más amamos a Jesús Eucaristía.

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

         Nuestra vida debe girar alrededor de la Eucaristía, Sol de nuestras almas, así como los planetas giran alrededor del sol. Y de la misma manera a como los planetas reciben del sol lo que el sol tiene para dar -luz, calor, vida-, así también las almas que por la gracia y la adoración se acercan a Jesús Eucaristía, reciben de Él lo que Él tiene para darnos: la Vida divina trinitaria, el calor del Divino Amor que arde en su Corazón Eucarístico y la luz divina que emana de su Ser divino trinitario.

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

         En la vida de San Pío X se lee que un día, cuando era párroco de Salzano fue a visitar a un clérigo enfermo. En aquel mismo momento llegó también el médico y le preguntó al enfermo cómo estaba. El joven sacerdote le respondió que aquel día se había encontrado mejor porque había enseñado algo sobre la Eucaristía a sus hermanos pequeños. A esta respuesta, el médico exclamó en tono de burla: “¡Esto sí es bonito! En las clínicas donde he estudiado no he oído decir nunca que la doctrina cristiana pudiera producir estos efectos”. A esto, San Pío X respondió: “Los efectos de vuestra doctrina bien los vemos, doctor, y los vería también un miope porque el cementerio está lleno de ellos. En cambio, la doctrina cristiana llena un lugar que solo pueden verlo quienes tienen fe: ¡el Paraíso!”.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre Francisco.

 



[1] Stefano María Manelli, Ediciones del Alcázar, Buenos Aires 2006, 14.

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