jueves, 30 de enero de 2020

Hora Santa en reparación por el robo de las coronas de la Virgen y Jesús en Sevilla, España 290120


La Virgen del Rosario de Carrión de los Céspedes, sin su corona de oro tras el robo ocurrido este miércoles en la Parroquia de San Martín de la localidad

Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el robo sacrílego de las coronas de oro de la Virgen y de Jesús en Sevilla, España. Para mayor información sobre este lamentable hecho, consultar el siguiente enlace:


Canto inicial: “Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación

          A lo largo de la historia de la Iglesia se han dado numerosísimos milagros eucarísticos, unos más impresionantes que otros; sin embargo, más esencial que cualquier episodio o que cualquier testimonio es la fe en la que se basa y en la que se debe basar nuestra inquebrantable certeza de que es así. Jesús es la Verdad Absoluta de Dios Uno y Trino (cfr. Jn 14, 6) y Él nos ha dejado la Eucaristía como misterio central de nuestra fe católica, fe que debemos creer con toda la mente y con todo el corazón[1].

          Silencio para meditar. 

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación

Cuando a Santo Tomás de Aquino le llevaron el Santo Viático, se levantó de las cenizas sobre las que se había hecho extender, se arrodilló y dijo: “Aunque existiera una luz mil veces más esplendente que la de la fe, yo no creería con mayor certeza que a Quien voy a recibir es el Hijo eterno de Dios”[2]. Y en la realidad, el Hijo de Dios en la Eucaristía resplandece con una luz más esplendorosa que la de miles de millones de soles juntos.

Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación

          “Misterio de fe”: con estas dos palabras el Papa Pablo VI quiso comenzar su Encíclica Eucarística, precisamente porque las realidades divinas no tienen un origen de verdad ni de seguridad más alta que la fe teologal[3]. Por esta fe era por la que los santos veían a Jesús en la Hostia consagrada y no tenían ninguna necesidad de otra prueba.

          Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación

          El Papa Gregorio XV hubo de decir que Santa Teresa de Jesús (canonizada por él) “Veía tan claramente, con los ojos del espíritu, a Nuestro Señor Jesucristo presente en la Hostia, que aseguraba no envidiar para nada a los beatos, que contemplaban en el cielo al Señor cara a cara[4]. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, aumenta cada vez más en nosotros la fe en la Presencia Real de Nuestro Señor en la Eucaristía!

          Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación

          Santo Domingo Savio escribió una vez en su diario: “Para ser feliz en este mundo no me falta nada; sólo me falta ver en el cielo a Jesús, a quien ahora miro con los ojos de la fe y a quien adoro en el altar”. Con esta es con la que deberíamos acercarnos a la Eucaristía, estar en su Presencia, amar a Jesús Eucarístico y hacer que lo amen[5]. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que amemos y adoremos en esta vida a Jesús en la Eucaristía, para que continuemos amándolo y adorándolo por la eternidad en los cielos!

          Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria pidiendo por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

          Canción de despedida: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.




[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús,  Amor Eucarístico, Testimonios de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 103.
[2] Cfr. Manelli, ibidem, 103.
[3] Cfr. Manelli, ibidem, 103.
[4] Cfr. Manelli, ibidem, 104.
[5] Cfr. Manelli, ibidem, 103.

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