domingo, 2 de agosto de 2020

Hora Santa en reparación por incendio intencional de iglesia en España 020820


Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el incendio intencional provocado contra una iglesia parroquial en España. Para mayor información, consultar el siguiente enlace:

https://www.aciprensa.com/noticias/incendio-provoca-danos-al-interior-de-iglesia-en-espana-60320

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto inicial: “Postrado a vuestros pies humildemente”.

Inicio del rezo del Santo Rosario meditado. Primer Misterio (a elección).

Meditación.

          Todas las apariciones de la Virgen, aprobadas por la Iglesia, tienen un denominador común: en todas, la Virgen pide, entre otras cosas, rezar el Santo Rosario. Esto se debe a que, como la misma Virgen le dice al Padre Gobbi, la oración predilecta de Ella es el Santo Rosario: “La oración que Yo amo con predilección es la del Santo Rosario”[1]. Como somos hijos de la Virgen, engendrados al pie de la Cruz, recemos el Santo Rosario con devoción, amor y fervor, todos los días.

          Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

          Puesto que estamos rodeados de peligros, ya que vivimos en “tinieblas y sombras de muerte”, la Virgen nos pide en sus apariciones que recemos el Santo Rosario, para que Ella nos proteja con su amor maternal: “Por esto, en mis numerosas apariciones, os invito siempre a recitarlo, me uno a los que lo rezan, se lo pido a todos con ansia y preocupación materna”[2].

          Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

          De entre todas las santas oraciones de la Santa Madre Iglesia, el Rosario es “el más eficaz”, dice la Virgen, en la lucha contra el mal y por adquirir las virtudes de Cristo. Dice así la Virgen: “¿Por qué el Santo Rosario es tan eficaz? Porque es una oración sencilla, humilde y os formo espiritualmente en la pequeñez, en la mansedumbre, en la simplicidad del corazón”[3].

          Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

          Por el Rosario, el alma se configura a los Sagrados Corazones de Jesús y María y así, unidos a ellos y participando de sus virtudes, combate al mal y gana un lugar en el Reino de los cielos. Es importante rezar el Rosario, porque nos inculca las virtudes de Cristo, sobre todo su humildad y su amor a Dios, que es lo opuesto a lo que enseña el Enemigo de las almas, por eso es que son los pequeños de espíritu los que deben rezar esta oración con mayor fervor: “Hoy Satanás logra conquistarlo todo con el espíritu de soberbia y de rebelión contra Dios, y tiene terror a todos los que siguen a vuestra Madre Celeste por el camino de la pequeñez y de la humildad. Mientras los grandes y los soberbios desprecian esta oración, la recitan con mucho amor y alegría mis pequeños: los pobres, los niños, los humildes, los que sufren y muchísimos fieles que han acogido mi invitación”[4].

          Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Por el rezo del Santo Rosario, la soberbia de Satanás queda vencida, al tiempo que el alma, armada con la poderosa arma del Rosario, crece en la humildad: “La soberbia de Satanás será una vez más vencida por la humildad de los pequeños, y el Dragón rojo se sentirá definitivamente humillado y derrotado, cuando Yo lo ate, no sirviéndome de una gruesa cadena, sino de una fragilísima cuerda: la del Santo Rosario”[5]. Además, mucho más que vencer al Dragón infernal, el alma, al rezar el Rosario, contempla y participa del misterio de la Redención de Cristo Jesús y así se pone en grado de alcanzar los designios divinos, que no son otros que la salvación eterna de las almas: “Con la contemplación de sus misterios, llegan a comprender el plan de Jesús que se traza a lo largo de toda su vida desde la Encarnación hasta el cumplimiento de su Pascua gloriosa y así penetran cada vez más en el misterio de la Redención”[6].

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al Cielo iré y la contemplaré”.

 



[2] Fort Lauderdale, Florida, USA, 7 de Octubre de 1983, Nuestra Señora del Rosario.

[3] Cfr. ibidem.

 [4] Cfr. ibidem.

[5] Cfr. ibidem.

[6] Cfr. ibidem.


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