lunes, 16 de enero de 2023

Hora Santa en reparación por asesinato de sacerdote quemado vivo en Nigeria, 150123

 


Padre Isaac Achi, quemado vivo.
Requiescat in pace.


Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el cruel asesinato de un sacerdote católico en Nigeria. Para mayores datos acerca de este lamentable hecho, consultar el siguiente enlace:

https://es.euronews.com/2023/01/15/nigeria-seguridad#:~:text=15%20ene%20%E2%80%93%20Hombres%20armados% 20quemaron,las%20elecciones%20del%20mes%20pr%C3%B3ximo  

Canto de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

La Eucaristía es la gracia más grande que jamás alguien en esta vida pueda recibir, porque es Dios Hijo encarnado, que prolonga su Encarnación en la Hostia consagrada. Afirman los autores que la Eucaristía es la prenda suprema de la vida del cristiano en esta pobre tierra de exilio. San Gregrorio Niceno escribe así: “Nuestro cuerpo unido al Cuerpo de Cristo adquiere un principio de inmortalidad, porque se une al Inmortal”[1]. Y nosotros podríamos agregar que adquiere un principio de gloriosa eternidad, porque se une al que es la Eternidad Gloriosa e Increada en Sí misma.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Cuando el alma ingresa en el período de agonía, en el que siente que la vida se le escapa, es ahí cuando la Eucaristía, que es la Vida Increada y Eterna en Sí misma, ingresa como Viático del alma, para conceder al alma la Vida divina de la Trinidad. En la Eucaristía, Jesús se nos dona a nosotros para ser la Vida verdadera y perenne de nuestra alma inmortal, para ser la Resurrección de nuestro cuerpo mortal, según lo dice el mismo Jesús en el Evangelio: “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna” (Jn 6, 54).

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

El Santo Viático es una gracia especialísima: cuando Santa Teresa de Ávila, moribunda, vio acercarse al sacerdote que le traía la Eucaristía, se incorporó en el lecho, para sorpresa de todos, con el rostro radiante y bellísimo, extendida toda hacia la Hostia Santa y exclamó extasiada: “Señor, era ya hora de vernos”. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, danos la gracia de desear, ya desde esta vida terrena, la unión con Cristo Eucaristía, unión que habrá de perdurar por la eternidad, si morimos en gracia y como amigos de Dios!

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Son los santos los que nos dan ejemplo de cómo desear y recibir al Señor Jesús en la Eucaristía. Así, San Gerardo Mayela, pidió y recibió el Viático con una piedad verdaderamente angelical. Cuando la campanilla anunciaba la llegada de la pequeña procesión, en la que el sacerdote le traía la Eucaristía, San Gerardo se conmovió, se transfiguró y exclamó: “He aquí que está viniendo a encontrarme mi Señor… ¡Cuánta dignación y delicadeza me reserva!”[2]. No esperemos a entrar en agonía para desear recibir con todo el amor de nuestros corazones a Jesús Eucaristía y aprovechemos cada Eucaristía, como si fuera la última de nuestras vidas terrenas.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Cuando el Santo Cura de Ars, moribundo, sintió el toque de la campanilla que anunciaba la llegada del Santo Viático, se conmovió hasta las lágrimas y dijo: “¿Cómo contenerse de llorar cuando Jesús viene a nosotros por última vez con tanto amor?”. Jesús Eucaristía, el Dios del Amor, nos da como alimento su Sagrado Corazón Eucarístico, envuelto en las llamas del Divino Amor, el Espíritu Santo. Él viene a mí, pobre pecador, para colmarme con su gracia y con su Amor, el Amor de la Trinidad, el Amor del Padre y del Hijo, el Espíritu Santo. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, dame del amor de tu Inmaculado Corazón, para que yo pueda amar a Jesús Eucaristía con el amor con el que tú lo amas!

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico. Testimonio de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 79.

[2] Cfr. ibidem, 79.

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